“Estamos en una profunda crisis, pero también de profunda emergencia de nuevas formas de vivir”

Sebastián Mora, Secretario General de Cáritas Española, ha participado en el X Ciclo del Aula Fe-Cultura. En su visita a Badajoz, la publicación diocesana Iglesia en camino le entrevista para hablar con él de la relación individuo-sociedad, contenido de su ponencia.

-La sociedad es la suma de individuos, pero no simplemente eso.

-Es algo complejo. Lo primero de lo que tenemos que darnos cuenta es de que la realidad es compleja y las simplificaciones lo único que hacen es simplificar la realidad, no hacerla sencilla. Dentro de esta complejidad, me parece esencial rescatar la prioridad de la persona. No podemos hablar de la sociedad, de la dimensión social sin poner encima de la mesa la prioridad de la persona.

La persona no se diluye en lo social, no es un mero recuerdo, no es una sombra en lo social sino que es el protagonista con mayor dignidad de lo social. Dicho esto hay que destacar que la persona, si no es en sociedad no es persona tampoco, con lo cual esa prioridad ética es también una prioridad que necesita de lo social para desarrollarse en integralidad, por eso existe una tensión dialéctica entre persona y sociedad.

Nos jugamos mucho, porque dependiendo de dónde pongamos el polo, ideologizas hacia un lado, los colectivismos, o hacia otro, los  individualismos. Cómo rescatar ese valor intermedio donde la persona sea prioritaria pero además necesite lo social, es la reflexión que tenemos que hacer como Iglesia y como ciudadanos.

-A eso se refería recientemente el Papa Francisco en su mensaje en el Parlamento Europeo, la persona como sujeto central al que debe dirigirse la acción política

-Sí, pero también el Papa ha destacado mucho dónde se desarrolla esa persona, y ha hablado del marco cultural, del marco de los derechos, del ámbito de la política… Es muy curioso, pero en la exhortación Evangelii Gaudium, cuando en el capítulo II, que es el capítulo de análisis de la realidad en el plano global, él lo tituló “en medio de la crisis comunitaria”.

La comunidad, la sociedad, ese entramado entre procesos sociales, culturas, valores y comunidad es donde el hombre, la mujer, la persona, se tiene que desarrollar, y es básico una estructura social que apoye el desarrollo del hombre y no un hombre que cada vez está más solo. En la sociedad, que ha sido muchas veces un invernadero para que las personas crezcan, ahora mismo se ha caído el tejado y las personas necesitamos invernaderos para poder crecer. Estamos al albur del frío, de los vientos, de las aguas y nos está costando mucho desarrollarnos en integralidad.

-¿Qué está más en crisis, la individualidad o la sociedad, o va todo unido?

-Va todo unido, pero si vemos la historia de la Doctrina Social de la Iglesia, con la Rerum Novarum, el problema que afronta el Papa es el problema del mundo obrero, la relación entre obreros y patronos; la cuestión obrera era la cuestión social. Si seguimos hacia adelante, la cuestión de la pobreza mundial se hace cuestión social, y ya en Mater et Magistra y Populorum Progressio el tema es la internacionalización de la pobreza, ya no es solo un tema de la cuestión obrera. Con San Juan Pablo II creo que llegamos a una síntesis donde reaparece la cuestión del trabajo de una forma muy patente y reaparece también la cuestión de la globalización. Benedicto XVI lo dijo una frase muy determinante en Caritas in veritate, la cuestión social hoy, es la cuestión antropológica.

-¿Qué hacemos ante esta situación?

-Si miramos la historia de la humanidad, como diría el sociólogo Max Weber, “lo único cierto es que lo que hoy es real, muchos dijeron que era imposible”. Hay muchas cosas, que hoy decimos que son imposibles, que son reales, y por eso tenemos que seguir trabajando.

Se dan muchas chispas de esperanza. Es verdad que los análisis globales muchas veces ocultan esas chispas, esas luces que surgen. Hay un resurgir de la solidaridad, de la estructura comunitaria, de la creatividad en lo económico… Empezamos a ser muy conscientes de que no nos podemos vender a lo puramente económico, que tenemos que estar dirigidos por una densidad de valores. Estamos en un momento de profunda crisis, pera también de profunda emergencia de nuevas formas de vivir, de experimentar y de construir lo social y la persona.

(Juan José Montes – Iglesia en camino)