No en todas las parroquias hemos de tener de todo

 

Es tarea de titanes reservada a unas cuantas parroquias privilegiadas poder decir que pastoralmente tienen de todo. Y las hay.

Parroquias donde hay numerosos grupos de formación de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, donde hay matrimonios más o menos jóvenes, catecumenados, conferencias. Parroquias que tienen diversos grupos de oración y liturgia, escuelas de varias cosas, distintos proyectos de Cáritas, coros, revistas, monaguillos… Yo qué sé. Absolutamente de todo y en abundancia.

Otros, y no somos de los peores, miramos alrededor y nos encontramos con bastantes carencias. Años tuve de cura de pueblo donde la actividad pastoral era mucho más limitada. En estos casos me digo, y digo a compañeros y laicos que se encuentran limitados, que no es necesario que cada parroquia tenga ABSOLUTAMENTE de todo.

Imaginen a D. Froilán y a D. Agustín, los dos con los setenta años más que cumplidos, organizando su parroquia. Supongo que harán lo que puedan con los niños y que no les será posiblemente fácil la pastoral de jóvenes. No pasa nada, especialmente en una gran ciudad. Seguro que cerca hay dos parroquias, tres movimientos y un colegio que lo hacen de maravilla. Sin embargo estos dos beneméritos sacerdotes tienen siempre el templo abierto, la luz en el confesionario, un horario cómodo de misas y el Santísimo expuesto. Pues no hacen mala labor.

Creo que, especialmente en las ciudades, cada parroquia tiene que ser capaz de ofrecer un espacio básico de celebración de la fe y vida comunitaria a sus fieles. Una parroquia que celebra bien, mantiene un horario estable de confesiones, facilita la oración, atiende a los niños, ofrece una acogida básica en Cáritas y en el despacho, ya es una parroquia bastante potable. Quizá no pueda más, quizá no sepan hacer más, quizá ese sea su límite ¡bendito límite! ¿Y otras cosas?

No soy especialmente celoso de otras parroquias. Si en la de al lado hay unos grupos de jóvenes florecientes, que rezan y aprenden a vivir como cristianos y jóvenes de la parroquia se van para allá, pues bendito sea Dios, si a mí lo que me interesa es que las personas se conviertan a Cristo, sea en su parroquia o en la de al lado. Quizá a cambio nosotros podemos ofrecer una capilla de adoración abierta 24 horas que a lo mejor otros no se atreven o no pueden hacer.

A un sacerdote o dos, por más que se esfuercen, no se les puede pedir que tengan un gancho especial con los niños, sintonicen de maravilla con los jóvenes, sean líderes natos de adultos, especialmente sensibles con la pastoral familiar, orantes, sufrientes con los pobres y los enfermos, grandes predicadores, liturgos de chapeau, manitas para reparaciones y con un despacho de ole.

Por eso afirmo que en las parroquias se llega a donde se llega y se aporta lo que buenamente se puede. Lo grave sería encontrarse con un par de curas vagos de solemnidad, despreocupados y que abren el templo un par de horas al día. Hace no mucho un sacerdote amigo me confesaba que no consigue sacar adelante grupos de jóvenes en su parroquia, que se le van a otra cercana que tiene mucho tirón. Pues qué le vamos a hacer. Sin embargo, me decía, tenemos unos cuantos grupos de matrimonios que funcionan estupendamente. Pues bendito sea Dios. Quizá matrimonios de otras parroquias vengan a la tuya.