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La crisis en la República Centroafricana amenaza la seguridad de los misioneros

La violencia ha vuelto a Bangui en los últimos días. “La violencia que se ha desatado los últimos días ha hecho que no podamos salir de la misión". Estas son las palabras de los misioneros salesianos destinados en la República Centroafricana.

 

Los Antibalaka, que se habían alzado como los protectores de la población, ahora se han vuelto contra ella. “Se están produciendo saqueos, violaciones… e, incluso, a nosotros nos han obligado a cerrar las escuelas de Damala y Galabadja”, alertan los misioneros salesianos. Ambas presencias habían decidido abrir las puertas de las escuelas para que los niños, niñas y jóvenes no perdieran más horas de educación. “Además, ir a clase les ayuda a tener unas rutinas y a olvidar la violencia en la que viven”, añaden.

Hay barricadas en las calles y la gente no sale de sus casas por miedo. Hay muchas armas en circulación y cualquiera puede resultar herido o algo peor”, explican.

En la actualidad, las misiones salesianas en Bangui acogen a más de 1.400 personas desplazadas por el conflicto. “La violencia que se ha desatado los últimos días ha hecho que no podamos salir de la misión y la ayuda humanitaria tampoco puede llegar. No tenemos agua ni comida para poder asistir a los desplazados”, cuentan los misioneros con preocupación.

La República Centroafricana vive en guerra desde hace más de un año y medio. El 24 de marzo de 2013, los Séléka dieron un golpe de Estado y desde entonces la población sufre las consecuencias.

Desde Misiones Salesianas informan de que más de un millón de personas han huido de sus casas desde que comenzó la crisis, más de 3.500 menores han sido forzados a enrolarse en grupos armados, y más de 2,6 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente.