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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 19 de octubre de 2014

LA FRASE DEL DOMINGO 19 DE OCTUBRE

“No desprecies el recuerdo del camino recorrido. Ello no retrasa vuestra carrera, sino que la dirige; el que olvida el punto de partida pierde fácilmente la meta.” (Pablo VI)

 


El papa Francisco

El Papa: Dios no tiene miedo a las novedades
Homilía del Santo Padre en la misa en ocasión de la clausura de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo del Obispo con el rito de la beatificación del papa Pablo VI

El papa Pablo VI ya es beato
Benedicto XVI ha participado en la celebración eucarí­stica de la beatificación

Pablo VI fue firme defensor de la misión ad gentes
Palabras del Santo Padre al introducir la oración del ángelus

Rome Reports

Benedicto XVI llega a San Pedro para beatificación de Pablo VI (Vídeo)
Benedicto XVI asistió a la beatificación de Pablo VI, el Papa que lo creó cardenal en 1977

Francisco beatifica a Pablo VI (Vídeo)
Ha sido una mañana simbólica en el Vaticano, protagonizada por tres Papas

Recorren 1.800 km a pie por el centenario del Movimiento de Schoenstatt (Vídeo)
En su recorrido rezarán por cientos de intenciones enviadas de todo el mundo

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa María Bertilla Boscardín - 20 de octubre
«Tildada de tontita, en su breve existencia recorrió un sendero espiritual admirable, calificado por Pío XII como camino de los coches: humilde, oculto, edificante. Inundó con su caridad a los pobres y a los enfermos»

Foro

Acompañar a la familia, no juzgarla
Un Sínodo de más de 'remedios', que un Sínodo de 'modelos'


El papa Francisco


El Papa: Dios no tiene miedo a las novedades
Homilía del Santo Padre en la misa en ocasión de la clausura de la Asamblea Extrarordinaria del Sínodo del Obispo con el rito de la beatificación del papa Pablo VI

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco ha presidido este domingo, en la plaza de San Pedro, a las 10.30, la misa en ocasión de la clausura del Sínodo de los Obispo, sobre el tema "Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización con el rito de la beatificación del Siervo de Dios el Papa Pablo VI.

Publicamos a continuación la homilía del Santo Padre:

Acabamos de escuchar una de las frases más famosas de todo el Evangelio: «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Jesús responde con esta frase irónica y genial a la provocación de los fariseos que, por decirlo de alguna manera, querían hacerle el examen de religión y ponerlo a prueba. Es una respuesta inmediata que el Señor da a todos aquellos que tienen problemas de conciencia, sobre todo cuando están en juego su conveniencia, sus riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre.

Evidentemente, Jesús pone el acento en la segunda parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es de Dios». Lo cual quiere decir reconocer y creer firmemente –frente a cualquier tipo de poder- que sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios.

¡Él no tiene miedo de las novedades! Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre “nuevos”. Un cristiano que vive el Evangelio es “la novedad de Dios” en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta “novedad”.

«Dar a Dios lo que es de Dios» significa estar dispuesto a hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino de misericordia, de amor y de paz.

En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la realidad, no es un alibi: es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece. Por eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios, para vivir plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra– y responder, con valentía, a los incesantes retos nuevos.

Lo hemos visto en estos días durante el Sínodo extraordinario de los Obispos –“sínodo” quiere decir “caminar juntos”–. Y, de hecho, pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir el camino del Evangelio, con la mirada fija en Jesús. Ha sido una gran experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido.

Por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado, con el Apóstol Pablo, «damos gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones» Y que el Espíritu Santo que, en estos días intensos, nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe ahora, en las Iglesias de toda la tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015. Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento.

En este día de la beatificación del Papa Pablo VI, me vienen a la mente las palabras con que instituyó el Sínodo de los Obispos: «Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad» (Carta ap. Motu proprio Apostolica sollicitudo).

Contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia.

El que fuera gran timonel del Concilio, al día siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: «Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva». En esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor.

Pablo VI supo de verdad dar a Dios lo que es de Dios dedicando toda su vida a la «sagrada, solemne y grave tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo», amando a la Iglesia y guiando a la Iglesia para que sea «al mismo tiempo madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación».  

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El papa Pablo VI ya es beato
Benedicto XVI ha participado en la celebración eucarí­stica de la beatificación

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa Pablo VI ha sido proclamado beato por el papa Francisco, esta mañana, en la plaza de San Pedro, en ocasión de la clausura de la III Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos.

Durante la santa misa, el Papa ha usado la casulla que Pablo VI recibió como regalo en ocasión de su 80 cumpleaños y ha utilizado un cáliz del Papa Montini. La reliquia que se ha presentado en el momento de la beatificación es la camisa impregnada con su sangre, de la ocasión del atentando que sufrió en el viaje apostólico a Manila en Filipinas, el 28 de noviembre de 1970.

Una gran multitud de fieles, unas 70 mil personas, han acudido hoy a la plaza para ser testigos de este importante momento para la vida de la Iglesia. Presente también hoy en la plaza, estaba el papa emérito Benedicto XVI, que no ha querido perderse la celebración. Al llegar Francisco al Sagrato, se ha acercado hasta el lugar donde estaba Benedicto XVI, y se han saludado con afecto.

Al iniciar la celebración eucarística, el postulador ha leído la biografía del siervo de Dios Pablo VI. A continuación, el Santo Padre ha pronunciado en latín la fórmula de beatificación. Al finalizar sus palabras, los fieles han aplaudido y se ha quitado la tela que cubría el tapiz con la imagen del nuevo beato. Una imagen en la que se le ve de cuerpo entero, con los brazos abiertos y alzados y encima de los típicos "sanpietrini" romanos. A partir de ahora, la fiesta del nuevo Beato se celebra el 26 de septiembre, día de su cumpleaños.

Esta mañana han concelebrado con el Papa algunos cardenales, patriarcas, arzobispos, obispos y presbíteros participantes en el Sínodo.

En la homilía, haciendo referencia a la frase de Jesús leída en el Evangelio "Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", Francisco ha recordado a los presentes que "sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios". 

¡Él no tiene miedo de las novedades!, ha exclamado el Santo Padre. Por eso, ha recordado, "continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos". Dios "nos renueva", "nos hace siempre nuevos".

Francisco ha asegurado que "un cristiano que vive el Evangelio es la novedad de Dios en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta novedad". Además, ha indicado que la esperanza en Dios "no es una huida de la realidad", sino que "es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece".

Por otro lado, el Pontífice ha recordado que en estos días han celebrado el Sínodo de la Obispos. "Ha sido una gran experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido", ha asegurado.

Al finalizar la homilía, también ha querido dedicar unas palabras al nuevo beato. Así, ha indicado que "contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia". Asimismo, ha observado que "en esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor".

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Pablo VI fue firme defensor de la misión ad gentes
Palabras del Santo Padre al introducir la oración del ángelus

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Al finalizar la Santa Misa de clausura de la Asamblea Extraordinaria de los Obispos y la beatificación de Pablo VI, el santo padre Francisco ha rezado el ángelus con los fieles  y peregrinos presentes en el la plaza de San Pedro.

Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas,

al finalizar esta solemne celebración, deseo saludar a los peregrinos procedentes de Italia y de otros países, con un pensamiento especial para las delegaciones oficiales. En particular, saludo a los fieles de la diócesis de Brescia, Milán y Roma, unidas de forma significativa a la vida y al ministerio del Papa Montini. Doy las gracias a todos por la presencia y os exhorto a seguir fielmente las enseñanzas y el ejemplo del nuevo beato.

Él fue un firme defensor de la missione ad gentes; es testimonio especialmente de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi con la que ha pretendido despertar el impulso y el empeño por la misión de la Iglesia. Y esta exhortación aún es actual, tiene toda la actualidad. Es significativo considerar este aspecto del pontificado de Pablo VI, precisamente hoy que se celebra la Jornada Mundial de las Misiones.

Antes de invocar todos juntos a la Virgen con la oración del ángelus, me gusta subrayar la profunda devoción mariana del beato Pablo VI. El pueblo cristiano estará siempre agradecido a este Pontífice por la exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado María "Madre de la Iglesia", en ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. María, Reina de los Santos, nos ayude a realizar fielmente en nuestra vida la voluntad del Señor, así como ha hecho el nuevo beato.

(Oración del ángelus)

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Rome Reports


Benedicto XVI llega a San Pedro para beatificación de Pablo VI (Vídeo)
Benedicto XVI asistió a la beatificación de Pablo VI, el Papa que lo creó cardenal en 1977

Por Redacción

ROMA, 19 de octubre de 2014 (Rome Reports) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Francisco beatifica a Pablo VI (Vídeo)
Ha sido una mañana simbólica en el Vaticano, protagonizada por tres Papas

Por Redacción

ROMA, 19 de octubre de 2014 (Rome Reports) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Recorren 1.800 km a pie por el centenario del Movimiento de Schoenstatt (Vídeo)
En su recorrido rezarán por cientos de intenciones enviadas de todo el mundo

Por Redacción

ROMA, 19 de octubre de 2014 (Rome Reports) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa María Bertilla Boscardín - 20 de octubre
«Tildada de tontita, en su breve existencia recorrió un sendero espiritual admirable, calificado por Pío XII como camino de los coches: humilde, oculto, edificante. Inundó con su caridad a los pobres y a los enfermos»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Por fortuna, la eficacia ni es requisito ni influye en la santidad; tampoco el juicio humano tiene que ver con el divino, algo que se ha recordado ya en esta sección «santos y beatos: epopeyas de amor» en otras ocasiones. La vida de esta joven italiana, Anna Francesca, fue esa luz fulgurante que brilló en medio de quienes se apresuraron a negarle la gloria, tildándola de «tontita» dentro y fuera de la Iglesia. Relevando misteriosamente al fundador de la Orden en la que se santificaría, el beato Giovanni Antoni Farina, nació el 6 de octubre de 1888, justamente el año en el que este virtuoso prelado entró en el cielo. Anna vio la luz en Bréndola, Italia. Y tal vez si hubiese venido al mundo en un hogar amable y atento, hubiera tenido una infancia y juventud distinta, aunque quién sabe si de ese modo habría conquistado la gloria de los altares.

Lo de menos fue la pobreza de su familia campesina. Pero a su frágil salud, y cortedad de miras, se unieron los malos modales de un padre ebrio, apresado por los celos y violento, carácter seguramente agriado por las carencias económicas, que la maltrató cotidianamente. No es de extrañar que a sus 16 años, con este panorama y un desajuste que afectaba también a sus estudios, soñara con otra clase de vida y dejara atrás su empleo doméstico en casa de unos vecinos. Se comprende que mirase con esperanza un futuro mejor junto a las Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, máxime cuando ya a sus 12 años había consagrado a Dios su virginidad.

Pero le precedía la apreciación de quienes la rodeaban o la conocían someramente, no tanto por su talante trabajador y su fuerza de voluntad, velada para la mayoría, como por el juicio que les merecía su escasa inteligencia. Y hasta el arcipreste Gresele tomó con cierta chanza la vocación de Anna cuando se la notificó el párroco Capovilla que la había acogido como integrante de las Hijas de María. Él también dudó inicialmente de su valía, pero se aseguró de que al menos serviría para realizar tareas domésticas. Así lo transmitió al arcipreste que habló con otras religiosas; ellas se negaron a admitirla. El caso es que Anna ingresó en el Instituto al que aspiraba, en la ciudad de Vicenza, y en 1905 tomó el hábito y nombre de María Bertilla en honor de la abadesa de Chelles, de origen francés, santa Bertilla. A fuerza de ser descalificada en su entorno, ella misma se creía incapaz; se minusvaloraba. Pero su virtud era una potente luminaria.

Con admirable humildad, teniendo claro que no elegía el convento como refugio para sus males sino como un trampolín para su perfecta consagración, fue directa al grano y dijo a la maestra de novicias: «Yo no sé hacer nada. Soy una inútil, una 'tontita'. Enséñeme a ser santa». Quizá no impresionara demasiado a la formadora con esta insólita y edificante presentación que hizo de sí misma, aunque era para conmoverse, pero la cuestión es que la destinaron a la cocina, a la panadería y a la lavandería, oficios que desempeñó durante un año. Solamente quería cumplir la voluntad de Dios. Mostraba su gratitud cuando era reconvenida por algo. Dócil, con gran inocencia evangélica, estaba a merced de su maestra: «me corrija siempre; me hará un gran favor». Ya estaba trazado su camino, que fue calificado por Pío XII como «‘Camino de los coches’, el más común. Nada de éxtasis, nada de milagros en vida, sino una unión con Dios cada vez más profunda en el silencio, en el trabajo, en la oración, en la obediencia. De esa unión venía la exquisita caridad que ella demostraba a los pobres, a los enfermos, a los médicos, a los superiores, a todos». Y así fue. Las palabras de su fundador: «vívase en la obediencia y en la obediencia se muera» cincelaron también su vida consagrada.

Alguien se percataría de que podía tener cualidades para la asistencia a los enfermos, y la enviaron a estudiar enfermería en el hospital regentado por las religiosas en Treviso. Pero la superiora general la devolvió a la cocina hasta que profesó en 1907. Entonces se reveló como un ángel de bondad para los niños afectados de difteria y del resto de enfermos de las diversas salas por las que pasó, algunos con lesiones nauseabundas. En 1909, no sin dificultad, mientras convalecía de una operación se preparó y obtuvo el título de enfermera. En 1915 asistió a los heridos de guerra en Viggiù, zona cercana a Como. Era más que evidente que poseía unas excepcionales cualidades para ello. La superiora no apreciaba su labor –que, sin embargo, conmovía a los oficiales y al capellán–, y la corregía severamente por su atención a los enfermos y su celo en el trabajo, enviándola a la lavandería. Del interior de la santa brotaba esta ardiente súplica: «Jesús mío, os pido por vuestras santas llagas, hacedme morir mil veces, antes que yo haga alguna acción solo para que me alaben». Así que las disposiciones que se tomaban en relación a ella, como ésta, las acogía con inmensa gratitud; era explícita a la hora de mostrarla. De hecho, cuando le notificaron su misión en el lavadero, manifestó gozosa: «muchas gracias, madre».

Una nueva superiora general la destinó al hospital de Treviso poniéndola al frente del pabellón infantil de infecciosos. Asumió la tarea con obediencia, en silencio, llena de caridad, haciendo vida su lema: «A Dios toda la gloria, para el prójimo toda la alegría y para mí todo el sacrificio». Al final fue hospitalizada. Años atrás había contraído una enfermedad de la que fue operada sin éxito. Un médico que la asistía, y que se declaraba no creyente, comentó después de hacerle una visita: «allá arriba está muriendo una santa». Su tránsito se produjo el 20 de octubre de 1922. Tenía 34 años. Antes de expirar dejó este mensaje a la superiora general: «Diga a las hermanas que trabajen solamente por el Señor, que todo es nada, todo es nada». Le acompañaron fama de santidad y prodigios. Pío XII la beatificó el 8 de junio de 1952. Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.

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Acompañar a la familia, no juzgarla
Un Sínodo de más de 'remedios', que un Sínodo de 'modelos'

Por Rafael Navarro-Valls

MADRID, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El matrimonio y la familia son los puntos de sutura más delicados entre la Iglesia y la sociedad civil. Cuando   en una vertiente soplan vientos de fronda,  en la otra repercute también la tempestad. Por eso el Sínodo Extraordinario de la Familia que acaba de concluir ha sido más un Sínodo de “remedios”, que un Sínodo de “modelos”. Aquí se han estudiado principalmente  los “desafíos” para el matrimonio cristiano.  Dentro de un año , en el Sínodo ordinario,  se analizarán más detenidamente  los paradigmas.

¿Por qué tanto tiempo ? Ha  sido la prudencia del papa Francisco quien ha preferido marcar en dos etapas la reflexión sobre la familia. En el Sínodo extraordinario se ha concentrado el debate. Un debate creador, con la máxima libertad en los intervinientes. Como dijo Francisco bromeando : “Sin  miedo a que el cardenal Müller (el prefecto de la Congregación de la Fe) se les eche encima”. Es decir, sin  retraimiento ante el  ojo de un supuesto  “Gran Hermano”  observando o reprochando alguna intervención.  El  hecho de que en el Sínodo haya habido visiones divergentes  no es nada excepcional. La controversia  ha acompañado siempre   las tareas de los Concilios y Sínodos en la Iglesia: desde Nicea  a Efeso,  de Trento al Vaticano  I, o de Viena al Concilio Vaticano II.

Zonas en alerta

Probablemente ninguna Asamblea eclesiástica -si se exceptúa el Concilio Vaticano II- ha sido seguida con tanta expectación por los media de todo el mundo. Un estudio de hace unos días  muestra que,  de septiembre de 2013 a septiembre de 2014 , solo en menciones realizadas en lengua inglesa, se han generado en la web  más de 1.162.143  noticias y conversaciones. Los resultados evidencian que América (53 por ciento) es la zona donde más se ha hablado del Sínodo, seguido de Europa (21 por ciento), Asia (10 por siento) y África  (4 por ciento).

Repárese que las zonas más “alertas” son precisamente aquellas en que el deterioro del matrimonio y la familia es mayor. En Estados Unidos, por ejemplo, la cantidad de madres solas pasó de 3 millones en 1970 a 10 millones en 2000. En 2000 había 65  millones de niños en familia monoparentales frente a 250 mil en 1960. Tiene razón el Sínodo cuando apunta a la pobreza --física o moral-- como una de las causas que más inciden en esa situación. Sin olvidar la tragedia que supone en Europa la rotura de un matrimonio cada treinta segundos.

  ¿Inventar en materia de matrimonio y familia?

Desde luego, el Sínodo no ha pretendido  inventar  en materia de matrimonio y familia. A diferencia de algunos ingenuos  que parecen  creer   que   sesenta generaciones han vivido en la noche de la ignorancia hasta que el sol salió después de que ellos hablaran,  esta Asamblea simplemente ha localizado y enunciado los problemas que la evolución social va planteando a la familia cristianas  (los desafíos), dejando sobre la mesa algunas sugerencias que serán o no aceptadas por el órgano con capacidad decisoria. Es decir, el Sínodo Ordinario recién convocado para octubre de 2015, cuyas propuestas habrá de ser confirmadas por el papa Francisco.

¿Y cuáles han sido esos problemas ? Ante todo el desafío de  ofertar a un mundo “anestesiado por la cultura del bienestar”,  la visión cristiana del matrimonio, la del  “ amor conyugal, único e indisoluble”, como ha recalcado el Mensaje Final del Sínodo, aprobado por una gran mayoría de 158 votos,  y se ha reflejado en el documento final (Relatio Synodi). Contemplarlo como  algo vivo, no como una  reliquia histórica analizada  con la frialdad de un anatomista frente a un cadáver. Volver  la mirada  primero a  la sustancia del matrimonio y luego a sus accidentes. Después, ser consciente  de sus erosiones, fruto de la debilidad humana o de unas circunstancias que la aceleran.

La misericordia y la fragilidad afectiva

Por eso mismo, junto a la ratificación de la doctrina,  el Sínodo ha remarcado la necesidad de la misericordia  ante la fragilidad afectiva que produce crisis en cadena en las familias. En esta línea, la situación de los   católicos divorciados y vueltos a casar civilmente, las  uniones de hecho, las  de personas del mismo sexo,  atención de los hijos de esas parejas etc,  ha sido objeto de atención. En el  documento final no todos estos puntos han sido aprobados por 2/3, pero  el Papa ha ordenado su publicación (con las votaciones íntegras)  como documentos de trabajo para el Sinodo de 2015.  En todo caso, se ha pedido  una mirada compasiva que rechace   el maltrato, la visión despectiva o la indiferencia ante situaciones a veces nada fáciles.  Se trata, como hizo notar el papa Francisco, de “acompañar a la familia más que juzgarla”.

Rafael Navarro-Valls,Catedrático de Derecho Canónico y académico/secretario general de la Real de Jurisprudencia y Legislación de España.

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