La oración y los problemas de la vida...

, el 14.12.14 a las 12:20 AM


LA ORACIÓN Y LOS PROBLEMAS DE LA VIDA

 

Me comentaba hace poco tiempo una persona que había dejado desde hacía años la oración y que, últimamente, gracias a un grupo de oración a la que fue invitada, volvía a rezar, pero, con gran sorpresa por su parte, nunca había tenido tantos problemas (de salud, familia…). Esta persona, perpleja, me preguntaba cómo sucedía esto y qué sentido tenía entonces rezar. Mi respuesta fue la siguiente:

 

Observe a su alrededor: ¿Quién no tiene problemas en un momento u otro de su vida? La vida conlleva dificultades, contratiempos y problemas. La diferencia la marca cómo los afrontamos, con qué espíritu los asumimos. Ser cristiano, tener fe, rezar, no nos exime de los problemas que sufren la mayoría de los mortales. Pero la fe y la oración nos hacen verlos y vivirlos de forma diferente. Los transforma. La unión con Dios nos permite afrontar los contratiempos y dificultades con mucha paz y esperanza, sabiendo que siempre estamos en manos de Dios y que los problemas nunca tendrán la última palabra. San Pablo escribía a los cristianos de Tesalónica, angustiados por el gran problema de la muerte, que “no lloraran sin esperanza”. No les dice que no lloren, sino que lo hagan con esperanza.  No le quepa a usted ninguna duda que todos estos problemas que tiene ahora rezando los tendría igual sin rezar. Mejor dicho, los tendría peor sin rezar porque la oración cuando es auténtica no ayuda a afrontar los problemas con sentido y esperanza. Como sacerdote, visito a menudo enfermos y personas que pasan por grandes tribulaciones. Son muchos los que me dicen que sin el recurso a Dios por la oración, no lo soportarían. El sufrimiento forma parte de la vida en este mundo pero nada hay peor que sufrir sin sentido ni esperanza. No podemos confundir la oración con una especie de mantra o talismán que nos evita las contrariedades y el esfuerzo de afrontarlas cristianamente, eso es, perseverando en conocer y hacer la voluntad de Dios en las circunstancias que el Señor determine.

Hace poco, el Cardenal Barbarin declaraba que “la oración no es el último recurso de la Iglesia sino el primer deber del cristiano”. ¿Qué sentido tiene rezar? Todo. Tal vez si en la oración, en lugar de buscarnos a nosotros mismos, buscáramos a Dios y su designio, entenderíamos mejor este aspecto fundamental de la vida cristiana. Nos preocupamos excesivamente por la oración de petición, limitándola a menudo a aspectos muy secundarios y olvidamos dimensiones tan fundamentales como la adoración y la alabanza que debemos tributar constantemente a Dios, así como la acción de gracias. Con esto no digo que no debamos pedir, pero pidamos lo que Dios mismo nos sugiere en el Padrenuestro y no olvidemos implorar dos cosas fundamentales: la luz del Espíritu Santo para conocer qué quiere el Señor de nosotros y la fuerza necesaria para llevarlo a cabo. Todo lo demás se nos dará en añadidura. No deje de rezar e implore la fuerza del Espíritu Santo para hacerlo correctamente. Y me atrevería a decir, que ante muchos y gravisimos males que nos afligen actualmente casi sólo nos queda rezar intensamente… La fuerza de la oración es extraordinaria.