Del romano imperialista, puñetero y desalmado a la misa de angelis

 

La gente de nuestras parroquias es más buena que el pan, tanto que se fía de nosotros los curas sin ningún tipo de espíritu crítico, aunque afortunadamente algo van espabilando. Quien  más y quien menos al llegar a una parroquia se ha encontrado con un pequeño coro formado por gente de buena voluntad que, a falta de otras posibilidades, y nula formación o expresa deformación, se dedica a “amenizar” las misas entre kumbayás, palacagüinas, batir palmas, adaptaciones músico-literario-gestuales y simpáticas canciones que igual podían haberse entonado en un congreso de dentistas.

Lo hacen con buena voluntad, convencidos de que eso es el auténtico espíritu del concilio, y más si los curas no hacemos nada porque mejor dejar a los coros a su aire no sea que se cabreen, que también tiene facilidad. Que canten los niños, Dios es amor y la Biblia lo dice, y además no has nacido amigo para estar triste tralará.

Ni por asomo se les pasó por la cabeza que puedan andar haciendo sus cosas fuera de la maceta adecuada. Mucho espíritu conciliar pero de la Sacrosanctum concilium ni papa: “La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas. Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos…

Anda… ¿pero de verdad dice eso? Pues sí… justo en el número 116. ¿Y nosotros con el romano imperialista puñetero y desalmado? Me temo que sí… Ante esta dura constatación de que el coro lleva años cantando a las flores y los pajaritos en lugar de hacer lo que pide el concilio, pueden pasar dos cosas: o bien que digan que tararí que te vi y que habrá un día en que todos la levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad… en cuyo caso no queda otra que señalar el portón de arrastre, o bien que, humildemente, pueda hacerse algo aunque nunca de forma traumática.

Cuando me he encontrado con coros normales he intentado seguir algunas pequeñas pautas por si sirven. Vamos a ello.

La primera, la de hacerles ver la riqueza de los textos litúrgicos y la necedad de querer cambiar gloria, sanctus o agnus por una letra de Pepito Pérez aunque sea muy sentida. El segundo paso es el de hacerles entender que el salmo responsorial es un salmo, palabra de Dios, y que Tagore, aunque es un señor que dice cosas bonitas, a categoría de Dios no llega.

El siguiente paso es el de suprimir del repertorio las canciones polivalentes. Es decir, que está bien que es feo eso de que llueva en tu corazón, y que se acepta lo de la estrella de luz blanca, que lo del mundo que necesita el vuelo de una paloma no deja de ser una cursilería y lo del corazón lleno de sol produce un efecto demoledor. Canciones específicamente católicas.

Según se va avanzando entran pequeñas cosas tradicionales de calidad contrastada. Salve Madre, Cantemos al amor de los amores, Toma Virgen Pura, Alabado sea el Santísimo sacramento del altar. Y de repente un día te descuelgas con que, habida cuenta de que es fiesta gorda podíamos echar narices al asunto y arrancarnos con el gloria de la misa de angelis.

Ná. No ha pasado nada. Canciones netamente católicas, recuperar repertorio tradicional y alguna cosilla de gregoriano.

¿Son sueños? ¿Es posible? Nosotros, de momento, hemos llegado incluso a cantar de forma habitual kyries y agnus de la misa de angelis todos los domingos. Sin problemas. De vez en cuando aún me cuelan algún tralará sobre todo si hay niños… pero vaya si hemos ido cambiando.