Ha comenzado este jueves 20 de noviembre en Roma el tercer Congreso Mundial de los Movimientos eclesiales y de las Nuevas comunidades, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos para responder a la llamada a la conversión misionera lanzada por el Papa Francisco a todos los cristianos en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
El congreso -el tercero de este tipo tras los celebrados bajo el
pontificado de san Juan Pablo II en 1998 y de
Benedicto XVI en 2006- cuenta con la
participación de más de 300 miembros de asociaciones laicas
procedentes de 40 países, reunidos para reflexionar sobre el
tema ”La alegría del evangelio: una alegría misionera”.
Ha abierto los trabajos el cardenal Stanislaw Rylko, presidente
de ese Consejo Pontificio, recordando el rico magisterio de los
tres últimos pontífices sobre lo que San Juan Pablo II definió
”La nueva estación de agregación de los fieles laicos”. El
purpurado subrayó que el pontífice santo siguió muy de cerca el
rápido desarrollo de los movimientos eclesiales y de las nuevas
comunidades, acompañándolo con su palabra clara e iluminadora… e
indicó una nueva etapa para la vida de los nuevos carismas: la
de la madurez, tras el florecimiento inicial”.
Para Benedicto XVI, prosiguió, ”las múltiples formas y la unidad
de los carismas y ministerios eran inseparables de la vida de la
Iglesia. El Espíritu Santo quiere la multiplicidad de
movimientos al servicio del único Cuerpo que es la Iglesia”.
El Papa Francisco que conoce
muy bien la realidad de los movimientos eclesiales insiste,
agregó el cardenal Rylko, ”en afirmar que los
nuevos carismas no son un patrimonio cerrado, entregado a un
grupo para que lo guarde; se trata, en cambio, de regalos del
Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos hacia el
centro que es Cristo, desde donde se encanalan en un impulso
evangelizador”.