ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 24 de diciembre de 2014

La frase del día 24, vigilia de la Navidad

"Que esta Navidad “no sea nunca una fiesta del consumismo comercial, del descarte y los superfluo". El papa Francisco

 


Primera Plana

Emocionante misa en San Pedro en la noche de Navidad
El papa Francisco presidió la celebración que inició develando una imagen del Niño Jesús

Texto de la homilía del papa Francisco en la misa de gallo
Es la segunda Navidad que el Santo Padre pasa en el Vaticano. 'Lo más importante es dejar que el Señor me encuentre y me acaricie con cariño'.

Misa de Navidad, con el 'Et Incarnatus est' de Mozart
El director del coro de la Capilla Sixtina explica la pertinencia de ciertas músicas en la liturgia.

Santa Sede

Los tres pesebres de la 'casa' del Papa
En la Domus Santa Marta, han sido montados tres diversos nacimientos, uno delante de la habitación del Santo Padre

Mirada al mundo

Un libro para unir a todos los cubanos
'La Virgen de la Caridad del Cobre en el alma del pueblo cubano', Impreso en España y distribuido en Cuba

Kurdistán: Navidad declarada día festivo en solidaridad hacia los cristianos
En Irak, el gobierno regional de Kurdistán quiso dar esta señal a los cristianos desplazados por la violencia del Califato islámico

Espiritualidad

San Alberto (Adán) Chmielowski - 25 de diciembre
«Consumado pintor, hizo del arte un instrumento evangelizador hasta que eligió convivir con las pobres y los enfermos renunciando a un brillante futuro. Juan Pablo II lo consideró el san Francisco polaco del siglo XX»


Primera Plana


Emocionante misa en San Pedro en la noche de Navidad
El papa Francisco presidió la celebración que inició develando una imagen del Niño Jesús

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) -  En una basílica de San Pedro iluminada y llena de flores, a las 21,30 locales, el papa Francisco entró con el cortejo que se dirigió hacia el altar para descubrir una imagen del Niño Dios, detrás de la cual estaba el libro del Evangelio. Mientras, se escuchaba el canto de la Kalenda.

En el cortejo participaron también diez niños con vestidos tradicionales, de diversos países del mundo: Italia, Europa, Corea y Filipinas, quienes pusieron ramos de flores a los pies de la hermosa imagen de madera policromada del Niño Jesús.

A continuación el Santo Padre presidió la celebración de la santa misa, vestido con paramentos blancos, con dorado, la cual fue concelebrada por 30 cardenales y varios centenares entre obispos y sacerdotes.

Al lado del altar estaba expuesta una imagen de la Virgen con el Niño, donada por el presidente de Brasil, Joao Goulart en 1963, decorada con gran cantidad de flores blancas y hojas verdes, así como la base de las columnas del dosel del Bernini. Después de la entonación del Gloria, se oyeron las campanas que repicaban y sonido del órgano profundo y alegre.

El Evangelio cantado hoy contenía el párrafo:"No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: 
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.

“Esta noche santa --dijo el Papa en su homilía-- en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque?”

Recordó que alguien podría decir: «Pero si yo busco al Señor» “Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera?”

El Santo Padre insistió: “Y más aún: ¿tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy!”

Y concluyó su homilía invitando a mirar “al misterio” y a rezar “pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús»”. 

El Credo cantado por el coro de la Capilla Pontificia Sixtina fue intercalado por el 'Et Incarnatus Est' de la misa en do menor de W. A. Mozart, interpretado por la Orquesta sinfónica de Pittsburgh, dirigida por el austríaco Manfred Honeck y cantado por la solista israelí, Chen Reiss. Esto fue querido por expresa voluntad del papa Francisco.

Entre las peticiones no pasó desapercibida la de un señor chino que pidió por quienes sufren al practicar la fe en la persecución.

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Texto de la homilía del papa Francisco en la misa de gallo
Es la segunda Navidad que el Santo Padre pasa en el Vaticano. 'Lo más importante es dejar que el Señor me encuentre y me acaricie con cariño'.

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló» (Is 9,1). «Un ángel del Señor se les presentó [a los pastores]: la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). De este modo, la liturgia de la santa noche de Navidad nos presenta el nacimiento del Salvador como luz que irrumpe y disipa la más densa oscuridad. La presencia del Señor en medio de su pueblo libera del peso de la derrota y de la tristeza de la esclavitud, e instaura el gozo y la alegría.

También nosotros, en esta noche bendita, hemos venido a la casa de Dios atravesando las tinieblas que envuelven la tierra, guiados por la llama de la fe que ilumina nuestros pasos y animados por la esperanza de encontrar la «luz grande». Abriendo nuestro corazón, tenemos también nosotros la posibilidad de contemplar el milagro de ese niño-sol que, viniendo de lo alto, ilumina el horizonte.

El origen de las tinieblas que envuelven al mundo se pierde en la noche de los tiempos. Pensemos en aquel oscuro momento en que fue cometido el primer crimen de la humanidad, cuando la mano de Caín, cegado por la envidia, hirió de muerte a su hermano Abel (cf. Gn 4,8). También el curso de los siglos ha estado marcado por la violencia, las guerras, el odio, la opresión. Pero Dios, que había puesto sus esperanzas en el hombre hecho a su imagen y semejanza, aguardaba pacientemente. Dios Esperaba. Esperó durante tanto tiempo, que quizás en un cierto momento hubiera tenido que renunciar. En cambio, no podía renunciar, no podía negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2,13). Por eso ha seguido esperando con paciencia ante la corrupción de los hombres y de los pueblos. La paciencia de Dios, como es difícil entender esto, la paciencia de Dios delante de nosotros. 

A lo largo del camino de la historia, la luz que disipa la oscuridad nos revela que Dios es Padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y que la corrupción. En esto consiste el anuncio de la noche de Navidad. Dios no conoce los arrebatos de ira y la impaciencia; está siempre ahí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, esperando de ver a lo lejos el retorno del hijo perdido.

Con paciencia, la paciencia de Dios. 

La profecía de Isaías anuncia la aparición de una gran luz que disipa la oscuridad. Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los pastores. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento del Redentor, lo hicieron con estas palabras: «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». La «señal» es la humildad de Dios, la humildad de Dios llevada hasta el extremo. Es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones. El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez.

Esta noche santa, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» –podríamos responder–. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera mucho?

Y más aún: ¿tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! La paciencia de Dios, la ternura de Dios. 

La respuesta del cristiano no puede ser más que aquella que Dios da a nuestra pequeñez. La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la mansedumbre en cualquier conflicto».

Queridos hermanos y hermanas, en esta noche santa contemplemos el pesebre: allí «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón. Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús». 

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Misa de Navidad, con el 'Et Incarnatus est' de Mozart
El director del coro de la Capilla Sixtina explica la pertinencia de ciertas músicas en la liturgia.

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Hoy 24 por la noche el santo padre Francisco preside la misa de Navidad, que inicia a las 21,30 locales. La eucaristía será acompañada por el Coro Pontificio de la Capilla Sixtina, que entre los cantos litúrgicos y gregorianos, interpretarña el Et Incarnatus Est, de la misa en do menor de W. A. Mozart. Para ello se contará también con la Orquesta sinfónica de Pittsburgh, dirigida por el austríaco Manfred Honeck y con la solista israelí, Chen Reiss.

Mozart compuso en Viena esta misa en do menor, entre 1781 y 1782, como agradecimiento por la curación de su futura esposa Constance, que se había enfermado. La opera quedó incompleta.

El director del coro de la Capilla Sixtina, Mons. Massimo Palombella, en entrevista a la Radio Vaticano indicó que se eligió esta música, en el espíritu del Vaticano II. Precisó que generalmente y eclesialmente permanece una visión sobre la lógica de la reforma litúrgica del Concilio en relación a la música, según la cual con la reforma litúrgica terminó todo el patrimonio enorme de la Iglesia y que es necesario hacer todo nuevo.

En cambio, indicó el director del coro pontificio, “tenemos que comprender que cada reforma de la Iglesia siempre incluye a las anteriores”. Por ello, añadió, la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II antes de otra cosa, “desde el punto de vista litúrgico musical es un gran desafío cultural, porque nos obliga imprescindiblemente a dialogar con la cultura contemporánea”. Y la reciente beatificación de Pablo VI, “sella este gran deseo del Concilio: el diálogo con la cultura contemporánea". Entretanto reconoció que "si puedo dialogar es porque tengo raíces, por lo tanto el conocimiento de lo que nos ha precedido”.

Por ello el Et Incarnatus est está colocado de manera litúrgicamente pertinente en el interior de la celebración. O sea, durante el Credo, cantado por el coro de la Sixtina, entrará el Et Incarnatus Est, de Mozart.

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Santa Sede


Los tres pesebres de la 'casa' del Papa
En la Domus Santa Marta, han sido montados tres diversos nacimientos, uno delante de la habitación del Santo Padre

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - En la residencia Santa Marta, en donde vive el papa Francisco, dentro del Vaticano, hay tres pesebres.

El encargado de la manutención de la Casa Santa Marta, Alessandro Di Placidi, en declaraciones al periódico l'Osservatore Romano indicó que para armar el pesebre montado en la planta baja de la residencia, se usaron materiales como ramas de madera, musgos y piedras recogidos en los Jardines del Vaticano. Tiene una pequeña fuente de agua en movimiento y unos diez personajes, pequeñas imágenes de madera esculpidas en el siglo XIX. En el mismo hay un refugio muy simple donde María y José acogieron al Niño Jesús. Recordó que todo es muy simple, porque Jesús quizo nacer en un lugar provisorio, casi en ruinas, donde todo había desaparecido y sólo el techo estaba asegurado.

El autor del pesebre quiso además llevar la mirada hacia la parte más íntima del belén, aprovechando para ellos las luces y recordando las palabras de Santa Teresa de Lisieux: "Esa noche, cuando Jesús fue hecho débil y sufriendo por amor de mí, me hizo fuerte y valiente".

Siempre en la Domus Santa Marta hay un segundo pesebre. Para montarlo, Pasquale Scognamiglio se inspiró en el oleo del 1815, del danés Christoffer Wilhelm Eckersberg.

Es una pequeña torre redonda en la periferia romana de 'Tor di Quinto'. En el contexto de un paisaje de la campaña romana, rocoso y rodeado de algunas casas. El trabajo fue presentado al Papa por la parroquia de Santa Domitila, Latina.

En la antesala del departamento del Santo Padre, está el un tercer pesebre, presentado por los artesanos de la localidad de Monte Porzio Catone, a unos 30 kilómetros al este de Roma, cerca de Castel Gandolfo, con materiales varios, representa un nacimiento con aspectos típicos de la cultura romana. Delante de ellos el Santo Padre rezará, también por nosotros. 

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Mirada al mundo


Un libro para unir a todos los cubanos
'La Virgen de la Caridad del Cobre en el alma del pueblo cubano', Impreso en España y distribuido en Cuba

Por Araceli Cantero Guibert

MADRID, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Unir a todos los cubanos con la ayuda de la Patrona de Cuba es lo que se pone un nuevo libro sobre la Virgen de la Caridad editado en España para distribuir en Cuba y allí en donde se encuentren los cubanos. El volumen, de 560 páginas, está lleno de fotografías, tanto de la devoción popular como de grandes artistas, recopiladas durante 30 años por el abogado, coleccionista e investigador cubano Emilio Cueto.

Con este libro, Cueto desea “subrayar el profundo impacto de la Virgen en la vida espiritual, cultural y cotidiana del pueblo cubano. Su huella en nuestra cultura es deslumbrante”, afirma. Prueba de ello son las ilustraciones y fotos, incluida la de la portada, que muestra una imagencita de la Virgen de la Caridad sobre el panel de un taxista en La Habana.

La obra lleva el título el título “La Virgen de la Caridad del Cobre en el alma del pueblo cubano” y fue presentado por primera vezen el Salón de la Hospedería, junto a la Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad en El Cobre, el 29 de septiembre de 2014.Fue anfitrión del acto el Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Dionisio García Ibañez. Y el 25 de enero de 2015 se presentará en la Ermita de la Caridad de Miami.

“El pueblo de Cuba es su verdadero autor”, señaló entonces el autor, al rendir homenaje a quienes habían colaborado en su creación. Hizo notar la iconografía de la Virgen de la Caridad: la Virgen sola, la Virgen de los seis medallones y la Virgen de los juanes. Dijo que es un libro “de todos y para todos” y que también pretende ayudar y servir a los expertos, e incentivarlos a que continúen la búsqueda y la investigación.

El volumen comienza narrando como la pequeña imagen hallada hace 500 años flotando sobre las aguas de la Bahía de Nipe, de una devoción local pasó a ser nacional y la volvió la Patrona de Cuba. Le siguen 5 capítulos detallando el impacto de la Virgen: en las Artes Plásticas; la literatura; la música; la radio; la televisión; el cine y la Danza. Finaliza con un recorrido detallando la presencia de María en varias ciudades a través del mundo y en Cuba.

Cueto es un cubano americano, radicado en la ciudad de Washington, que ha publicado varios libros sobre temas cubanos. La información sobre la Virgen de la Caridad la ha obtenido de mil maneras: libros, revistas, folletos, visitas a muchísimas iglesias dentro y fuera de Cuba, así como en casas particulares. Este libro llevó cuatro años de elaboración y Cueto es el autor del texto y de muchas de las fotografías. He tenido, indica el autor, “el privilegio y la suerte de haber contado con el apoyo de uno de los mejores fotógrafos de Cuba, Julio Larramendi”. Muchas de las ilustraciones son inéditas. El libro lo edita el Arzobispado de Santiago de Cuba a través de la Editorial Colibrí, cuyo director artístico es el mismo Larramendidirector del sello Editorial Polymita bajo el cual ha sidoimpreso en España,con la colaboración de la diseñadora Yamilet Moya.

Lo distribuye en o toda la Isla la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el autor piensa “regalar un ejemplar a cada una de las Bibliotecas Provinciales y Municipales de Cuba. Cueto desea que la lectura del libro ayude a unir a todos los cubanos.En propia mano le entregó a Mons. Dionisio García un ejemplar para que se lo haga llegar al papa Francisco.

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Kurdistán: Navidad declarada día festivo en solidaridad hacia los cristianos
En Irak, el gobierno regional de Kurdistán quiso dar esta señal a los cristianos desplazados por la violencia del Califato islámico

Por Redacción

ROMA, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - El Gobierno regional del Kurdistán iraquí ha proclamado día festivo este 25 de diciembre para expresar legalmente la solidaridad pública de las instituciones y de toda la sociedad hacia los cristianos, en la Fiesta de la Natividad del Señor.

Lo indicó la agencia de noticias Fides, al publicar un comunicado en el cual se precisa que este día todos los empleados de las instituciones públicas de la provincia, incluidas las escuelas observarán un día de descanso.

El portavoz oficial del gobierno, Sven Dzia, ha publicado en el sitio web del gobierno regional un mensaje de felicitación dirigido “a todos los hermanos cristianos de Kurdistán, de Iraq y de todo el mundo” deseándoles un año de paz, seguridad y estabilidad.

Hoy los sacerdotes caldeos presentes en Erbil y en sus barrios – incluidos aquellos que huyeron de Mosul y de la Llanura de Nínive – se han reunido con sus obispos para tener un día de retiro espiritual, en preparación para la Navidad.

“La decisión de las autoridades del Kurdistán iraquí testifica la atención y cercanía con nuestros sufrimientos. Los líderes políticos de Kurdistán repiten que harán todo lo posible para liberar los pueblos y aldeas de los que tuvimos que huir”, declaró siempre a la Agencia Fides, el sacerdote Pablo Thabit Mekko, quien se mudó a Kurdistán después de tener que abandonar Mosul, conquistada por los yihadistas del Estado Islámico.

“Nos preparamos para la Navidad”, añade el p. Pablo “pidiendo a Jesús que nos traiga la paz y el consuelo a nuestros corazones. Nos ha conmovido el mensaje que envió hace unos días el Papa Francisco, y esperamos que nos mande otros”.

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Espiritualidad


San Alberto (Adán) Chmielowski - 25 de diciembre
«Consumado pintor, hizo del arte un instrumento evangelizador hasta que eligió convivir con las pobres y los enfermos renunciando a un brillante futuro. Juan Pablo II lo consideró el san Francisco polaco del siglo XX»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 24 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Hoy festividad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia celebra también la vida de Alberto, considerado por Juan Pablo II «el san Francisco polaco del siglo XX». Halló en él un motor para su vocación al observar que encarnaba admirablemente el ideal de pobreza franciscano, espíritu que caracterizó su austera vida; y eso que Alberto era de noble cuna.

Nació el 20 de agosto de 1845 en Igolomia, ciudad cercana a Cracovia, Polonia. Al morir sus padres, unos familiares lo acogieron a él y a sus hermanos. Ingresó en el Instituto Politécnico de Pulawy cuando tenía 18 años. Ese año participó en la insurrección de Polonia y fue hecho prisionero. Tenía una herida en la pierna que se agravó, y sufrió su amputación. Pero esta traumática operación en la que probó su valentía –fue intervenido sin anestesia–, le libró de un más que seguro fusilamiento. Al malograrse la sedición, escapó del castigo que podía aplicarle el bando zarista huyendo a París casi en condiciones rocambolescas, ya que lo hizo ocultado en un féretro. Regresó a Varsovia en 1865, y dos años más tarde volvió a la capital del Sena. Comenzó la carrera de ingeniería en la ciudad belga de Gante, pero sus cualidades artísticas le indujeron a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de Munich, gracias a la generosidad de la señora Siemienska, en cuyo hogar fue acogido amistosamente. Después completó esta formación en París. En este periodo existencial, marcado por el sufrimiento físico y psíquico ocasionado por su prótesis de palo, siempre mantuvo vivo en su espíritu el precioso legado de la fe que había recibido.

Siendo ya un consumado artista, regresó a Polonia en 1874 con una idea clara: tomar la vía del arte como instrumento apostólico, poniendo su talento al servicio de Dios. Una de sus obras representativas es el «Ecce Homo» en el que supo plasmar la profunda experiencia espiritual que le había marcado. Era un hombre de gran sensibilidad. Por eso, al meditar sobre la Pasión de Cristo, conmovido por ella hasta el tuétano, dio un rumbo definitivo a su vida. Primeramente, en 1880 ingresó como hermano lego en el convento de Stara-Wies, regido por los jesuitas, pero a causa de sus problemas de salud únicamente convivió con ellos seis meses. Su profundo desasosiego cesó bajo los cuidados de un hermano, y al año siguiente teniendo noticia de la existencia de la Tercera Orden de San Francisco, se vinculó a ella. Eso le permitió constatar de primera mano la realidad en la que malviven los «sin techo», aquejados de gravísimas enfermedades, y aquellos cuya miseria material y moral es tal que nadie les prodiga ni una sola palabra de consuelo. En esa cohorte de mendigos y vagabundos, así como de los que sucumbían presos de enfermedades repulsivas en Cracovia, veía el rostro de Cristo. Teniendo clara su vocación, se adentró en ese mundo de miseria. No quería ser menos que ellos. De modo que renunció a su brillante y prometedor futuro, y pidió limosna para asistirlos. Sabía que compartiendo con los indigentes su trágico presente llegaría al fondo de sus corazones.

Tomó el hábito franciscano con el nombre de Alberto y emitió la profesión ante el cardenal Dujanewski. Después, puso en marcha dos congregaciones religiosas, masculina y femenina, para el servicio de los pobres, inspiradas en la espiritualidad franciscana. Son conocidos como Siervos de los Pobres o Albertinos. Antes había dejado abierto en Cracovia un local en el que a los pobres y a los enfermos se les dispensaba completa asistencia. Esa acción caracterizó su vida. Dio prueba de su misericordia con las obras que impulsó en distintos lugares de Polonia: asilos para ancianos, casas para inválidos y enfermos incurables, comedores para los mendigos, orfanatos para los abandonados, todo confiando siempre en la Providencia, movido por su amor a Dios. Y poco a poco devolvía a los desfavorecidos la dignidad que una sociedad insensible a sus necesidades les había hurtado.

¡Cuántas acciones de caridad y solidaridad son puestas en marcha dentro de la Iglesia continuamente llevando el calor y la ternura, solucionando en gran medida carencias que los gobiernos de distinto signo no ofrecen! Son innumerables. No es casualidad que al frente de ellas muchas veces se encuentren religiosos consagrados. Alberto echaba mano de su potente creatividad, además de su arrojo en defensa de cualquier desfavorecido, porque amaba a Dios con todo su ser. Ejercía gozosamente su heroica caridad con el prójimo con el rostro sereno y la alegría evangélica dibujada en él. Compartió con los indigentes la comida y los recodos en los que se guarecían. No había acepción de personas ni razones que le llevaran a asistir a unos en detrimento de otros. A todos proporcionó una asistencia material y espiritual impagable, inducido por la fortaleza que le infundía la Eucaristía y su apasionado abrazo a la cruz. «No basta que amemos a Dios, sino que hay que conseguir además que, en contacto con nosotros, otros corazones se inflamen. Eso es lo que cuenta. Nadie sube al cielo solo», decía.

Afectado por un grave tumor en el estómago durante diez años, afrontó el final de sus días con virtuoso temple. Teniendo a su lado a la Virgen de Czestochowa, antes de exhalar su último aliento advirtió a la comunidad: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo», añadiendo esta recomendación: «Ante todo, observad la pobreza». Murió en el asilo fundado por él en Cracovia el día de Navidad de 1916. Su funeral fue prácticamente encabezado por los pobres de la ciudad. Juan Pablo II lo beatificó en Cracovia el 22 de junio de 1983. Y él mismo lo canonizó en Roma el 12 de noviembre de 1989.

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