Iglesia-Estado

La Doctrina de la Fe recuerda que los divorciados no pueden comulgar ni confesarse si no se arrepienten

 

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha respondido oficialmente a un sacerdote francés, que preguntaba hace unos días si era posible conceder la absolución sacramental a un fiel que se había divorciado y vuelto a casar.


El arzobispo secretario del dicasterio, Monseñor Ladaria, ha sido el encargado de elaborar y firmar el responsum, con fecha 22 de octubre de 2014.  Ha sido tajante con su respuesta: en base a lo acordado en el Concilio de Trento, no puede darse la absolución si no hay certeza de una verdadera contrición.

En el texto, Ladaria afirma que no se puede excluir a priori un proceso penitencial para los fieles divorciados vueltos a casar, que tendría como fin el acceso a los sacramentos de la Penitencia y la Eucarístía. Y cita la exhortación apostólica Familiaris Consortio de San Juan Pablo II, Papa:

La reconciliación en el sacramento de la penitencia –que les abriría el camino al sacramento eucarístico– puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, –como, por ejemplo, la educación de los hijos– no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»

Por esta razón, la Congregación para la Doctrina de la Fe dispone que se tome en consideración las siguientes premisas:

-- La verificación de la validez del matrimonio religiosorespetando la verdad, evitando en todo momento dar la impresión de que se produce una especie de «divorcio católico».

-- Comprobar si las personas, con la ayuda de la gracia, pueden separarse de sus nuevas parejas y reconciliarse con aquellos de quiénes se habían separado. 

-- Invitar a las personas vueltas a casar que, por razones serias, no pueden separarse de sus parejas, a que vivan como «hermano y hermana».

Tras dichas recomendaciones, Monseñor Ladaria recuerda el magisterio dogmático del concilio de Trento sobre las condiciones del sacramento de la penitencia.

En esta línea apunta que los divorciados, que se han vuelto a casar deben comprometerse a no pecar para recibir la absolución que solicitan.