En una aldea, en el día de la patrona de las misiones

Ushetu, Tanzania, 4 de octubre de 2014.

“Después de la noche viene el día, y después del verano viene el invierno”, como dice el Kempis. Así fue que casi sin darme cuenta, luego de despedir al P. Damiano, Marco y Dikmar, y volver a unos días de soledad en la casa, ya me encontraba en Mwanza nuevamente para esperar la llegada del P. Emanuel Martelli primero, y al otro día Francisco “Quico” Borrell. El P. Emanuel es nuestro provincial y vive en Egipto, y Francisco es oriundo de Barcelona, España.

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El P. Martelli nos ha traído noticias de la recuperación del P. Johntin, que va muy bien, y Dios mediante, podría estar de regreso a fin de año en la misión, por lo cual aprovecho a pedirles oraciones y agradecerles las que han hecho en todo este tiempo. El P. Emanuel se puso a practicar la misa en swahili apenas llegó, y ya la reza con facilidad, así que con eso me alivia varias cosas, porque algunos días a la mañana reza él la misa acá en la parroquia, cuando hay aldeas que visitar a la tarde. Por su parte, Francisco hace algunos trabajos en la casa, y después está muy dispuesto a acompañarme a todos los kigangos que me toque ir, y todos los días se pone a jugar al fútbol con los chicos a la tarde, cuando ya ha refrescado.

Yo le agregaría a la frase del Kempis que “después de la sequía viene la lluvia”… Les cuento que empezó a llover… y a llover mucho. Como siempre, las lluvias se las espera con ansiedad, porque uno está mirando y midiendo los tanques de agua, a ver si van a alcanzar… y porque el tiempo de lluvias es hermoso, ya que la gente se pone muy contenta de poder empezar a cultivar nuevamente y volver a tener frutos y cosecha. Éste año el tiempo de lluvias se adelantó casi un mes, gracias a Dios. El martes pasado cayó un aguacero tremendo, que en dos horas nos llenó algunos de los tanques de agua de 5.000 lts. El miércoles hizo un calor bárbaro, y el viernes llovió todo el día, toda la noche… hermoso. Ahora está fresquito, podríamos decir “frío”, como para usar una camperita de polar sobre la camisa.  Lo mejor es que comienza a ponerse todo verde… y ya está, se terminó la sequía. La gente ha comenzado a cultivar, es espectacular recorrer el camino y ver por todos lados gente trabajando, niños, familias enteras con los azadones, y con una alegría muy grande.

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El día de Santa Teresita del Niño Jesús, fuimos a una aldea que tiene por patrona a esta santa. La aldea queda a una hora de viaje, casi 30 km, y se llama Itobora. Cuando fuimos, todavía no caía la primera lluvia, así que se veía todo muy seco, pero lindo paisaje de todos modos. La capilla está en el centro de un poblado, y yo era la primera vez que iba a celebrar misa allí, aunque había pasado un par de veces cuando iba a algunas aldeas mas lejanas. Fuimos con Francisco, y con la Hna Victoire, que es la hermana que ha llegado nueva a la misión y es oriunda de Camerún. Ella era la primera vez que iba a alguna aldea, y habla poco swahili, pero se defiende con varias frases y entiende bastante. Al llegar nos llevaron a tomar el té a una casa que estaba a unos 20 mts de la capilla, y luego de eso, mientras yo confesaba, Francisco y la Hna Victoria se pusieron a jugar con los chicos. Cosas muy simples, por ejemplo, les inflaban globos, y listo, los chicos le pegaban para arriba y corrían detrás de ellos hasta que explotaban y volvían a pedir otro… Pero era toda una revolución en la aldea escuchar a todos los chicos jugado y gritando.

Luego comenzamos la misa, en la pequeña capilla, con asientos hechos de barro y techo de paja. Lo interesante es que el coro cantaba al ritmo de dos tambores que sonaban fenomenales y de paso que queda muy lindo, me gusta mucho mas que cuando meten el órgano con ritmo tan artificial y fuerte. En la misa se bautizaron tres niños, no muy chicos, entre 7 y 12 años, tres hermanitos. Al final de la misa, luego de bendecir el matomolo (diezmo de la cosecha), les regalé una imagen de la Virgen para la capilla. Luego se presentaron la Hna y Francisco, y éste último repartió medallas para todos… y afuera de la capilla, la tradicional repartija de caramelos para los niños.

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Acto seguido nos quisieron llevar a ver el terreno donde están construyendo la nueva capilla. Lo bueno de esto es que no está en medio de las casas de la aldea, que siempre es un problema, porque al estar tan cerca, hay ruido, música, borrachos, etc… y no es muy agradable. Pero la nueva capilla no está lejos del poblado, sino a 100 metros, con un terreno un poco mas grande que el actual. La capilla, sinceramente, no me parece mas grande ni mejor que la que está ahora en pie, pero ellos quieren mudarse de lugar y algún día hacer una iglesia mas grande.

Pensaba, al rezar la misa de la Patrona de las Misiones, que teníamos la gracia de estar allí, en una misión espectacular, y en una aldea alejada de la misión, pequeña, en medio de África, con gente tan buena y alegre de tener la misa, recibiendo los sacramentos, confesándose de rodillas en la puerta de la iglesia, en medio de la aldea… en una capilla de techo de pajas, como a mí me gusta. Consideraba que estábamos siendo privilegiados, y que la santa protectora nos estaría llenando de sus bendiciones, como lo prometió cuando todavía estaba en este destierro… “quiero pasar mi cielo, haciendo el bien en la tierra”.

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Luego del almuerzo en la misma casa del desayuno, y después de saludarnos efusivamente tres y cuatro veces con cada uno, como es costumbre, emprendimos el regreso a la misión… casi sin poder expresar con palabras lo que vivimos.

Santa Teresita en sus días de sufrimiento cuando las demás hermanas le preguntaban por qué se levantaba y caminaba, si casi no podía tenerse en pié, respondía: “Ando por un misionero”. Pienso que muchas almas estarán leyendo esto con la satisfacción de que sus sacrificios fructifican en estos remotos lugares. Dios los bendiga a todos por esto.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego, IVE

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