El arte moderno fue utilizado como instrumento de tortura durante la Guerra Civil

Modernas torturas

 

Mañana, 6 de noviembre, es la fecha establecida por la Conferencia Episcopal Española para celebrar la festividad conjunta de los 11 mártires ya canonizados y de los 1.512 beatificados, sacrificados en odio a la fe durante la persecución religiosa en España de los años 1934 a 1939. Es una fecha de gran trascendencia para toda la Iglesia, especialmente para la que peregrina en España.

Tenía en mente esta festividad cuando me encontré con un curioso artículo en la BBC que hacía referencia a un aspecto desconocido de lo que ocurrió en España durante esos años: el uso del arte moderno como instrumento de tortura durante nuestra guerra civil.

La BBC recoge los estudios del historiador del arte José Milicua, quien ha descubierto evidencias de que algunas celdas durante la Guerra Civil se construyeron trasponiendo ciertas técnicas del arte moderno a un espacio en tres dimensiones y fueron utilizadas como instrumentos de tortura. Según la BBC “las celdas fueron construidas en 1938 por las fuerzas republicanas” y se inspiraron en los principios estéticos modernos, tal y como se evidencia a partir de los testimonios recogidos durante el juicio, en 1939, de un anarquista francés llamado Alphonse Laurencic.

Durante el juicio, Laurencic reveló que se había inspirado en artistas modernos, tales como el surrealista Salvador Dalí o el miembro de la Bauhaus Vasili Kandinsky, para crear unas celdas que se construyeron secretamente en Barcelona“. Las celdas tenían camas con un ángulo descendente de 20 grados en las que era imposible dormir, ladrillos que sobresalían del suelo que impedían a los prisioneros andar por la celda y dibujos surrealistas en las paredes, diseñados para confundir y estresar a los prisioneros y efectos de luz para conseguir un efecto aún más mareante.

Las chekas de san Elías, en Barcelona, por las que tantos mártires pasaron poco antes de emprender camino hacia el cielo, eran una muestra de estas técnicas.

Además, existe evidencia de que, en una anticipación de los métodos empleados en La naranja mecánica de Anthony Burgess, en otros lugares de España, los prisioneros en manos de las fuerzas republicanas eran torturados con la visión repetida y continuada de escenas de la película de Buñuel, “Un perro andaluz", especialmente el conocido momento del ojo siendo cortado con una navaja.

Estas revelaciones creo que nos indican, por un lado, y por mucho que los receptores de subvenciones de la ley de memoria histórica se empeñen en ocultarlo, la enorme irrupción de maldad que tuvo lugar durante aquellos años y, por contraste, el testimonio de santidad, valentía y perdón de los mártires.

Y por otro lado, también evidencian algo respecto del arte moderno y su deshumanización (nadie ha podido utilizar a, pongamos, Fra Angelico o Zurbarán, como instrumento de tortura). Así que la próxima vez que te inviten a una exposición de arte moderno y te parezca una tortura, no irás muy desencaminado.