Falleció el 4 de enero de 1982

Declarado Venerable Francisco Maximiano Valdés Subercaseaux, primer obispo de Osorno (Chile)

 

El religioso chileno Francisco Massimiano Valdés Subercaseaux, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos murió en 1982 en Pucón y el pontífice reconoció que tenía «virtudes heroicas», primer paso hacia la santidad. La decisión del pontífice se produjo el viernes, tras un encuentro con el prefecto de la Congregación para la causa de los santos, el cardenal Angelo Amato.

10/11/14 8:42 AM


(La Nacion/InfoCatólica) El capuchino Valdés Subercaseaux fue el primer obispo de Osorno. Nació en Santiago de Chile el 23 de septiembre de 1908. Es el segundo de cinco hijos de una familia muy cristiana. Estudió en el Colegio de San Ignacio. Siendo muy niño se enfermó y, desahuciado por los médicos, su madre lo llevó con mucha dificultad desde Santaigo a la lejana Misión de Río Bueno, para que lo viera el misionero capuchino y médico naturista P. Tadeo, famoso por sus métodos de hidroterapia de Knipe. Milagrosamente le hizo recuperar la salud.

Su padre era ingeniero, profesor de la U. Católica en la capital. Estaba en Roma, visitando a sus abuelos -embajadores en dicha ciudad- cuando sintió el llamado de Dios y entró en el Seminario Pío Latinoamericano. Acababa de terminar sus estudios y obtener su bachillerato. Él se quedó en Roma y su familia regresó a Chile. Su madre soñaba constantemente con que Francisco no estaba contento en dicho seminario, ya que su vocación era más secular. Efectivamente él mismo relata del giro que dio: «Y vino el último campanazo. Estábamos en el Pío Latinoamericano de vacaciones en Montenero, y en el ‘Observatore Romano’ leí un día la siguiente noticia: ‘Misiones de Araucanía Chile. Voraz incendio destruyó convento de San Francisco en Valdivia. Mueren carbonizados los padres Albuino y Eucario, misioneros capuchinos bávaros’. La sangre se detuvo en mis venas y quedé como enajenado. Un signo como este no podía quedar ya sin respuesta. Desfiló por mi mente una sucesión de escenas: el padre Tadeo devolviéndome la salud, el santo con el lobo de Gubbio pintado por mi madre; las acuarelas de S. Francisco del tío Pedro, los mapuches de Purén... Hablé ese mismo día con mi director espiritual. Y decidí definitivamente mi vocación, resuelto a realizarla: franciscano, capuchino, misionero de Araucanía».

Así se dirigió a los capuchinos de Baviera para ser enviado posteriormente a la misión de Araucanía. Estudió teología en Venecia donde se ordenó sacerdote el 17 de marzo de 1934, convirtiéndose en el primer chileno que profesó como Capuchino. A fines de ese año fue enviado desde Baviera a la Araucanía.

Llevó una vida de penitencia. Optó por la pobreza en forma radical, comía y dormía muy poco y muchas veces se encontraron en su cama ramas de zarzamora o de rosas que le producían heridas sangrantes.

Fue Profesor de Filosofía en el Seminario de San José de la Mariquina. En 1943 fue designado Párroco Misionero de Pucón, donde vivió la pobreza franciscana y creó el hospital, el monasterio de capuchinas contemplativas, muchas capillas y otras tantas escuelas.

En 1959, uno de los más fuertes terremotos en Chile destruye seis provincias del sur. El Obispo Valdés dedica todas sus energías a colaborar en la reconstrucción de ciudades, pueblos y aldeas, dando apoyo espiritual y material a los damnificados. Construye también una nueva Iglesia Catedral, la que consagra en 1977.

En su libro novelado, «Lemunantü» -que significa Luz del Bosque- relata la historia de la evangelización mapuche y de la misión de este pueblo desde sus comienzos. Es un relato autobiográfico y él mismo aparece camuflado en la persona del agrimensor del territorio mapuche, que se convierte en uno de los misioneros capuchinos, el padre Gottlieb.

En 1979, aquejado de una seria afección al corazón, partió a Santiago y luego a Punta de Tralca. En 1981 apareció un tumor gástrico y fue desahuciado por los médicos.

Dejó Osorno en manos del Vicario General y se retiró a Pucón, dónde se había iniciado. Falleció el 4 de enero de 1982 en el mismo hospital que fundó. La gente, conmovida, iba a rezar a su tumba y le pedían al obispo su beatificación. Sus restos descansan en la cripta de la Catedral de Osorno, bajo el altar mayor.