Católicos

El arzobispo católico de Mosul: “El problema no es cómo vamos a morir, sino cómo vamos a vivir. Por eso seguimos siendo cristianos”

 

El pasado sábado por la noche, en la parroquia madrileña de la Virgen de la Providencia y San Cayetano, monseñor Amel Nona, arzobispo católico de Mosul, ofreció su testimonio para explicar la dramática situación que atraviesan los cristianos de Irak.

Amel Nona es el arzobispo de 20.000 familias -o lo que es lo mismo: más de 120.000 cristianos- que en 24 horas tuvieron que huir de Mosul con lo puesto, rumbo a futuro incierto. Nona vive junto a su comunidad en el duro día a día del exilio, en el Kurdistán iraquí, y el pasado fin de semana viajó hasta Madrid para tratar de mejorar la situación de sus fieles sumándose en persona a la campaña puesta en marcha por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). 

El objetivo de esta campaña –una de las mayores de AIN en sus casi 50 años de historia- es recaudar 1,5 millones de euros para cubrir las necesidades básicas de esta comunidad cristiana, que a sus muchas dificultades ha de sumarse el duro invierno que está azotando el norte de Irak. El apoyo económico también podría servir para que los cristianos iraquíes no tengan que abandonar definitivamente su país, donde han vivido de forma ininterrumpida durante los últimos 2.000 años.

El causante de esta dramática situación es el autoproclamado Estado Islámico, un grupo terrorista que ha devenido en auténtico Ejército; dispone 50.000 a 70.000 efectivos y de abundante material militar, incluidos carros y misiles. Su ambición: crear un nuevo califato islámico. De momento, gracias al vacío de poder propiciado por la inestable situación de Irak y por la inacabada guerra de Siria, ya controlan un amplio territorio propio que ha desdibujado la frontera entre los dos países. 

La brutalidad del Estado Islámico es tristemente célebre. Tras su ofensiva sobre Mosul, llevada a cabo en junio de 2014, este grupo yihadista se hizo con el control de la ciudad durante un mes, hasta que fue liberada –de forma más nominal que real- por los peshmergas, las tropas del Ejército de la región semi autónoma del Kurdistán iraquí.

El horror 

Durante el dominio de las milicias yihadistas sobre Mosul se vivieron escenas dantescas. La campaña de terror que el Estado Islámico aplicó sobre la población civil cristiana y, sobre todo, con la minoría yazidí incluyó crucifixiones, lapidaciones, decapitaciones y ejecuciones en masa. Todo, a plena luz del día.

¿De donde procede tanto odio? Mons. Nona lo tiene claro: “Proviene de su propia religión. Su libro religioso tiene versículos que incitan a la violencia y al odio. Se podría también hablar de los motivos políticos y sociales que explican su conducta, así como de los apoyos que recibe el Estado Islámico. Hoy basta con explicar de donde proviene su odio”. 

Ante el ultimátum lanzado por el Estado Islámico a los cristianos de Mosul -conversión al Islam o pago de una cantidad inasumible de impuestos- 20.000 familias tuvieron que marcharse con lo puesto en 24 horas hacia el Kurdistán iraquí. Desde entonces malviven en tiendas de campañas, en los 15 campamentos de refugiados situados en el Kurdistán.

La huida de los cristianos de esta ciudad tiene pleno sentido: desde 2003 es la diócesis más peligrosa de Irak. Los islamistas han asesinado a un obispo, a un sacerdote y a cinco diáconos. Muchos otros fieles también han sido perseguidos y asesinados mientras sus templos eran destruidos con explosivos. Cinco diócesis han desaparecido del mapa. Esta situación explica que en poco más de una década, tras la caída del poder de Sadam Hussein, se haya pasado de 1.600.000 cristianos en Irak a cerca de 300.000. 

“La mayor parte de los cristianos”, indica Mons. Nona, “han tenido que exiliarse; 120.000 personas han cambiado de ciudad, en una sola noche tuvieron que salir con lo puesto buscando un lugar seguro. Recuerdo un matrimonio joven con dos hijos que caminó casi toda la noche a pie. Estaban muy cansados, los niños lloraban. Pero ellos no se quejaban. Al contrario, daban gracias a Dios por estar a salvo. Esta es nuestra fe”.

Una Iglesia de catacumbas 

Pese a todo, la Iglesia de Mosul, aunque diezmada y perseguida, vive. “Es muy peligroso seguir allí pero este pequeño grupo destaca por su gran fidelidad; he podido experimentar como viven la fe en comunidad”, precisa Nona. 

En cuanto a su historia personal, Mons. Nora explica que fue nombrado obispo en 2010, después de dos años sin pastor en esta diócesis tras el asesinato del anterior mientras celebraba Misa. “Unos parientes me preguntaron, ¿pero como se te ocurre aceptar este nombramiento? Pero todos vamos a morir, lo importante es cómo decidamos vivir nuestra vida. Y esta comunidad ha decidido vivir con fuerza y con coraje cada momento de su existencia”.

Para ilustrar este coraje, Mons. Nona recuerda la celebración del pasado Viernes Santo en una iglesia derruida de Mosul. “Al principio estaba medio vacía, había una o dos personas. Pensábamos que nadie iba a venir, pero poco a poco fue llegando gente y se acabó llenando. Algunos fueron caminando por la calle. Es muy peligroso para un cristiano andar solo por la calle en Mosul. Cuando el Ejército vio que estamos reunidos sin protección acudieron con sus coches a protegernos. Así es nuestra fe: una fe que no conoce el temor”. 

Pese a estas muestras de valentía, la situación es tan crítica que, por primera vez en 2.000 años de historia, no se celebra misa de manera pública en Mosul. Nona reconoce que para seguir en su tierra ancestral los cristianos iraquíes necesitan ayuda. Por eso AIN ha iniciado la citada campaña navideña con el objetivo de proporcionales escuela y viviendas; una campaña en la que, por 20 euros, se le puede dar a cada niño cristiano iraquí un paquete de regalo que contiene una biblia, un dulce y un abrigo para pasar el invierno. Por otro lado, el proyecto de AIN también incluye ayuda a religiosos y seminaristas.

Vivir cada momento a fondo

Con la presencia de Mons. Nona en Madrid, AIN ha querido reforzar esta campaña de recaudación. En todo caso, el arzobispo matiza: “Nosotros queremos volver a nuestra ciudad; es nuestra tierra, pero si no pudiéramos, viviríamos en cualquier tierra, en cualquier sitio. Para seguir en nuestra tierra necesitamos ayuda. Y la ayuda más importante que nos podéis dar a nosotros es que mantengáis vuestra fe, es permanecer juntos en la fe”.

Nona explica como los cristianos de Oriente creen que también en Occidente todos son cristianos, “pero cuando venimos aquí vemos que no, que aquí muchos abandonan su fe. Pero para nosotros es una gran esperanza saber que el resto de los cristianos se preocupan por nosotros. Por eso os pedimos que seáis fuertes. Nosotros no tenemos miedo a morir allí. Lo importante no es morir, si no vivir bien cada momento. Y nosotros lo estamos haciendo muy bien. Ningún cristiano ha renunciado a su fe. Lo estamos haciendo con coraje. No tenemos miedo a la muerte. No estamos tan preocupados por nosotros como por Occidente, donde se pierde la fe. Si nosotros permanecemos juntos y tenemos coraje, vosotros también podéis hacerlo”.

Sobre la relación entre católicos y ortodoxos durante estos difíciles momentos, el arzobispo de Mosul señala que es muy buena. “somos hermanos, toda la ayuda se reparte sin distinción”, precisa Nona, al tiempo que explica la diferente relación que los cristianos iraquíes mantienen con sunitas y chiítas –las dos ramas del Islam-: “Nos llevamos mejor con los chiítas, pero no hay mucha diferencia. Los chiítas son más espirituales. Si no te metes con ellos, ellos no se meten contigo. Los sunitas, en cambio, agreden al que no es como ellos. Pero todos los grupos fundamentalistas se parecen”.