ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de noviembre de 2014

La frase del día martes 25

Cuando nos dirijamos a alguien, recordemos que Cristo vive en esa persona. 
Beata Madre Teresa de Calcuta

 


Primera Plana

El Papa en Estrasburgo: 'La persona sea el centro y no la economía'
Las raíces cristianas favorecen la identidad de Europa y la protegen del utilitarismo, terrorismo y cultura del descarte. Invita a defender la vida, la familia, lo creado. Crear trabajo para los jóvenes y acoger a los inmigrantes

Francisco en el Consejo de Europa: 'Las raíces cristianas inspiren a los europeos'
En su discurso, el Santo Padre ha pedido construir una Europa con espíritu de servicio, educar a la paz, abandonar la cultura del conflicto, promover los derechos humanos y enlazarlos con el desarrollo de la democracia

Eurodiputados españoles abandonan el hemiciclo mientras habla el Papa
La portavoz del grupo luce una camiseta a favor del aborto durante la protesta

La importancia de la visita del papa Francisco a Estrasburgo
Entrevista al arzobispo de Estrasburgo, Mons. Jean-Pierre Grallet. 'Una palabra fuerte para despertar las conciencias'

El papa Francisco

Francisco sobre los abusos en Granada: La verdad no debemos esconderla
El Santo Padre ha respondido a las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso de Estrasburgo

El Papa al arzobispo de Barcelona: 'Todos necesitan sentir la cercanía de Dios'
Mensaje del Santo Padre al cardenal Lluí­s Martí­nez Sistach con motivo del I Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades

Mirada al mundo

La reina Rania: 'educación y empleo para desmotivar al terrorismo'
En la Cumbre de Abu Dabi sobre los Medios, la monarca jordana invita a usar la red para dar visibilidad al islam moderado y a los valores árabes

Colombia: a pesar de todo la Iglesia pide negociar la paz con las FARC
El presidente de la CEC se reúne con los negociadores del Gobierno. La guerrilla podrí­a liberar al general Alzate, lo que darí­a por terminada la crisis que atraviesan los diálogos de La Habana

Participantes del XIII Encuentro RIIAL envían una carta al papa Francisco
Desde Lima renuevan su comunión y adhesión al ministerio del Santo Padre, caracterizado por el servicio

Entrevista

Argentina-Derechos humanos: 'Bergoglio cumplió con lo que dice el evangelio'
Entrevista al embajador argentino ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero. 'El papa Francisco demuestra que está del lado de la verdad y la justicia'

Rome Reports

(VIDEO) Francisco saluda a un joven con discapacidad a la salida del Consejo de Europa
Un gran despliegue de seguridad marca el segundo encuentro del Papa en Estrasburgo

(VIDEO) El Papa al Parlamento Europeo: Que Europa no gire en torno a la economí­a sino a la persona
Muy aplaudida su fórmula para que Europa recupere confianza y creatividad para construir la paz

(VIDEO) El Papa se reúne por sorpresa con la dueña de la casa en la que vivió en Alemania
Las anécdotas de la visita del Papa al Parlamento Europeo

Espiritualidad

Beato Santiago Alberione - 26 de noviembre
«Fundador de la Familia Paulina. Un religioso visionario, un profeta que apreció la riqueza de los mass media para difundir el Evangelio; fueron un instrumento de gran fecundidad apostólica en manos de este genial beato»

Documentación

Texto completo del discurso del Santo Padre al Parlamento Europeo

Texto completo del discurso del Santo Padre al Consejo de Europa
Después del Parlamento Europeo, el Santo Padre fue al Consejo de Europa. Construir una Europa con espí­ritu de servicio, educar a la paz, abandonar la cultura del conflicto, promover los derechos humanos, y enlazarlos con el desarrollo de la democracia


Primera Plana


El Papa en Estrasburgo: 'La persona sea el centro y no la economía'
Las raíces cristianas favorecen la identidad de Europa y la protegen del utilitarismo, terrorismo y cultura del descarte. Invita a defender la vida, la familia, lo creado. Crear trabajo para los jóvenes y acoger a los inmigrantes

Por Rocío Lancho García, H. Sergio Mora

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El santo Padre Francisco hoy en Estrasburgo realiza el viaje papal más corto de la historia. En total, estará menos de cuatro horas en la ciudad francesa.

Tras el aterrizaje a las 10.00, el Papa se ha trasladado en coche a la sede del Parlamento Europeo, donde ha sido recibido por el presidente, Martin Schulz. Allí también una multitud le esperaba, emocionada y con vivas al Papa. También algunos funcionarios curiosos se han asomados a las ventanas para presenciar la llegada del Santo Padre e inmortalizar el momento tomando fotos con los teléfonos móviles.

Después de escuchar los himnos, el del Vaticano, y el de la Unión Europea, tocados por la banda militar francesa mientras se izaba la bandera vaticana, el Papa se ha dirigido en coche al ingreso de honor del Parlamento: Espace Mariana de Pineda. Aquí ha tenido lugar la presentación de las dos delegaciones, de los 14 miembros del Bureau del Parlamento y de los 8 presidente de los grupos políticos de la Asamblea.

Entre los saludos del Papa a los presentes que estaban por los pasillos, Francisco se ha reencontrado con la anciana Elma Scmidt, la dueña de la casa que lo hospedó en 1986 en Alemania. Momento, en el que ninguno de los dos ha escondido su emoción y alegría. Mientras caminaban por el Parlamento, se ha podido escuchar al Santo Padre hablar algunas frases en alemán con el presidente Schulz.

Tras algunas fotografías, Francisco ha firmado el Libro de Oro, se ha intercambiado los regalos y finalmente el Papa se ha reunido con el presidente Schulz, en presencia de algunas autoridades políticas y eclesiásticas. El Pontífice argentino ha regalado al europarlamento un mosaico con una paloma de la paz.

A las 11.15, el papa Francisco ha entrado en el hemiciclo para la Sesión solemne del Parlamento Europeo. Después del discurso de Martin Schulz, el Papa ha pronunciado su discurso, el cual fue interrumpido varias veces por los aplausos.

Europa gire entono a la persona y no a la economía
En su discurso el Santo Padre invitó a los eurodiputados a “construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana, a los valores inalienables”. Una Europa “que abrace con valentía su pasado, y mire con confianza su futuro para vivir plenamente y con esperanza su presente”

El Papa señaló que “el ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que --lamentablemente lo percibimos a menudo-- cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer”.

Las raíces cristianas de Europa
Consideró fundamental “el patrimonio que el cristianismo ha dejado” lo que no constituye un peligro para la laicidad de los Estados y para la independencia de las instituciones de la Unión”. Y que gracias a “las propias raíces religiosas”, puede defenderse mejor de  “tantos extremismos que se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los ideales”, porque “es precisamente este olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia”.

Persecución religiosa
Pidió también no olvidarese de “las numerosas injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo”.

Invertir en la familia y en la educación
 “Dar esperanza a Europa no significa sólo reconocer la centralidad de la persona humana, sino que implica también favorecer sus cualidades”. Por este motivo hay que “invertir en ella y en todos los ámbitos en los que sus talentos se forman y dan fruto” dijo.

“El primer ámbito --indicó el papa Francisco-- es seguramente el de la educación, a partir de la familia, célula fundamental y elemento precioso de toda sociedad”.

Defender lo creado 
El Pontífice entró también en el tema de la defensa de lo creado: “Europa ha estado siempre en primera línea de un loable compromiso en favor de la ecología”, precisando que los hombres son “custodios, pero no dueños”.

Trabajo
Sobre el trabajo recordó que “es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo”, que “no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar los hijos”.

Migración
“No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”, indicó el Santo Padre, y pidió “legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes”.

Indicó también que “la conciencia de la propia identidad es indispensable en las relaciones con los otros países vecinos”, particularmente con los aquellos “que sufren a causa de conflictos internos y por la presión del fundamentalismo religioso y del terrorismo internacional”.

Dos mil años unen a Europa al cristianismo
Y concluyó indicando que “dos mil años de historia unen a Europa y al cristianismo. Una historia en la que no han faltado conflictos y errores, pero siempre animada por el deseo de construir para el bien”.

Por ello invitó a "promover una Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe. La Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad".

Leer el texto completo del discurso del papa Francisco

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Francisco en el Consejo de Europa: 'Las raíces cristianas inspiren a los europeos'
En su discurso, el Santo Padre ha pedido construir una Europa con espíritu de servicio, educar a la paz, abandonar la cultura del conflicto, promover los derechos humanos y enlazarlos con el desarrollo de la democracia

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - La segunda parada de la breve visita realizada este martes porFrancisco a la ciudad francesa de Estrasburgo ha sido el Consejo de Europa.

Construir una Europa con espíritu de servicio, educar a la paz, abandonar la cultura del conflicto, promover los derechos humanos, y enlazarlos con el desarrollo de la democracia, fue la invitación del Santo Padre. Para ello invitó a considerar sus raíces no solamente "una simple herencia de museo o del pasado" pero un patrimonio humano "aún capaz de inspirar" a los europeos. Y prometió la colaboración de la Santa Sede con el Consejo de Europa para forjar la mentalidad de las futuras generaciones de europeos. Al finalizar el discurso de Francisco, todos los presentes en pie han aplaudido con intensidad.

Después de su discurso en el Parlamento Europeo, el Papa se ha dirigido en coche al Consejo de Europa. A su llegada, casi media hora más tarde de lo previsto, el Papa ha sido recibido por el secretario general del Consejo, Thorbjørn Jagland, acompañado por otras autoridades. En la entrada, se agolpaba un gran número de personas que querían presenciar la llegada del Santo Padre.

Tras la presentación de las dos delegaciones, el Papa se ha reunido con algunas personalidades políticas y eclesiásticas con el secretario general. Al finalizar, Francisco ha firmado el Libro de Oro, se han hecho las fotos oficiales, y se han intercambiado los regalos. Finalmente, el papa Francisco ha caminado hasta al hemiciclo para la Sesión Solemne del Consejo de Europa.

Historia del Consejo de Europa
"El proyecto de los Padres fundadores era reconstruir Europa con un espíritu de servicio mutuo, que aún hoy, en un mundo más proclive a reivindicar que a servir, debe ser la llave maestra de la misión del Consejo de Europa, en favor de la paz, la libertad y la dignidad humana", ha indicado Francisico. Y ha añadido que "el camino privilegiado para la paz – para evitar que se repita lo ocurrido en las dos guerras mundiales del siglo pasado – es reconocer en el otro no un enemigo que combatir, sino un hermano a quien acoger".

Lograr la paz
"Para lograr el bien de la paz es necesario -ha observado ante todo educar para ella, abandonando una cultura del conflicto, que tiende al miedo del otro, a la marginación de quien piensa y vive de manera diferente".

Terrorismo, tráfico de armas
"La Iglesia considera que la carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable".

¿Cómo lograr el objetivo ambicioso de la paz?
En esta sede siento el deber  de señalar -ha firmado Francisco- la importancia de la contribución y la responsabilidad europea en el desarrollo cultural de la humanidad. Y ha añadido que "para caminar hacia el futuro hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y también se requiere el valor de no esconderse ante el presente y sus desafíos".

La verdad
Sin la búsqueda de la verdad, "cada uno se convierte en medida de sí mismo y de sus actos, abriendo el camino a una afirmación subjetiva de los derechos, por lo que el concepto de derecho humano, que tiene en sí mismo un valor universal, queda sustituido por la idea del derecho individualista", ha afirmado.

Preguntas a Europa
¿Dónde está tu vigor? ¿Dónde está esa tensión ideal que ha animado y hecho grande tu historia? ¿Dónde está tu espíritu de emprendedor curioso? ¿Dónde está tu sed de verdad, que hasta ahora has comunicado al mundo con pasión?

Las raíces cristianas
Invitó a considerar sus raíces no solamente "una simple herencia de museo o del pasado" pero un patrimonio humano "aún capaz de inspirar" a los europeos. El Papa recordó que la paz inicia reconociendo "en el otro no un enemigo que es necesario combatir, pero a un hermano que hay que acoger".

El terrorismo religioso e internacional
Recordó que "la paz es también probada por otras formas de conflicto, como el terrorismo religioso e internacional, que nutre profundo desprecio por la vida humana y hace de manera indiscriminada víctimas inocentes". Y añadió que "tal fenómeno es lamentablemente alimentado por un táfico de armas que muchas veces opera sin ser molestado".

Corte Europea de los Derechos Humanos
Es de alguna manera la «conciencia» de Europa. Por eso, ha expresado que "mi esperanza es que dicha conciencia madure cada vez más, no por un mero consenso entre las partes, sino como resultado de la tensión hacia esas raíces profundas, que es el pilar sobre los que los Padres fundadores de la Europa contemporánea decidieron edificar".

El reto de la multipolaridad
"Globalizar de modo original la multipolaridad comporta el reto de una armonía constructiva, libre de hegemonías que, aunque pragmáticamente parecen facilitar el camino, terminan por destruir la originalidad cultural y religiosa de los pueblos". De este modo, ha asegurado que la tarea de globalizar la multipolaridad de Europa no se puede imaginar con la figura de la esfera sino más bien con la del poliedro, donde la unidad armónica del todo conserva la particularidad de cada una de las partes.

El desafío de la transversalidad
Si quisiéramos definir hoy el Continente, debemos hablar de una Europa dialogante, que sabe poner la transversalidad de opiniones y reflexiones al servicio de pueblos armónicamente unidos, ha observado el Pontífice. Por eso, ha añadido que "una Europa que dialogue únicamente dentro de los grupos cerrados de pertenencia se queda a mitad de camino; se necesita el espíritu juvenil que acepte el reto de la transversalidad".

Encuentros sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural
Dichos encuentros, "parecen particularmente importantes en el ambiente actual multicultural, multipolar, en busca de una propia fisionomía, para combinar con sabiduría la identidad europea que se ha formado a lo largo de los siglos con las solicitudes que llegan de otros pueblos que ahora se asoman al Continente".

Papel de la Iglesia católica en el Consejo de Europa
A propósito, ha mencionado temas de los que la Iglesia se preocupa: cuestiones relacionadas con la protección de la vida humana, cuestiones delicadas que han de ser sometidas a un examen cuidadoso, que tenga en cuenta la verdad de todo el ser humano, sin limitarse a campos específicos, médicos, científicos o jurídicos, acogida de los emigrantes, el grave problema del trabajo, elevados niveles de desempleo juvenil, cuestión de la dignidad del trabajo.

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Eurodiputados españoles abandonan el hemiciclo mientras habla el Papa
La portavoz del grupo luce una camiseta a favor del aborto durante la protesta

Por Iván de Vargas

MADRID, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Los seis eurodiputados españoles de la Izquierda Plural (Izquierda Unida, Alternativa Galega de Esquerda e Iniciativa per Catalunya Verds) han abandonado este martes el hemiciclo durante la intervención del papa Francisco ante el pleno de la Eurocámara. Un gesto que no ha sido secundado por ningún otro representante político europeo. 

Interrumpido varias veces por los aplausos, el Santo Padre estaba aprovechando la ocasión para recordar a los europarlamentarios que "su misión es preocuparse de la fragilidad de los pueblos y las personas".

"Nos hemos salido porque entendemos que esto es una institución pública y aquí no caben sermones religiosos", ha afirmado la portavoz del grupo, Marina Albiol, a las puertas del aula parlamentaria.

"Entendemos que debe haber una separación entre las creencias religiosas y las instituciones públicas", ha explicado Albiol, que también ha considerado "muy llamativo" que otros eurodiputados de grupos ideológicos similares no se hayan sumado a la protesta.

La presencia del Pontífice argentino en el Europarlamento les ha parecido "sobre todo una falta de respeto a las millones de personas laicas y de otras confesiones", ha indicado la eurodiputada, que en todo momento ha lucido una camiseta a favor del aborto.

Hace unos días, los eurodiputados liderados por Albiol hicieron llegar una carta al presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, en la que mostraban su "rechazo frontal" a la invitación de la Eurocámara al Santo Padre.

"Desde la Delegación de la Izquierda Plural en el Parlamento Europeo queremos trasladarle nuestro malestar ante la visita e intervención del papa Francisco en la sesión plenaria del próximo 25 de noviembre", señalan los eurodiputados en la misiva.

"Su participación es un claro ataque a la necesaria separación estricta entre la religión y las instituciones públicas y supone una grave ofensa a la laicidad de millones de ciudadanos y ciudadanas europeas", indican los firmantes.

Para la Izquierda Plural, "la Unión Europea debe ser ejemplo de garantía de libertad de conciencia y de no imposición ni promoción de valores religiosos, pertenecientes éstos a la esfera privada de las personas".

En el escrito, anuncian también que adoptarán esa misma postura "ante cualquier otra intervención de un representante confesional".

Firman la carta los parlamentarios europeos Marina Albiol, Ernest Urtasun, Paloma López, Lídia Senra, Ángela Vallina y Javier Couso.

La Izquierda Plural es el nombre que adoptó una coalición electoral formada en España para presentarse a las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Fue la tercera fuerza política más respaldada del país, obteniendo algo más de 1,5 millones de votos (10,03 por ciento de los sufragios) y seis escaños.

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La importancia de la visita del papa Francisco a Estrasburgo
Entrevista al arzobispo de Estrasburgo, Mons. Jean-Pierre Grallet. 'Una palabra fuerte para despertar las conciencias'

Por Anita Bourdin

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - La visita del papa Francisco a las instituciones europeas será una visita relámpago pero, al estar despojada de cualquier otra cita, tendrá un impacto aún más fuerte, estima Mons. Jean-Pierre Grallet, arzobispo de Estrasburgo, que acogerá al Santo Padre en el Aeropuerto de Entzheim este martes. Esta es la segunda vez que un papa va al Parlamento Europeo. El 8 de octubre de 1988, Juan Pablo II había pronunciado un discurso histórico sobre "el alma de Europa". Mons. Grallet confía a los lectores de ZENIT que espera que la visita "despierte las conciencias sobre nuestra responsabilidad en el concierto de las naciones".

                                                             ***

¿Cómo se va a desarrollar esta visita del papa Francisco a las instituciones europeas?
--Mons. Jean-Pierre Grallet: El obispo del lugar acoge siempre al Obispo de Roma, y lo hago con alegría, si bien el Santo Padre no visitará stricto sensu la diócesis de Estrasburgo.

El trayecto desde el Aeropuerto de Entzheim no se realiza en papamóvil, sino en un coche normal: será un viaje muy rápido, muy seguro, a través de una ruta que no se conoce de antemano. Todo se desarrollará en tres horas. El Papa llegará a las diez menos diez y regresará a las 13:50 horas. Almorzará en el avión. A falta de pan, compartiremos su esperanza. Este será un paso de gran sobriedad desde el punto de vista de la visibilidad del Papa en Alsacia. No habrá un baño de multitudes. Pero esto pone aún más en valor su deseo de decir una palabra fuerte a las instituciones europeas y a Europa, y no mezclar este mensaje con otras realidades de la vida pastoral. La sala de prensa de la Santa Sede quiso anunciar los detalles de la visita a las instituciones, al mismo tiempo que anunció oficialmente una visita pastoral a Francia en 2015. Pero se decidió que no se llevara a cabo al mismo tiempo. Estoy muy contento con la llegada del Papa y me alegro del bien que hará esta visita.

¿Los estrasburgueses qué dicen?
-- Mons. Jean-Pierre Grallet: El anuncio de la visita del Papa suscitó un entusiasmo gigantesco que muestra su gran popularidad, incluso en los ámbitos no cristianos. La gente pensaba que el Papa también podría pasar por la catedral, cuyo milenio estamos celebrando este año. Las personas han ofrecido tanto hoteles, como restaurantes, recibimos solicitudes de reserva. Después el Papa confirmó que iba a visitar sólo las instituciones europeas, el Parlamento y el Consejo de Europa, y que se reservaba la visita pastoral para más tarde. Los estrasburgueses se sienten honrados y confortados con el papel de Estrasburgo como capital europea. El canal público France 3 Alsacia transmite en directo la visita del Papa desde las 9:30 a 12:00, una muestra de su importancia. KTO también retransmite desde las 10:30 los dos discursos del papa Francisco en directo. Todos los cristianos y todos aquellos que lo deseen están invitados a reunirse en la catedral para vivir este acontecimiento, para seguir en directo a través de unas pantallas gigantes esta corta visita y escuchar los discursos íntegros. Pero también para rezar desde las 9:30. La catedral estará abierta de forma continua, de 9 a 14 horas.

¿Qué cabe esperar de la visita del Papa?
- Mons. Jean-Pierre Grallet: Si el Papa viene a Estrasburgo, no lo hace para ver a unos funcionarios. Está claro que despertará la atención sobre la vida de la joven Europa, que tiene sólo unas pocas décadas. Será bueno para Europa, hará bien a los cristianos, y también creo que hará bien a todos los hombres de buena voluntad que van a escuchar su mensaje. Desconozco lo que ha escrito y me dejaré sorprender. No tengo ninguna duda de que va a tener una palabra libre y fuerte, que, naturalmente, se inspirará en el Evangelio y en el pensamiento social de la Iglesia, y que no dudará en denunciar la pusilanimidad del mundo occidental. Me acuerdo de lo que dijo en Lampedusa.

Pienso también que tiene experiencia internacional: fue a Asia, a Corea, vio un país muy pobre como Albania, conoce el drama de Oriente y la terrible guerra, viene de América Latina, no es insensible a lo que está sucediendo en África. Así que tiene una visión mundial, planetaria, y creo que va a situar a los europeos en el concierto de las naciones, frente al desarrollo de todo el planeta.

Ciertamente, serán cosas como estas las que alimentarán su palabra, además de los grandes temas morales, de las cuestiones sociales, no es impensable que hable de todo ello. No creo que vaya a halagar a los europeos. En su lugar, les dirá: '¡Atención! Ustedes tiene la seguridad, pero esto no es para que ustedes se replieguen sobre sí mismos'. Creo que va a despertar las conciencias sobre nuestra responsabilidad en el concierto de las naciones. Espero eso. Espero que comprenderán bien sus palabras. Tengo indicios bastante positivos: su autoridad moral es incuestionable y todo el mundo se siente honrado de acogerle.

La visita del papa Francisco concuerda bien con el sentido de su lema episcopal...
- Mons. Jean-Pierre Grallet: Mi lema episcopal, "Duc in altum", de hecho significa: escucha, rema mar adentro, no te pliegues, no gimas, no te desmorones... ¡rema mar adentro!

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El papa Francisco


Francisco sobre los abusos en Granada: La verdad no debemos esconderla
El Santo Padre ha respondido a las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso de Estrasburgo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - La carta de denuncia "yo la he recibido personalmente. He leído esto, he llamado a la persona y le he dicho: tú mañana vas donde el obispo. Y le he escrito al obispo para que comenzara el trabajo, que hiciera la investigación y siguiera adelante. ¿Cómo lo he recibido? Con gran dolor. Grandísimo dolor. Pero la verdad es la verdad y no debemos esconderla".

Con estas palabras el papa Francisco ha explicado durante la rueda de prensa en el avión de regreso de Estrasburgo, cómo recibió la denuncia de abusos sexuales en Granada, según ha informado hoy la cadena española de radio COPE.

El caso llegó al conocimiento del público cuando el pasado lunes algunos medios de comunicación españoles publicaron la noticia de un joven español, que había escrito al Santo Padre para contarle los abusos que sufrió cuando era menor. Esta persona recibió la llamada del Papa que le pidió perdón en nombre de la Iglesia y le animó a que denunciara los hechos.

Posteriormente, el joven formalizó una denuncia por abusos, ante la Fiscalía Superior de Andalucía, contra todos los implicados, al menos una docena entre sacerdotes y laicos  de distintas residencias de la provincia.

Este lunes fueron detenidos tres sacerdotes y un seglar, para dar declaraciones. Además, otra persona presentó en un juzgado de guardia una nueva denuncia por abusos sexuales.

El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha informado en un comunicado de que los detenidos pasarán a disposición judicial en un plazo máximo de 72 horas, una vez que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado finalicen sus investigaciones.

La primera fase de la investigación de este caso ha culminado con la toma de declaración de más de una docena de individuos y la detención de estas cuatro personas que se consideran los "principales señalados" en este asunto.

La Policía Judicial está realizando una labor "pormenorizada", también en lo referido al origen de las propiedades de las personas que supuestamente están implicadas en los abusos.

El caso, sobre el que está decretado el secreto de sumario, sigue su curso en el ámbito de la investigación.

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El Papa al arzobispo de Barcelona: 'Todos necesitan sentir la cercanía de Dios'
Mensaje del Santo Padre al cardenal Lluí­s Martí­nez Sistach con motivo del I Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades

Por Redacción

MADRID, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Los 22 cardenales que participan desde el lunes en el I Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades han celebrado ayer su primera reunión en el seminario mayor de Barcelona, donde también se alojan, y han debatido sobre cómo predicar el evangelio en las metrópolis. Durante tres días, los purpurados van a abordar los inconvenientes de las grandes urbes y sus principales dificultades pastorales. 

"Soledad, aislamiento, violencias, pobreza y miseria, y pérdida de confianza en las instituciones" son algunos de los problemas que el arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez Sistach, ha detectado en las grandes ciudades, donde propugna que las parroquias estén siempre abiertas y la Iglesia se acerque más a las personas más desfavorecidas.

Este martes la Basílica de la Sagrada Familia ha acogido una celebración litúrgica de la Palabra, presidida por Mons. Martínez Sistach. El acto ha contado también con intervenciones musicales a cargo de la Polifónica de Puig Reig y de la Escolanía de Montserrat. Antes, todos los asistentes han tenido la oportunidad de escuchar al papa Francisco, que les ha dedicado el siguiente mensaje:

"Querido Hermano, 

Te saludo con afecto en estos momentos en que se dan los últimos pasos del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, celebrado en Barcelona. Y saludo también a los organizadores y participantes en sus distintas fases. Me alegro por los esfuerzos realizados, y aliento a todos a seguir reflexionando, de manera creativa, sobre el modo de afrontar la tarea evangelizadora en los grandes núcleos urbanos, cada vez en mayor expansión, y en los que todos necesitan sentir la cercanía y la misericordia de Dios, que nunca los abandona. Él siempre sabe hacerse encontrar, toma la iniciativa para ofrecer el sentido de la vida verdadera a quienes están solos, desorientados o doloridos por las heridas provocadas a menudo por una sociedad frenética e insolidaria.

La Iglesia tiene la misión de hacer llegar la Buena Noticia de Jesucristo y su amor salvador a los diferentes ambientes, sin temer al pluralismo y sin caer en discriminación alguna. No considera una pérdida salir a las periferias, o cambiar los esquemas acostumbrados, sí es preciso. Como a una madre, lo que le interesa es el bien de sus hijos, sin escatimar esfuerzos y sacrificios: que no les falte la luz del Evangelio para llevar una vida fecunda de esperanza, de alegría y de paz; que no les falte acogida para sentirse integrados en una comunidad, sea en circunstancias de disgregación como de frío anonimato; que crezca en ellos el espíritu de auténtica solidaridad con todos, especialmente con los más necesitados.

Pido al Señor que los trabajos de ese Congreso iluminen la acción pastoral en el momento actual, y les bendigo de corazón a los congresistas y a cuantos participan en el solemne acto que, con esta ocasión, tiene lugar en el emblemático templo de la Sagrada Familia, en Barcelona.

Te ruego que reces y hagas rezar por mí y por los frutos de mi servicio a la Iglesia.

Que Jesús te bendiga y la Virgen santa te cuide".

El Santo Padre recibirá en audiencia a los congresistas el 27 de noviembre en el Vaticano para conocer las conclusiones, según ha informado a los medios de comunicación el propio purpurado catalán. 

También puede leer: España: cardenales estudian la 'Pastoral de las grandes ciudades'

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Mirada al mundo


La reina Rania: 'educación y empleo para desmotivar al terrorismo'
En la Cumbre de Abu Dabi sobre los Medios, la monarca jordana invita a usar la red para dar visibilidad al islam moderado y a los valores árabes

Por Iván de Vargas

MADRID, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - La reina Rania de Jordania ha apostado el pasado 18 de noviembre por adoptar una educación moderna y desarrollada, así como por favorecer políticas de empleo para los jóvenes, en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico y el terrorismo en el mundo árabe.

En su discurso inaugural durante la Cumbre de Abu Dabi sobre los Medios, la Reina ha instado a crear cien millones de puestos de trabajo para la juventud árabe como una alternativa para salvarlos del extremismo, porque "la enseñanza por sí sola no es la solución".

"Los extremistas y sus seguidores han salido de aulas que no los han motivado a pensar, han aprendido programas anticuados, han salido de sociedades en las que un cuarto de los jóvenes están desempleados, sin ayuda social que garantice una vida digna y donde las oportunidades para mejorar la situación son escasas", ha lamentado.

Por otro lado, la esposa del monarca hachemita Abdalá II ha destacado que el volumen de las inversiones en el ámbito de las comunicaciones alcanzará casi los 10 mil millones de dólares en el año 2020.

Así, ha denunciado que "una minoría de extremistas sin fe utilizan las redes sociales para reescribir nuestra historia (…) y modificar nuestra identidad".

En ese sentido, ha invitado a aprovechar esa tecnología de la mejor manera posible "para mejorar la imagen del islam y de los valores árabes y no dar la oportunidad a los extremistas y terroristas de que los desprestigien".

Por ello, ha recordado que no se debe "permitir a una minoría que no tiene ninguna relación con la religión robar la identidad [islámica] y reemplazarla por otras de violencia, asesinato e ignorancia".

"Por el bien de cada uno de nosotros, por el islam y el mundo árabe, por el futuro de nuestros jóvenes, debemos escribir un nuevo relato y difundirlo al mundo", ha insistido la Reina dirigiéndose a los medios de comunicación árabes.

"Porque si no decidimos lo que es nuestra identidad y lo que será nuestra herencia, los extremistas lo harán por nosotros", ha advertido.

Además, ha recomendado una estrategia a largo plazo, que apueste por las inversiones a favor de una enseñanza moderna para todos y que incluya la capacitación de los profesores.

Asimismo, Rania de Jordania ha afirmado que la actual batalla entre moderados y extremistas en todo el mundo quizá se prolongue y sea difícil, pero será necesaria para el futuro del islam y del mundo árabe.

Por último, ha criticado a "la mayoría moderada" de la región porque, en su opinión, su silencio ha contribuido al éxito del terrorismo.

La Cumbre de Abu Dabi ha abordado el futuro del ámbito de la información en la región árabe y el resto del mundo y ha contado con la participación de representantes de esa industria de diversos países.

Para más información: www.admediasummit.com y www.queenrania.jo

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Colombia: a pesar de todo la Iglesia pide negociar la paz con las FARC
El presidente de la CEC se reúne con los negociadores del Gobierno. La guerrilla podrí­a liberar al general Alzate, lo que darí­a por terminada la crisis que atraviesan los diálogos de La Habana

Por Redacción

MADRID, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El arzobispo de Tunja y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, ha señalado este martes que pese a las recientes declaraciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre el proceso de paz, reconoce su voluntad en las negociaciones que se adelantan en La Habana.

Según ha informado la página web de la CEC, Mons. Castro Quiroga ha indicado que "ellos dicen muchas cosas que a veces a nosotros nos disgustan, pero lo importante es que cuando se refieren al proceso de paz y a la agenda que se lleva en La Habana, manifiestan seriedad y cumplimiento".

Las declaraciones del prelado se han producido tras una reunión con el presidente Juan Manuel Santos Calderón, donde el arzobispo de Tunja reiteró al primer mandatario colombiano el apoyo de la Iglesia católica para seguir adelante con el proceso de paz.

El presidente de la CEC acudió a la Casa de Nariño en compañía del padre Darío Echeverry, secretario de la Comisión de Conciliación Nacional, que ha estado presente en la selección de las comisiones de víctimas que han viajado a Cuba.

En la reunión, también estuvieron presentes el jefe negociador del equipo de Gobierno, Humberto de la Calle, los ministros consejeros de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez y el general retirado Oscar Naranjo.

Por otra parte, ya están en marcha las operaciones para liberar al general Rubén Darío Alzate y cuatro secuestrados más en poder de las FARC, lo que daría por terminada la crisis que atraviesan los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y esa guerrilla. 

En este sentido, Mons. Castro Quiroga ha hecho también un llamamiento para que no haya interferencias en la liberación de los militares, y ha pedido a los diferentes actores que intervienen en este proceso que liberen a los secuestrados lo más pronto posible.

"El llamado a las FARC es que efectivamente cumplan con esto que han dicho, que no vaya a haber obstáculos. No siempre los inconvenientes son de parte de la guerrilla, pueden ser también de parte del Ejército o por otras causas. Esperamos que todo salga bien", ha apuntado el prelado.

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Participantes del XIII Encuentro RIIAL envían una carta al papa Francisco
Desde Lima renuevan su comunión y adhesión al ministerio del Santo Padre, caracterizado por el servicio

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Mons. Claudio María Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales (PCCS), recibió el especial encargo de hacer llegar la carta que 130 comunicadores de la Iglesia, participantes en el XIII Encuentro Continental RIIAL 2014 realizado en la ciudad de Lima, dirigieron al Papa Francisco.

Lo indica la web del PCCS,  precisando que esta cita se dio con el deseo de acoger el desafío planteado en la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: comprender y vivir la comunicación y sus redes siempre al servicio de una auténtica cultura del encuentro, con especial atención a las periferias existenciales presentes en el mundo digital.

Por esta razón, el evento organizado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, el Consejo Episcopal Latinoamericano a través de la Conferencia Episcopal Peruana, convocaron con meses de anticipación, tuvo por lema: “Redes para una cultura del encuentro”.

Tal como ellos mismos lo señalan en el texto de la carta, todos los asistentes, operadores de las redes, así como directivos de oficinas y departamentos de comunicación de 20 países de América Latina y el Caribe, se reunieron entre el 17 y 21 de este mes en la Casa de Espiritualidad Santa Rosa, para reflexionar en torno a sus interlocutores, quienes esperan hallar una Iglesia que los ama. No es la tecnología la que logra inflamar los corazones, es la ternura de Dios que nos sentimos invitados a transparentar como sus testigos, precisan.

En el mismo sentido manifiestan que su deseo fue poner en la mesa común, concepto muy usado en la RIIAL, el caminar de sus conferencias episcopales e instituciones, de sus aprendizajes y logros, frustraciones y esperanzas en el servicio de la comunidad eclesial.

En el último párrafo de la misiva, renuevan su comunión y adhesión al ministerio del Papa, caracterizado por el servicio. Igualmente aseguran sus oraciones indicando que su ejemplo los impulsa en la misión de: ser Iglesia próxima y samaritana, la Iglesia de Jesús para nuestro aquí y nuestro ahora.

Finalmente los comunicadores se comprometen a orar por el Santo Padre y a consagrar su ministerio y diaconía de la cultura a la Madre de la RIIAL: Nuestra Señora de Guadalupe. Cabe recordar que uno de los actos centrales en el encuentro, fue precisamente la consagración a la Virgen María, en esta querida advocación mexicana, cuya imagen presidió todas las sesiones de trabajo.

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Entrevista


Argentina-Derechos humanos: 'Bergoglio cumplió con lo que dice el evangelio'
Entrevista al embajador argentino ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero. 'El papa Francisco demuestra que está del lado de la verdad y la justicia'

Por H. Sergio Mora

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El embajador argentino Juan Pablo Cafiero concluye en diciembre próximo su misión diplomática ante la Santa Sede, después de haber estado en el cargo seis años. La gran sorpresa que tuvo fue la elección de un papa de su país. Sobre derechos humanos en Argentina, “Bergoglio cumplió con lo que dice el evangelio”, indicó el embajador, porque en los años difíciles de dictadura militar trabajó con discreción, para salvar gente, no pensando a un provecho posterior en su carrera eclesiástica, con el evangelio en la mano, arriesgando mucho, pues no contaba con el amparo que puede brindar la atención mediática internacional. En esta entrevista a ZENIT, el diplomático cuenta impresiones y hechos que compartimos aquí con nuestros lectores. 

                                                            ***

¿Cuál fue su itinerario en Roma?
- Embajador Cafiero: Llegué el 11 de noviembre de 2008, y parto en la primera semana de diciembre próximo. Fueron cuatro años de Benedicto XVI y casi dos de Francisco. Soy embajador de origen político. Asumí por decisión de la Presidenta Dra. Cristina Fernández de Kirchner.

¿Un papa llegado desde Argentina, se lo imaginaba?
- Embajador Cafiero: Nadie podía imaginarse que Dios iba a intervenir tan directamente en el destino de la Iglesia, de América Latina, de Argentina, con un hombre tan providencial como Bergoglio. Hemos sido testigo de esto y lo repetiré toda la vida, y espero poder profundizar todo lo que ha sucedido una vez pasada la avalancha de hechos que aquí estamos viviendo. 

¿Durante el cónclave se lo sospechaba?
- Embajador Cafiero: Teníamos en el corazón cierta expectativa, como cada embajador, que imaginaba un Papa de su nacionalidad. Los diarios no lo nombraban, salvo La Nación ,con una nota de Elisabetta Piqué. Y una vez que la encontré en vía de la Conciliazione me comentó que para ella y su marido, Bergoglio tenía posibilidades.

¿Dónde recibió la noticia?
- Embajador Cafiero: Habíamos ido con cuatro compañeros a la plaza de San Pedro con una bandera argentina, que llevamos así casi por caso. Vimos el humo blanco. Luego que sale el cardenal Taurán y nombra a  Jorge Mario Bergoglio. Me quedé atónito, conmovido por la alegría, hasta las lágrimas. 

¿Es cierto que antes del cónclave circuló un dossier contra Bergoglio?
- Embajador Cafiero: No me consta la existencia de ningún dossier ni a favor ni en contra de ningún cardenal. 

¿Y la polémica sobre derechos humanos apenas subió Bergoglio?
- Embajador Cafiero: El tiempo desnuda la realidad,  que se termina conociendo. En los hechos y en los actos concretos, como fue con el obispo Enrique Angelelli asesinado en Argentina o con Monseñor Romero asesinado en El Salvador, el Papa Francisco demuestra que está del lado de la verdad y la justicia. Así en muchos casos más, dónde se busca que la Iglesia sea coherente con su mandato evangélico y su inserción en la vida republicana. Por ejemplo, gracias a los cambios que ha hecho Francisco en la legislación vaticana, los jueces de todo el mundo podrán conocer sobre los documentos que están en los archivos, y ayudar a las víctimas de violación de derechos humanos.  

¿Tuvo alguna experiencia sobre la labor de Bergoglio en Buenos Aires?
- Embajador Cafiero: Él ayudó a una gran amiga mía, Alicia Oliveira que era jueza de menores en Argentina y que estaba en desamparó absoluto después del golpe de estado. Ella falleció hace poco, y  puedo afirmar que Bergoglio actuó muy bien. Su actuación durante esa etapa dramática de la historia de nuestro país, también me fue confiada personalmente tanto por la Sra. Clelia Luro, quien sufrió el exilio, como por el Padre Raúl Troncoso, perseguido y encarcelado en esos años difíciles.

Una situación en la que mantener el equilibrio era difícil en ese momento, ¿verdad?
- Embajador Cafiero: La historia nos cuenta de casos de personas que fueron coherentes, valientes. Desde mi punto de vista Jorge Bergoglio hizo las cosas con discreción, no para sacar un provecho posterior, sino para hacerlas según su conciencia y con el evangelio en la mano. Bergoglio cumplió con lo que dice el evangelio. 

¿Quiénes somos nosotros para juzgarlo, en esos momentos de tensión y riesgo, cuando había dictadores que eran dueños de la vida y de la muerte? No solamente podían estar bajo amenaza quienes actuaban en favor de personas perseguidas,  porque si sus acciones no eran perfectamente pensadas y medidas, ellos ponían en riesgo también la vida de muchas otras personas. Por lo que me contó Alicia Oliveira, y pude conocer en primera persona, él actuaba en ese espacio de la discreción, para resolver las cosas positivamente y llevar a persona que estaban en riesgo afuera del país o para darles un refugio y mitigar su sufrimiento.

Sin duda que otros tuvieron un papel más abierto de primera línea, de mucho riesgo y exposición. Eran las víctimas más directas de la represión. Y los organismos de derechos humanos se destacaban, y aún lo hacen hoy, buscando justicia o es más buscando los nietos que aún no conocen su verdadera identidad. Lo importante fue el trabajo silencioso y eficaz de estas personas. Les debemos un homenaje. 

Lo de Bergoglio fue muy meritorio porque nunca tuvo respaldo mediático, arriesgando su propia piel, carecía de la cobertura internacional que denunciaba los crímenes de la dictadura.  Y ahora, evalúo y pongo en la balanza que hubo gente como él que lo hizo sin ningún tipo de protección, y me pregunto ¿no corría él más riesgos que nosotros?

La crisis moral y la corrupción existen en todo el mundo. ¿Qué repercusiones tiene concretamente en Argentina las palabras y gestos de Francisco?
- Embajador Cafiero: En tantos países la corrupción tiene que ser ubicada en las grandes responsabilidades que tienen los que corrompen el sistema judicial, económico o político. No hay países que no tenga esta lacra, que se alimenta de las grietas que deja el propio sistema. Argentina tiene leyes anticorrupción durísimas, porque las ha ido actualizando y el poder judicial persigue a quienes evaden impuestos o aprovechan cargos públicos e incluso va contra aquellos que teniendo funciones pueden tomar decisiones contrarias a los intereses de la sociedad. La corrupción atenta contra la legitimidad de la democracia.

¿Cuál es el mensaje del papa Francisco?
- Embajador Cafiero: El mensaje del papa Francisco es contra la indiferencia ética y en ella se han naturalizado algunas conductas que son condenables y que tenemos que enfrentarlas con mucha convicción: como el tráfico de drogas y la trata de personas, la persecución a los inmigrantes, la explotación sexual de niñas y mujeres, la fabricación de armas y la violencia. Además la gente visualiza la corrupción en la fuerte desigualdad social, en la explotación económica y la extorsión financiera. Es allí que hay que trabajar con políticas activas para alcanzar la equidad social: las desigualdades son fuente de violencia e inseguridad. 

¿Y los gestos de la vida cotidiana de Bergoglio, contrarios a la corrupción difusa?
- Embajador Cafiero: Él es un  hombre sobrio y modesto en su vida cotidiana. Ha tomado actitudes que son pedagógicas, y a través de sus gestos busca que todos reconozcan con humildad que no somos más que nadie, que el rol que tenemos, como la vida y la amistad, son un don para mejorar la sociedad  y no para sacar un provecho.

¿Las relaciones entre Argentina y la Santa Sede, van mejor que las del pasado entre arzobispado y gobierno ¿verdad?
- Embajador Cafiero: Hoy las relaciones son óptimas, excelentes, la Presidenta tiene un diálogo permanente con el Santo Padre. Dos personas que miran hacia el futuro y con gran respeto mutuo.  Lo del pasado, si se quiere escarbar, queda para los libros de historia.

¿Ahora regresa a su país, que le queda?
- Embajador Cafiero: Termino un ciclo, una etapa de seis años, de mucho compromiso y que he tomado con la seriedad del caso. Habrán quedado cosas pendientes, podrá haber críticas, pero me voy contento, con los cincuenta años de la misa criolla, ya organizada para el 12 de diciembre con la Virgen de Guadalupe, patrona de América y de México, en la basílica de San Pedro, donde estaremos los argentinos hermanados en la Patria Grande, acompañados por la mejor música para nuestros oídos, que es la historia por nuestra emancipación y comprometiéndonos por una sociedad más justa, sana, soberana, plural y auténtica.

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Rome Reports


(VIDEO) Francisco saluda a un joven con discapacidad a la salida del Consejo de Europa
Un gran despliegue de seguridad marca el segundo encuentro del Papa en Estrasburgo

Por Rome Reports

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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(VIDEO) El Papa al Parlamento Europeo: Que Europa no gire en torno a la economí­a sino a la persona
Muy aplaudida su fórmula para que Europa recupere confianza y creatividad para construir la paz

Por Rome Reports

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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(VIDEO) El Papa se reúne por sorpresa con la dueña de la casa en la que vivió en Alemania
Las anécdotas de la visita del Papa al Parlamento Europeo

Por Rome Reports

ROMA, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Espiritualidad


Beato Santiago Alberione - 26 de noviembre
«Fundador de la Familia Paulina. Un religioso visionario, un profeta que apreció la riqueza de los mass media para difundir el Evangelio; fueron un instrumento de gran fecundidad apostólica en manos de este genial beato»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Este clarividente apóstol, de cuya beatificación se cumplieron diez años el pasado mes de abril, que vio la riqueza de los medios de comunicación social para difundir el mensaje de Cristo, nació en la localidad italiana de San Lorenzo di Fossano el 4 de abril de 1884. Viendo retrospectivamente su vida se constata que quien tiene madera de apóstol, como él, escruta lo que le rodea con una mirada penetrante, siempre atenta a los signos que Dios extiende ante sí, los lleva a la oración y procede a actuar sin dilación alguna. Era el cuarto de los seis hijos de Michele y Teresa, un matrimonio de cristianos campesinos. Sus sueños infantiles apuntaban al sacerdocio. Y a esa edad en que los niños sueñan con alcanzar grandes gestas, y a veces señalan su futuro con las más sorprendentes profesiones, Santiago ya había elegido. Cuando su maestra Rosina Cardona le formuló en la escuela la conocida pregunta: «¿qué quieres ser de mayor?», sin vacilar respondió: ¡sacerdote! Un buen párroco, el padre Montersino, que regía la parroquia de Cherasco donde el beato se trasladó con su familia, le ayudó en su empeño. 

En 1896 inició estudios en el seminario de Bra, y en 1900, año que marcó su acontecer, prosiguió la formación en el seminario de Alba; se desconoce por qué dejó Bra. Pero justamente cuando el reloj marcaba las primeras horas del año 1901 vivió una experiencia que le marcó para siempre. ¿Dónde encuentran los santos las respuestas que precisan? En la oración, naturalmente. Y esa madrugada mientras en tantos lugares del mundo se celebraba con grandes fastos la entrada del Año Nuevo, el joven seminarista se hallaba orando en la catedral, postrado ante el Santísimo. En su mente rebullían las inquietudes de quien busca la gloria de Dios. En concreto tenía presente la encíclica de León XIII Tametsi Futura Prospicientibus y, en un momento dado, el fulgor que emanaba la Sagrada Forma le instó a actuar. Debía formarse con toda urgencia para servir a la Iglesia y a la humanidad en una vía, aún desconocida para él, pero que iba a tener una extraordinaria repercusión a lo largo del siglo que acababa de nacer: los mass media, que serían en sus manos un instrumento de innegable fecundidad apostólica. En un primer peldaño para la gran misión que iba a desempeñar, la Providencia había puesto en su camino al canónigo padre Francisco Chiesa, una persona que influyó enormemente en su vida durante cerca de medio siglo, que le guió y acompañó. 

En 1907 fue ordenado y comenzó su ministerio pastoral en Narzole (Cúneo), si bien ejerció también su labor en otras parroquias del entorno. Predicaba, impartía conferencias y catequesis, entre otras acciones. Como la fruta madura cae del árbol, a Santiago ya le llegaba la hora de poner en marcha la misión que Dios había determinado para él. Por esta época conoció a uno de sus estrechos colaboradores, José T. Giaccardo; se percató del importante papel que la mujer tiene en la evangelización, y no tuvo duda de que la vía que debía seguir para ejercer la labor apostólica se hallaba en los recursos que proporciona la comunicación. 

Ejerció la docencia en el seminario de Alba; dirigió espiritualmente a sacerdotes y a jóvenes. Y en 1913 se le encomendó la dirección del semanario Gazzetta d'Alba. Entre tanto vio que la ingente labor apostólica que tenía en ciernes sería más efectiva en manos de personas consagradas. En 1914 fundó la Sociedad de San Pablo de la que fue superior general hasta 1969. En 1915, junto a Teresa Merlo, creó la Congregación de las Hijas de San Pablo. Y en 1921 al erigir la Pía Sociedad de San Pablo, comenzaron a emitir votos privados algunos de sus componentes. Ese mismo año cursó la solicitud para su aprobación como congregación diocesana. En 1923 enfermó gravemente y los médicos no aventuraron nada bueno. Pero se equivocaron, ya que se curó; él atribuyó a san Pablo su sorprendente recuperación.

La obra que puso en marcha, nutrida con trece revistas, a través de las cuales difundía el evangelio a todas las gentes, se extendía por distintos lugares. Aquello era ya imparable. De la fecundidad de este beato dan prueba las instituciones que componen la «Familia Paulina», un emporio apostólico creado entre 1914 y 1960. Santiago era un hombre de oración, con carisma entre los jóvenes, de una fe arrolladora. Ayunaba frecuentemente y durante varios días sin que hiciese mella en él este esfuerzo. Decía que había que «trabajar con las rodillas». Su mente abierta al infinito se resumía en el «pensar en grande» que aconsejaba a los suyos. De modo clarividente, decía: «Pensar y hacer; no solo soñar». En 1960 manifestó: «Debe ser uno el espíritu, aquel contenido en el corazón de San Pablo, 'Cor Pauli, cor Christi'; tienen las mismas devociones; y los varios objetivos convergen en un fin común y general: dar a Jesucristo al mundo en modo completo, como Él se ha definido: 'Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida'». 

Se ha glosado su proverbial fidelidad al papa. Así lo atestiguó hasta el fin, dejando en su testamento este elocuente sentimiento: «Siento, ante Dios y ante los hombres, la gravedad de la misión que el Señor me ha encomendado... Estamos fundados sobre la Iglesia y el Vicario de Jesucristo, y esta convicción inspira confianza, alegría, coraje». Junto a las preocupaciones propias de su misión fundadora, vivió con dolor la separación de algunos de sus colaboradores, que le precedieron en la muerte. Padecía una escoliosis que le ocasionó muchos sufrimientos y fue debilitándole hasta que falleció el 26 de noviembre de 1971 a los 87 años. Antes le había visitado Pablo VI que en 1969 había ensalzado sus virtudes y su magna obra, destacando la humildad, el silencio y laboriosidad de Santiago, su espíritu orante y capacidad para «escudriñar… las formas más geniales de llegar a las almas». Juan Pablo II lo beatificó el 27 de abril de 2003. 

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Documentación


Texto completo del discurso del Santo Padre al Parlamento Europeo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Señor Presidente, Señoras y Señores Vicepresidentes, Señoras y Señores Eurodiputados,
Trabajadores en los distintos ámbitos de este hemiciclo, Queridos amigos

Les agradezco que me hayan invitado a tomar la palabra ante esta institución fundamental de la vida de la Unión Europea, y por la oportunidad que me ofrecen de dirigirme, a través de ustedes, a los más de quinientos millones de ciudadanos de los 28 Estados miembros a quienes representan. Agradezco particularmente a usted, Señor Presidente del Parlamento, las cordiales palabras de bienvenida que me ha dirigido en nombre de todos los miembros de la Asamblea.

Mi visita tiene lugar más de un cuarto de siglo después de la del Papa Juan Pablo II. Muchas cosas han cambiado desde entonces, en Europa y en todo el mundo. No existen los bloques contrapuestos que antes dividían el Continente en dos, y se está cumpliendo lentamente el deseo de que «Europa, dándose soberanamente instituciones libres, pueda un día ampliarse a las dimensiones que le han dado la geografía y aún más la historia».1

Junto a una Unión Europea más amplia, existe un mundo más complejo y en rápido movimiento. Un mundo cada vez más interconectado y global, y, por eso, siempre menos «eurocéntrico». Sin embargo, una Unión más amplia, más influyente, parece ir acompañada de la imagen de una Europa un poco envejecida y reducida, que tiende a sentirse menos protagonista en un contexto que la contempla a menudo con distancia, desconfianza y, tal vez, con sospecha.

Al dirigirme hoy a ustedes desde mi vocación de Pastor, deseo enviar a todos los ciudadanos europeos un mensaje de esperanza y de aliento.

Un mensaje de esperanza basado en la confianza de que las dificultades puedan convertirse en fuertes promotoras de unidad, para vencer todos los miedos que Europa – junto a todo el mundo – está atravesando. Esperanza en el Señor, que transforma el mal en bien y la muerte en vida.

Un mensaje de aliento para volver a la firme convicción de los Padres fundadores de la Unión Europea, los cuales deseaban un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo la paz y la comunión entre todos los pueblos del Continente. En el centro de este ambicioso proyecto político se encontraba la confianza en el hombre, no tanto como ciudadano o sujeto económico, sino en el hombre como persona dotada de una dignidad trascendente.

Quisiera subrayar, ante todo, el estrecho vínculo que existe entre estas dos palabras: «dignidad» y «trascendente».

La «dignidad» es la palabra clave que ha caracterizado el proceso de recuperación en la segunda postguerra. Nuestra historia reciente se distingue por la indudable centralidad de la promoción de la dignidad humana contra las múltiples violencias y discriminaciones, que no han faltado, tampoco en Europa, a lo largo de los siglos. La percepción de la importancia de los derechos humanos nace precisamente como resultado de un largo camino, hecho también de muchos sufrimientos y sacrificios, que ha contribuido a formar la conciencia del valor de cada persona humana, única e irrepetible. Esta conciencia cultural encuentra su fundamento no sólo en los eventos históricos, sino, sobre todo, en el pensamiento europeo, caracterizado por un rico encuentro, cuyas múltiples y lejanas fuentes provienen de Grecia y Roma, de los ambientes celtas, germánicos y eslavos, y del cristianismo que los marcó profundamente,2 dando lugar al concepto de «persona».

Hoy, la promoción de los derechos humanos desempeña un papel central en el compromiso de la Unión Europea, con el fin de favorecer la dignidad de la persona, tanto en su seno como en las relaciones con los otros países. Se trata de un compromiso importante y admirable, pues persisten demasiadas situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos, de los cuales se puede programar la concepción, la configuración y la utilidad, y que después pueden ser desechados cuando ya no sirven, por ser débiles, enfermos o ancianos.

Efectivamente, ¿qué dignidad existe cuando falta la posibilidad de expresar libremente el propio pensamiento o de profesar sin constricción la propia fe religiosa? ¿Qué dignidad es posible sin un marco jurídico claro, que limite el dominio de la fuerza y haga prevalecer la ley sobre la tiranía del poder? ¿Qué dignidad puede tener un hombre o una mujer cuando es objeto de todo tipo de discriminación? ¿Qué dignidad podrá encontrar una persona que no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, el trabajo que le otorga dignidad?

Promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee derechos inalienables, de los cuales no puede ser privada arbitrariamente por nadie y, menos aún, en beneficio de intereses económicos.

Es necesario prestar atención para no caer en algunos errores que pueden nacer de una mala comprensión de los derechos humanos y de un paradójico mal uso de los mismos. Existe hoy, en efecto, la tendencia hacia una reivindicación siempre más amplia de los derechos individuales, que esconde una concepción de persona humana desligada de todo contexto social y antropológico, casi como una «mónada» (μονάς), cada vez más insensible a las otras «mónadas» de su alrededor. Parece que el concepto de derecho ya no se asocia al de deber, igualmente esencial y complementario, de modo que se afirman los derechos del individuo sin tener en cuenta que cada ser humano está unido a un contexto social, en el cual sus derechos y deberes están conectados a los de los demás y al bien común de la sociedad misma.

Considero por esto que es vital profundizar hoy en una cultura de los derechos humanos que pueda unir sabiamente la dimensión individual, o mejor, personal, con la del bien común, con ese «todos nosotros» formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social.3 En efecto, si el derecho de cada uno no está armónicamente ordenado al bien más grande, termina por concebirse sin limitaciones y, consecuentemente, se transforma en fuente de conflictos y de violencias.

Así, hablar de la dignidad trascendente del hombre, significa apelarse a su naturaleza, a su innata capacidad de distinguir el bien del mal, a esa «brújula» inscrita en nuestros corazones y que Dios ha impreso en el universo creado;4 significa sobre todo mirar al hombre no como un absoluto, sino como un ser relacional. Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno. Se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro; se ve igualmente en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor.

Esta soledad se ha agudizado por la crisis económica, cuyos efectos perduran todavía con consecuencias dramáticas desde el punto de vista social. Se puede constatar que, en el curso de los últimos años, junto al proceso de ampliación de la Unión Europea, ha ido creciendo la desconfianza de los ciudadanos respecto a instituciones consideradas distantes, dedicadas a establecer reglas que se sienten lejanas de la sensibilidad de cada pueblo, e incluso dañinas.

Desde muchas partes se recibe una impresión general de cansancio y de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones.

A eso se asocian algunos estilos de vida un tanto egoístas, caracterizados por una opulencia insostenible y a menudo indiferente respecto al mundo circunstante, y sobre todo a los más pobres. Se constata amargamente el predominio de las cuestiones técnicas y económicas en el centro del debate político, en detrimento de una orientación antropológica auténtica.5 El ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que – lamentablemente lo percibimos a menudo –, cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer.

Este es el gran equívoco que se produce «cuando prevalece la absolutización de la técnica»,6 que termina por causar «una confusión entre los fines y los medios».7 Es el resultado inevitable de la «cultura del descarte» y del «consumismo exasperado». Al contrario, afirmar la dignidad de la persona significa reconocer el valor de la vida humana, que se nos da gratuitamente y, por eso, no puede ser objeto de intercambio o de comercio. Ustedes, en su vocación de parlamentarios, están llamados también a una gran misión, aunque pueda parecer inútil: Preocuparse de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la «cultura del descarte». Cuidar de la fragilidad de las personas y de los pueblos significa proteger la memoria y la esperanza; significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad.8

Por lo tanto, ¿cómo devolver la esperanza al futuro, de manera que, partiendo de las jóvenes generaciones, se encuentre la confianza para perseguir el gran ideal de una Europa unida y en paz, creativa y emprendedora, respetuosa de los derechos y consciente de los propios deberes?

Para responder a esta pregunta, permítanme recurrir a una imagen. Uno de los más célebres frescos de Rafael que se encuentra en el Vaticano representa la Escuela de Atenas. En el centro están Platón y Aristóteles. El primero con el dedo apunta hacia lo alto, hacia el mundo de las ideas, podríamos decir hacia el cielo; el segundo tiende la mano hacia delante, hacia el observador, hacia la tierra, la realidad concreta. Me parece una imagen que describe bien a Europa en su historia, hecha de un permanente encuentro entre el cielo y la tierra, donde el cielo indica la apertura a lo trascendente, a Dios, que ha caracterizado desde siempre al hombre europeo, y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de afrontar las situaciones y los problemas.

El futuro de Europa depende del redescubrimiento del nexo vital e inseparable entre estos dos elementos. Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel «espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende.

Precisamente a partir de la necesidad de una apertura a la trascendencia, deseo afirmar la centralidad de la persona humana, que de otro modo estaría en manos de las modas y poderes del momento. En este sentido, considero fundamental no sólo el patrimonio que el cristianismo ha dejado en el pasado para la formación cultural del continente, sino, sobre todo, la contribución que pretende dar hoy y en el futuro para su crecimiento. Dicha contribución no constituye un peligro para la laicidad de los Estados y para la independencia de las instituciones de la Unión, sino que es un enriquecimiento. Nos lo indican los ideales que la han formado desde el principio, como son: la paz, la subsidiariedad, la solidaridad recíproca y un humanismo centrado sobre el respeto de la dignidad de la persona.

Por ello, quisiera renovar la disponibilidad de la Santa Sede y de la Iglesia Católica, a través de la Comisión de las Conferencias Episcopales Europeas (COMECE), para mantener un diálogo provechoso, abierto y trasparente con las instituciones de la Unión Europea. Estoy igualmente convencido de que una Europa capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza y potencialidad, puede ser también más fácilmente inmune a tantos extremismos que se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los ideales, como lo vemos en el así llamado Occidente, porque «es precisamente este olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia».9

A este respecto, no podemos olvidar aquí las numerosas injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo. Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos.

El lema de la Unión Europea es Unidad en la diversidad, pero la unidad no significa uniformidad política, económica, cultural, o de pensamiento. En realidad, toda auténtica unidad vive de la riqueza de la diversidad que la compone: como una familia, que está tanto más unida cuanto cada uno de sus miembros puede ser más plenamente sí mismo sin temor. En este sentido, considero que Europa es una familia de pueblos, que podrán sentir cercanas las instituciones de la Unión si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad, con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones; tomando conciencia de su historia y de sus raíces; liberándose de tantas manipulaciones y fobias. Poner en el centro la persona humana significa sobre todo dejar que muestre libremente el propio rostro y la propia creatividad, sea en el ámbito particular que como pueblo.

Por otra parte, las peculiaridades de cada uno constituyen una auténtica riqueza en la medida en que se ponen al servicio de todos. Es preciso recordar siempre la arquitectura propia de la Unión Europea, construida sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza recíproca.

En esta dinámica de unidad-particularidad, se les plantea también, Señores y Señoras Eurodiputados, la exigencia de hacerse cargo de mantener viva la democracia de los pueblos de Europa. No se nos oculta que una concepción uniformadora de la globalidad daña la vitalidad del sistema democrático, debilitando el contraste rico, fecundo y constructivo, de las organizaciones y de los partidos políticos entre sí. De esta manera se corre el riesgo de vivir en el reino de la idea, de la mera palabra, de la imagen, del sofisma... y se termina por confundir la realidad de la democracia con un nuevo nominalismo político. Mantener viva la democracia en Europa exige evitar tantas «maneras globalizantes» de diluir la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría.10

Mantener viva la realidad de las democracias es un reto de este momento histórico, evitando que su fuerza real – fuerza política expresiva de los pueblos – sea desplazada ante las presiones de intereses multinacionales no universales, que las hacen más débiles y las trasforman en sistemas uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos. Este es un reto que hoy la historia nos ofrece.

Dar esperanza a Europa no significa sólo reconocer la centralidad de la persona humana, sino que implica también favorecer sus cualidades. Se trata por eso de invertir en ella y en todos los ámbitos en los que sus talentos se forman y dan fruto. El primer ámbito es seguramente el de la educación, a partir de la familia, célula fundamental y elemento precioso de toda sociedad. La familia unida, fértil e indisoluble trae consigo los elementos fundamentales para dar esperanza al futuro. Sin esta solidez se acaba construyendo sobre arena, con graves consecuencias sociales. Por otra parte, subrayar la importancia de la familia, no sólo ayuda a dar prospectivas y esperanza a las nuevas generaciones, sino también a los numerosos ancianos, muchas veces obligados a vivir en condiciones de soledad y de abandono porque no existe el calor de un hogar familiar capaz de acompañarles y sostenerles.

Junto a la familia están las instituciones educativas: las escuelas y universidades. La educación no puede limitarse a ofrecer un conjunto de conocimientos técnicos, sino que debe favorecer un proceso más complejo de crecimiento de la persona humana en su totalidad. Los jóvenes de hoy piden poder tener una formación adecuada y completa para mirar al futuro con esperanza, y no con desilusión. Numerosas son las potencialidades creativas de Europa en varios campos de la investigación científica, algunos de los cuales no están explorados todavía completamente. Baste pensar, por ejemplo, en las fuentes alternativas de energía, cuyo desarrollo contribuiría mucho a la defensa del ambiente.

Europa ha estado siempre en primera línea de un loable compromiso en favor de la ecología. En efecto, esta tierra nuestra necesita de continuos cuidados y atenciones, y cada uno tiene una responsabilidad personal en la custodia de la creación, don precioso que Dios ha puesto en las manos de los hombres. Esto significa, por una parte, que la naturaleza está a nuestra disposición, podemos disfrutarla y hacer buen uso de ella; por otra parte, significa que no somos los dueños. Custodios, pero no dueños. Por eso la debemos amar y respetar. «Nosotros en cambio nos guiamos a menudo por la soberbia de dominar, de poseer, de manipular, de explotar; no la “custodiamos”, no la respetamos, no la consideramos como un don gratuito que hay que cuidar».11 Respetar el ambiente no significa sólo limitarse a evitar estropearlo, sino también utilizarlo para el bien. Pienso sobre todo en el sector agrícola, llamado a dar sustento y alimento al hombre. No se puede tolerar que millones de personas en el mundo mueran de hambre, mientras toneladas de restos de alimentos se desechan cada día de nuestras mesas. Además, el respeto por la naturaleza nos recuerda que el hombre mismo es parte fundamental de ella. Junto a una ecología ambiental, se necesita una ecología humana, hecha del respeto de la persona, que hoy he querido recordar dirigiéndome a ustedes.

El segundo ámbito en el que florecen los talentos de la persona humana es el trabajo. Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo. Esto implica, por un lado, buscar nuevos modos para conjugar la flexibilidad del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectivas laborales, indispensables para el desarrollo humano de los trabajadores; por otro lado, significa favorecer un adecuado contexto social, que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar los hijos.

Es igualmente necesario afrontar juntos la cuestión migratoria. No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda. La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes,

favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales. Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes; si es capaz de adoptar políticas correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos – causa principal de este fenómeno –, en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos.

Señor Presidente, Excelencias, Señoras y Señores Diputados:

Ser conscientes de la propia identidad es necesario también para dialogar en modo propositivo con los Estados que han solicitado entrar a formar parte de la Unión en el futuro. Pienso sobre todo en los del área balcánica, para los que el ingreso en la Unión Europea puede responder al ideal de paz en una región que ha sufrido mucho por los conflictos del pasado. Por último, la conciencia de la propia identidad es indispensable en las relaciones con los otros países vecinos, particularmente con aquellos de la cuenca mediterránea, muchos de los cuales sufren a causa de conflictos internos y por la presión del fundamentalismo religioso y del terrorismo internacional.

A ustedes, legisladores, les corresponde la tarea de custodiar y hacer crecer la identidad europea, de modo que los ciudadanos encuentren de nuevo la confianza en las instituciones de la Unión y en el proyecto de paz y de amistad en el que se fundamentan. Sabiendo que «cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y colectiva».12 Les exhorto, pues, a trabajar para que Europa redescubra su alma buena.

Un autor anónimo del s. II escribió que «los cristianos representan en el mundo lo que el alma al cuerpo».13 La función del alma es la de sostener el cuerpo, ser su conciencia y la memoria histórica. Y dos mil años de historia unen a Europa y al cristianismo. Una historia en la que no han faltado conflictos y errores, pero siempre animada por el deseo de construir para el bien. Lo vemos en la belleza de nuestras ciudades, y más aún, en la de múltiples obras de caridad y de edificación común que constelan el Continente. Esta historia, en gran parte, debe ser todavía escrita. Es nuestro presente y también nuestro futuro. Es nuestra identidad. Europa tiene una gran necesidad de redescubrir su rostro para crecer, según el espíritu de sus Padres fundadores, en la paz y en la concordia, porque ella misma no está todavía libre de conflictos.

Queridos Eurodiputados, ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables; la Europa que abrace con valentía su pasado, y mire con confianza su futuro para vivir plenamente y con esperanza su presente. Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma, para suscitar y promover una Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe. La Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad.

Gracias.

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Texto completo del discurso del Santo Padre al Consejo de Europa
Después del Parlamento Europeo, el Santo Padre fue al Consejo de Europa. Construir una Europa con espí­ritu de servicio, educar a la paz, abandonar la cultura del conflicto, promover los derechos humanos, y enlazarlos con el desarrollo de la democracia

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Después de su visita y discurso al Parlamento Europeo, el Santo Padre se dirigió al Consejo de Europa, edificio situado a poca distancia, pero en la cual se retomó el protocolo de recibimientos, pues es otro ente diverso.

Publicamos a continuación el texto del discurso del Papa

Señor Secretario General, Señora Presidenta, Excelencias, Señoras y Señores

Me alegra poder tomar la palabra en esta Convención que reúne una representación significativa de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de representantes de los países miembros, de los jueces del Tribunal Europeo de los derechos humanos, así como de las diversas Instituciones que componen el Consejo de Europa. En efecto, casi toda Europa está presente en esta aula, con sus pueblos, sus idiomas, sus expresiones culturales y religiosas, que constituyen la riqueza de este Continente. Estoy especialmente agradecido al Secretario General del Consejo de Europa, Sr. Thorbjørn Jagland, por su amable invitación y las cordiales palabras de bienvenida que me ha dirigido. Saludo también a la Sra. Anne Brasseur, Presidente de la Asamblea Parlamentaria. Agradezco a todos de corazón su compromiso y la contribución que ofrecen a la paz en Europa, a través de la promoción de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.

En la intención de sus Padres fundadores, el Consejo de Europa, que este año celebra su 65 aniversario, respondía a una tendencia ideal hacia la unidad, que ha animado en varias fases la vida del Continente desde la antigüedad. Sin embargo, a lo largo de los siglos, han prevalecido muchas veces las tendencias particularistas, marcadas por reiterados propósitos hegemónicos. Baste decir que, diez años antes de aquel 5 de mayo de 1949, cuando se firmó en Londres el Tratado que estableció el Consejo de Europa, comenzaba el conflicto más sangriento y cruel que recuerdan estas tierras, cuyas divisiones han continuado durante muchos años después, cuando el llamado Telón de Acero dividió en dos el Continente, desde el mar Báltico hasta el Golfo de Trieste. El proyecto de los Padres fundadores era reconstruir Europa con un espíritu de servicio mutuo, que aún hoy, en un mundo más proclive a reivindicar que a servir, debe ser la llave maestra de la misión del Consejo de Europa, en favor de la paz, la libertad y la dignidad humana.

Por otro lado, el camino privilegiado para la paz --para evitar que se repita lo ocurrido en las dos guerras mundiales del siglo pasado-- es reconocer en el otro no un enemigo que combatir, sino un hermano a quien acoger. Es un proceso continuo, que nunca puede darse por logrado plenamente. Esto es precisamente lo que intuyeron los Padres fundadores, que entendieron cómo la paz era un bien que se debe conquistar continuamente, y que exige una vigilancia absoluta. Eran conscientes de que las guerras se alimentan por los intentos de apropiarse espacios, cristalizar los procesos y tratar de detenerlos; ellos, por el contrario, buscaban la paz que sólo puede alcanzarse con la actitud constante de iniciar procesos y llevarlos adelante.

Afirmaban de este modo la voluntad de caminar madurando con el tiempo, porque es precisamente el tiempo lo que gobierna los espacios, los ilumina y los transforma en una cadena de crecimiento continuo, sin vuelta atrás. Por eso, construir la paz requiere privilegiar las acciones que generan nuevo dinamismo en la sociedad e involucran a otras personas y otros grupos que los desarrollen, hasta que den fruto en acontecimientos históricos importantes.

Por esta razón dieron vida a este Organismo estable. Algunos años más tarde, el beato Pablo VI recordó que «las mismas instituciones que en el orden jurídico y en el concierto internacional tienen la función y el mérito de proclamar y de conservar la paz alcanzan su providencial finalidad cuando están continuamente en acción, cuando en todo momento saben engendrar la paz, hacer la paz». Es preciso un proceso constante de humanización, y «no basta reprimir las guerras, suspender las luchas (...); no basta una paz impuesta, una paz utilitaria y provisoria; hay que tender a una paz amada, libre, fraterna, es decir, fundada en la reconciliación de los ánimos». Es decir, continuar los procesos sin ansiedad, pero ciertamente con convicciones claras y con tesón.

Para lograr el bien de la paz es necesario ante todo educar para ella, abandonando una cultura del conflicto, que tiende al miedo del otro, a la marginación de quien piensa y vive de manera diferente. Es cierto que el conflicto no puede ser ignorado o encubierto, debe ser asumido. Pero si nos quedamos atascados en él, perdemos perspectiva, los horizontes se limitan y la realidad misma sigue estando fragmentada. Cuando nos paramos en la situación conflictual perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad, detenemos la historia y caemos en desgastes internos y en contradicciones estériles.

Por desgracia, la paz está todavía demasiado a menudo herida. Lo está en tantas partes del mundo, donde arrecian furiosos conflictos de diversa índole. Lo está aquí, en Europa, donde no cesan las tensiones. Cuánto dolor y cuántos muertos se producen todavía en este Continente, que anhela la paz, pero que vuelve a caer fácilmente en las tentaciones de otros tiempos. Por eso es importante y prometedora la labor del Consejo de Europa en la búsqueda de una solución política a las crisis actuales.

Pero la paz sufre también por otras formas de conflicto, como el terrorismo religioso e internacional, embebido de un profundo desprecio por la vida humana y que mata indiscriminadamente a víctimas inocentes. Por desgracia, este fenómeno se abastece de un tráfico de armas a menudo impune. La Iglesia considera que «la carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable». La paz también se quebranta por el tráfico de seres humanos, que es la nueva esclavitud de nuestro tiempo, y que convierte a las personas en un artículo de mercado, privando a las víctimas de toda dignidad. No es difícil constatar cómo estos fenómenos están a menudo relacionados entre sí. El Consejo de Europa, a través de sus Comités y Grupos de Expertos, juega un papel importante y significativo en la lucha contra estas formas de inhumanidad.

Con todo, la paz no es solamente ausencia de guerra, de conflictos y tensiones. En la visión cristiana, es al mismo tiempo un don de Dios y fruto de la acción libre y racional del hombre, que intenta buscar el bien común en la verdad y el amor. «Este orden racional y moral se apoya precisamente en la decisión de la conciencia de los seres humanos de buscar la armonía en sus relaciones mutuas, respetando la justicia en todos».

Entonces, ¿cómo lograr el objetivo ambicioso de la paz? El camino elegido por el Consejo de Europa es ante todo el de la promoción de los derechos humanos, que enlaza con el desarrollo de la democracia y el estado de derecho. Es una tarea particularmente valiosa, con significativas implicaciones éticas y sociales, puesto que de una correcta comprensión de estos términos y una reflexión constante sobre ellos, depende el desarrollo de nuestras sociedades, su convivencia pacífica y su futuro. Este estudio es una de las grandes aportaciones que Europa ha ofrecido y sigue ofreciendo al mundo entero.

Así pues, en esta sede siento el deber de señalar la importancia de la contribución y la responsabilidad europea en el desarrollo cultural de la humanidad. Quisiera hacerlo a partir de una imagen tomada de un poeta italiano del siglo XX, Clemente Rebora, que, en uno de sus poemas, describe un álamo, con sus ramas tendidas al cielo y movidas por el viento, su tronco sólido y firme, y sus raíces profundamente ancladas en la tierra.6 En cierto sentido, podemos pensar en Europa a la luz de esta imagen.

A lo largo de su historia, siempre ha tendido hacia lo alto, hacia nuevas y ambiciosas metas, impulsada por un deseo insaciable de conocimientos, desarrollo, progreso, paz y unidad. Pero el crecimiento del pensamiento, la cultura, los descubrimientos científicos son posibles por la solidez del tronco y la profundidad de las raíces que lo alimentan. Si pierde las raíces, el tronco se vacía lentamente y muere, y las ramas – antes exuberantes y rectas – se pliegan hacia la tierra y caen. Aquí está tal vez una de las paradojas más incomprensibles para una mentalidad científica aislada: para caminar hacia el futuro hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y también se requiere el valor de no esconderse ante el presente y sus desafíos. Hace falta memoria, valor y una sana y humana utopía.

Por otro lado --observa Rebora-- «el tronco se ahonda donde es más verdadero». Las raíces se nutren de la verdad, que es el alimento, la linfa vital de toda sociedad que quiera ser auténticamente libre, humana y solidaria. Además, la verdad hace un llamamiento a la conciencia, que es irreductible a los condicionamientos, y por tanto capaz de conocer su propia dignidad y estar abierta a lo absoluto, convirtiéndose en fuente de opciones fundamentales guiadas por la búsqueda del bien para los demás y para sí mismo, y la sede de una libertad responsable.

También hay que tener en cuenta que, sin esta búsqueda de la verdad, cada uno se convierte en medida de sí mismo y de sus actos, abriendo el camino a una afirmación subjetiva de los derechos, por lo que el concepto de derecho humano, que tiene en sí mismo un valor universal, queda sustituido por la idea del derecho individualista. Esto lleva al sustancial descuido de los demás, y a fomentar esa globalización de la indiferencia que nace del egoísmo, fruto de una concepción del hombre incapaz de acoger la verdad y vivir una auténtica dimensión social.

Este individualismo nos hace humanamente pobres y culturalmente estériles, pues cercena de hecho esas raíces fecundas que mantienen la vida del árbol. Del individualismo indiferente nace el culto a la opulencia, que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos. Efectivamente, tenemos demasiadas cosas, que a menudo no sirven, pero ya no somos capaces de construir auténticas relaciones humanas, basadas en la verdad y el respeto mutuo. Así, hoy tenemos ante nuestros ojos la imagen de una Europa herida, por las muchas pruebas del pasado, pero también por la crisis del presente, que ya no parece ser capaz de hacerle frente con la vitalidad y la energía del pasado. Una Europa un poco cansada y pesimista, que se siente asediada por las novedades de otros continentes.

Podemos preguntar a Europa: ¿Dónde está tu vigor? ¿Dónde está esa tensión ideal que ha animado y hecho grande tu historia? ¿Dónde está tu espíritu de emprendedor curioso? ¿Dónde está tu sed de verdad, que hasta ahora has comunicado al mundo con pasión?

De la respuesta a estas preguntas dependerá el futuro del Continente. Por otro lado – volviendo a la imagen de Rebora – un tronco sin raíces puede seguir teniendo una apariencia vital, pero por dentro se vacía y muere. Europa debe reflexionar sobre si su inmenso patrimonio humano, artístico, técnico, social, político, económico y religioso es un simple retazo del pasado para museo, o si todavía es capaz de inspirar la cultura y abrir sus tesoros a toda la humanidad. En la respuesta a este interrogante, el Consejo de Europa y sus instituciones tienen un papel de primera importancia.

Pienso especialmente en el papel de la Corte Europea de los Derechos Humanos, que es de alguna manera la «conciencia» de Europa en el respeto de los derechos humanos. Mi esperanza es que dicha conciencia madure cada vez más, no por un mero consenso entre las partes, sino como resultado de la tensión hacia esas raíces profundas, que es el pilar sobre los que los Padres fundadores de la Europa contemporánea decidieron edificar.

Junto a las raíces – que se deben buscar, encontrar y mantener vivas con el ejercicio cotidiano de la memoria, pues constituyen el patrimonio genético de Europa –, están los desafíos actuales del Continente, que nos obligan a una creatividad continua, para que estas raíces sean fructíferas hoy, y se proyecten hacia utopías del futuro. Permítanme mencionar sólo dos: el reto de la multipolaridad y el desafío de la transversalidad.

La historia de Europa puede llevarnos a concebirla ingenuamente como una bipolaridad o, como mucho, una tripolaridad (pensemos en la antigua concepción: Roma - Bizancio - Moscú), y dentro de este esquema, fruto de reduccionismos geopolíticos hegemónicos, movernos en la interpretación del presente y en la proyección hacia la utopía del futuro.

Hoy las cosas no son así, y podemos hablar legítimamente de una Europa multipolar. Las tensiones – tanto las que construyen como las que disgregan – se producen entre múltiples polos culturales, religiosos y políticos. Europa afronta hoy el reto de «globalizar» de modo original esta multipolaridad. Las culturas no se identifican necesariamente con los países: algunos de ellos tienen diferentes culturas y algunas culturas se manifiestan en diferentes países. Lo mismo ocurre con las expresiones políticas, religiosas y asociativas.

Globalizar de modo original la multipolaridad comporta el reto de una armonía constructiva, libre de hegemonías que, aunque pragmáticamente parecen facilitar el camino, terminan por destruir la originalidad cultural y religiosa de los pueblos.

Hablar de la multipolaridad europea es hablar de pueblos que nacen, crecen y se proyectan hacia el futuro. La tarea de globalizar la multipolaridad de Europa no se puede imaginar con la figura de la esfera --donde todo es igual y ordenado, pero que resulta reductiva puesto que cada punto es equidistante del centro--, sino más bien con la del poliedro, donde la unidad armónica del todo conserva la particularidad de cada una de las partes. Hoy Europa es multipolar en sus relaciones y tensiones; no se puede pensar ni construir Europa sin asumir a fondo esta realidad multipolar.

El otro reto que quisiera mencionar es la transversalidad. Comienzo con una experiencia personal: en los encuentros con políticos de diferentes países de Europa, he notado que los jóvenes afrontan la realidad política desde una perspectiva diferente a la de sus colegas más adultos. Tal vez dicen cosas aparentemente semejantes, pero el enfoque es diverso. Esto ocurre en los jóvenes políticos de diferentes partidos. Y es un dato que indica una realidad de la Europa actual de la que no se puede prescindir en el camino de la consolidación continental y de su proyección de futuro: tener en cuenta esta transversalidad que se percibe en todos los campos. No se puede recorrer este camino sin recurrir al diálogo, también intergeneracional. Si quisiéramos definir hoy el Continente, debemos hablar de una Europa dialogante, que sabe poner la transversalidad de opiniones y reflexiones al servicio de pueblos armónicamente unidos.

Asumir este camino de la comunicación transversal no sólo comporta empatía intergeneracional, sino metodología histórica de crecimiento. En el mundo político actual de Europa, resulta estéril el diálogo meramente en el seno de los organismos (políticos, religiosos, culturales) de la propia pertenencia. La historia pide hoy la capacidad de salir de las estructuras que «contienen» la propia identidad, con el fin de hacerla más fuerte y más fructífera en la confrontación fraterna de la transversalidad. Una Europa que dialogue únicamente dentro de los grupos cerrados de pertenencia se queda a mitad de camino; se necesita el espíritu juvenil que acepte el reto de la transversalidad.

En esta perspectiva, acojo favorablemente la voluntad del Consejo de Europa de invertir en el diálogo intercultural, incluyendo su dimensión religiosa, mediante los Encuentros sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural. Es una oportunidad provechosa para el intercambio abierto, respetuoso y enriquecedor entre las personas y grupos de diverso origen, tradición étnica, lingüística y religiosa, en un espíritu de comprensión y respeto mutuo.

Dichos encuentros parecen particularmente importantes en el ambiente actual multicultural, multipolar, en busca de una propia fisionomía, para combinar con sabiduría la identidad europea que se ha formado a lo largo de los siglos con las solicitudes que llegan de otros pueblos que ahora se asoman al Continente.

En esta lógica se incluye la aportación que el cristianismo puede ofrecer hoy al desarrollo cultural y social europeo en el ámbito de una correcta relación entre religión y sociedad. En la visión cristiana, razón y fe, religión y sociedad, están llamadas a iluminarse una a otra, apoyándose mutuamente y, si fuera necesario, purificándose recíprocamente de los extremismos ideológicos en que pueden caer. Toda la sociedad europea se beneficiará de una reavivada relación entre los dos ámbitos, tanto para hacer frente a un fundamentalismo religioso, que es sobre todo enemigo de Dios, como para evitar una razón «reducida», que no honra al hombre.

Estoy convencido de que hay muchos temas, y actuales, en los que puede haber un enriquecimiento mutuo, en los que la Iglesia Católica – especialmente a través del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) – puede colaborar con el Consejo de Europa y ofrecer una contribución fundamental. En primer lugar, a la luz de lo que acabo de decir, en el ámbito de una reflexión ética sobre los derechos humanos, sobre los que esta Organización está frecuentemente llamada a reflexionar. Pienso particularmente en las cuestiones relacionadas con la protección de la vida humana, cuestiones delicadas que han de ser sometidas a un examen cuidadoso, que tenga en cuenta la verdad de todo el ser humano, sin limitarse a campos específicos, médicos, científicos o jurídicos.

También hay numerosos retos del mundo contemporáneo que precisan estudio y un compromiso común, comenzando por la acogida de los emigrantes, que necesitan antes que nada lo esencial para vivir, pero, sobre todo, que se les reconozca su dignidad como personas. Después tenemos todo el grave problema del trabajo, especialmente por los elevados niveles de desempleo juvenil que se produce en muchos países – una verdadera hipoteca para el futuro –, pero también por la cuestión de la dignidad del trabajo.

Espero ardientemente que se instaure una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa, gracias a la generosa labor de cientos de hombres y mujeres – algunos de los cuales la Iglesia Católica considera santos – que, a lo largo de los siglos, se han esforzado por desarrollar el Continente, tanto mediante la actividad empresarial como con obras educativas, asistenciales y de promoción humana. Estas últimas, sobre todo, son un punto de referencia importante para tantos pobres que viven en Europa. ¡Cuántos hay por nuestras calles! No sólo piden pan para el sustento, que es el más básico de los derechos, sino también redescubrir el valor de la propia vida, que la pobreza tiende a hacer olvidar, y recuperar la dignidad que el trabajo confiere.

En fin, entre los temas que requieren nuestra reflexión y nuestra colaboración está la defensa del medio ambiente, de nuestra querida Tierra, el gran recurso que Dios nos ha dado y que está a nuestra disposición, no para ser desfigurada, explotada y denigrada, sino para que, disfrutando de su inmensa belleza, podamos vivir con dignidad.

Señora Presidenta, señor Secretario General, Excelencias, Señoras y Señores,

El beato Pablo VI calificó a la Iglesia como «experta en humanidad». En el mundo, a imitación de Cristo, y no obstante los pecados de sus hijos, ella no busca más que servir y dar testimonio de la verdad. Nada más, sino sólo este espíritu, nos guía en el alentar el camino de la humanidad.

Con esta disposición, la Santa Sede tiene la intención de continuar su colaboración con el Consejo de Europa, que hoy desempeña un papel fundamental para forjar la mentalidad de las futuras generaciones de europeos. Se trata de realizar juntos una reflexión a todo campo, para que se instaure una especie de «nueva agorá», en la que toda instancia civil y religiosa pueda confrontarse libremente con las otras, si bien en la separación de ámbitos y en la diversidad de posiciones, animada exclusivamente por el deseo de verdad y de edificar el bien común. En efecto, la cultura nace siempre del encuentro mutuo, orientado a estimular la riqueza intelectual y la creatividad de cuantos participan; y esto, además de ser una práctica del bien, es belleza. Mi esperanza es que Europa, redescubriendo su patrimonio histórico y la profundidad de sus raíces, asumiendo su acentuada multipolaridad y el fenómeno de la transversalidad dialogante, reencuentre esa juventud de espíritu que la ha hecho fecunda y grande.

Gracias.

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