Una torta de la Serena y unas perrunillas

 

Supongo que cuatro y mal contados, y que muchos me dirán que no merece la pena ni siquiera hablar de los panfletos de Redes Cristianas y de tanto escrito, tanto papel y tanta denuncia de pacotilla. Pues claro que merece la pena, porque una obra de misericordia es enseñar al que no sabe y todavía queda por ahí mucho despistado que se cree que ser cristiano fetén es prenderse cuatro muletillas, sacar dos veces la palabra pobres y citar al papa Francisco. Con eso, más santos que Teresa de Calcuta. Pobres.

He podido leer esta mañana la última ocurrencia de Redes Cristianas en esta ocasión de Badajoz. Supongo que nadie les hace caso y por eso no pierden oportunidad de decir algo asegurándose un minuto de gloria en la prensa local que les haga parecer vivos. Un amigo pacense me puso al loro por teléfono: “tienes que leer lo de Redes Cristianas de Badajoz criticando el derroche del arzobispo en obras faraónicas”. Mi respuesta: “me apuesto una torta de la Serena con unas perrunillas de postre a que habla de estar con los pobres y la falta de democracia en la Iglesia”. Como es natural, he ganado.

Redes cristianas no tiene nada que decir de las obras ni del gasto porque posiblemente no haya nada que decir. Me consta que el arquitecto es un santo varón de los de colocar en peana, que las obras se hacen porque hay que hacerlas y que en su ejecución se han seguido todos los trámites que marca el derecho, incluidos el pase por el consejo de asuntos económicos de la archidiócesis, según reconocen ellos mismos.

¿Entonces, cuál es el problema? Pues cual va a ser, eso, que hay muchos pobres y que hay que estar con ellos. Que no hay suficiente democracia y que las obras son innecesarias, a lo que se añade el hecho vergonzoso de que se han seguido los trámites marcados por el derecho en lugar de haber seguido el evangelio.

Pensar que el derecho está para jorobar al personal solo lo hace quien vive acostumbrado a hacer lo que le viene en gana por encima de leyes y mandatos. El derecho precisamente lo que hace es evitar estas cosas: en lugar de depender de caprichos, se depende de lo establecido, mucho más justo. Mejor depender del evangelio. Qué bonito. ¿Y quién decide lo que es evangélico y lo que no? Pues eso.

Que hay que estar con los pobres… Ahora va a resultar que el enorme trabajo de Cáritas de Mérida-Badajoz no es estar con los pobres. Y los pobres necesitan locales dignos, que no por ser pobres han perdido su dignidad. Democracia… Además de la torta y las perrunillas me apuesto unas botellas de Ribera del Guadiana a que los que más hablan de democracia son los peores dictadores en sus parroquias y grupos. No suele fallar.

Y no me hagan hablar de obras innecesarias. En cuántas parroquias se gasta y malgasta el dinero porque al señor cura de turno se le ocurre cambiar el altar, tirar los velones antiguos, poner una nueva sede, volver a la antigua… Si las obras eran necesarias o no lo habrá decidido quien tiene potestad: el obispo, el colegio de consultores, asuntos económicos con el informe previo del arquitecto. Pues no. Aquí viene alguien, camuflado en el pomposo título de “Redes Cristianas” a decidir lo que es democracia eclesial, obras necesarias o no, a enseñar la opción por los pobres y a desvelarnos la maldad que supone regirnos por el derecho en lugar de por el evangelio.

Por acabar, y por incordiar. Derroche el del expresidente de la Junta, señor Rodríguez Ibarra, que se gastó en su despacho más de dos millones de euros, que incluían entre otras cosas, un sofá de más de tres mil euros, en una región marcada muy especialmente por la pobreza. ¿Algún comunicado de Redes Cristianas? ¿Añadimos unas migas?