Falsedades acerca de la Iglesia católica – La fe católica no van con los tiempos…

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

La fe católica no va con los tiempos…

Esta es una acusación muy común de la que hacen uso aquellos que se oponen a la Iglesia católica. Al parecer la Esposa de Cristo ha de estar a la última en todo lo que se refiere a… todo.

Muy bien. Eso puede estar la mar de bien para quien no tiene más problema que preocuparse por el mundo y sus mundanidades, por las últimas novedades tecnológicas o los últimos eventos sociales.

Para estar a  la última hay que dejar, sin duda, lo que se tenía por penúltimo. Es decir, se abandona lo anterior para tener por bueno lo último, aquello que ha salido ayer mismo, hoy mismo. Es como ser una persona eminentemente perecedera en cuanto ideas y adaptable a lo que salga. Y a eso San Pablo lo llama dejarse llevar por todo viento de doctrina (cf. Ef 4, 14)

Es bien cierto que quien vive en el mundo y sólo se cree ciudadano del mundo estará la mar de satisfecho con poseer el último modelo de aparato telefónico, por tratar de conducir el mejor coche o por escalar en la sociedad como mejor pueda a costa de quien sea y de lo que sea. Es su forma de vida en la que, no por casualidad, la moral está lejos de ser aceptada a no ser que lo sea inmoral…

Pero las cosas no pueden ser igual en materia religiosa cristiana. Bueno, en materia religiosa cristiana… católica porque ya sabemos lo “abiertos al mundo” que son determinadas asociaciones religiosas cristianas llamadas protestantes porque, en verdad, protestaron mucho contra la Iglesia católica pero nada contra el mundo y lo que venga del mismo.

Se le achaca, decimos, a la Esposa de Cristo, que los tiempos no van con ella o, mejor, que no sabe adaptarse a lo que pasa ahora mismo y mañana, a lo que pase mañana, y así…

El caso es que para esto, si esto fuera así, la Iglesia católica dejaría de ser Iglesia católica y pasaría a ser, eso, una asociación más de las muchas que hay en el mundo más preocupadas por lo moderno con la intención de que el siglo la aceptara en su seno. Lo que pasa es que, entonces, el seno que quedaría muy lejos sería el de  Dios y con él todo aquello que de bueno hay en la existencia de la humanidad creyente. Y eso, francamente, no vale la pena.

Pero bueno… pensemos que la Iglesia católica va a ir con los tiempos a partir, por ejemplo, de mañana…

En tal caso aceptaría lo que se le propone en materia de

-Aborto.

-Imposible matrimonio entre personas del mismo sexo.

-Divorcio y con él, la comunión de divorciados vueltos a casar.

-Eutanasia.

-Sacerdocio femenino.

-Manipulación genética.

-Adoctrinamiento en el relativismo.

-Prácticas de meditación orientalizantes o, directamente, orientales.

¿Seguimos?

Es cierto que estos temas no tienen límite pues bastaría con acudir ahora mismo al Catecismo de la Iglesia Católica para ver en qué puntos debería “adaptarse al mundo” para ser moderna. Y serían, con toda seguridad, muchos y muchísimos.

El problema es que eso no puede ser. Y no puede ser porque debe, la Esposa de Cristo, respetar una serie de doctrinas que no son suyas o, mejor, que están puestas por Aquel que la fundó y entregó las llaves de la misma a un tal Pedro y, ahora mismo a un tal Francisco… como sabemos. Y como el Maestro conoce mejor que nadie la voluntad de Dios al ser, Él, Dios hecho hombre, no va a ser el discípulo mejor que el Maestro por mucho que el mundo quiera que sí lo sea.

Decimos, por tanto, que lo que no puede ser no puede ser… y además, es imposible. Y aunque muchos ladren y vociferen contra la Iglesia católica porque no va con el mundo… el caso es que la misma, y sus fieles, no son, no somos de este mundo y, aunque en él vivamos y debamos hacer que se sepa lo que quiere decir ser católico, una cosa es eso y otra, muy distinta, que debamos comulgar con ciertas ruedas de molino que, por cierto, más de uno debería colgarse ya sabe dónde (lo dijo Cristo) y echarse ya sabe dónde (también lo dijo Jesucristo).

Y por eso, exactamente por eso, es falso que la Iglesia católica no vaya con los tiempos… es que los tiempos andan bastante errados y son ellos los que no van con Dios.

¿Alguien duda de esto? 

 

Eleuterio Fernández Guzmán