Lo que el P. Masiá propone es que los cristianos sean paganos

¿Otra vez el P. Masiá? Pues sí, otra vez. ¡Qué quieren que le haga! Si estuvièramos ante un seglar cualquiera, sin responsabilidad eclesial alguna, no dedicaría mucha atención a sus palabras, pero resulta que estamos ante un sacerdote jesuita, cuya orden religiosa, la Compañía de Jesús, le permite escribir libremente poniendo en solfa la doctrina de la Iglesia.

Ayer se dio la circunstancia de que se publicaran a la vez dos artículos suyos. Uno en El País, el periódico más leído de España, en el que abogaba abiertmente por la aceptación del divorcio civil y religioso. El segundo en Religión Digital, el portal digital de información religiosa que tiene como viñetista a un blasfemo. En RD, el P. Masiá pide abiertamente que la Iglesia bendiga uniones prematrimoniales con relaciones sexuales de por medio. 

De hecho, ese artículos es presentado así:

Juan Masiá, sj. responde a la cuestión del Sínodo sobre las uniones prematrimoniales.

Es decir, este sacerdote pretende que la petición del Papa de que todo el mundo opine libremente implica poder cargarse la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la moral sexual. Den ustedes por hecho que llegarán nuevos artículos suyos pidiendo la aceptación de las relaciones homosexuales y del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Es peculiar la forma en que este jesuita, de nombre que no de espíritu, plantea el tema:

Sobre la cohabitación no debe entrometerse quien acompaña pastoralmente, respetando las decisiones en conciencia de los “cónyuges en camino hacia el matrimonio".

Es decir, si la Iglesia dice a una pareja de novios que debe esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales, se está “entrometiendo” en su decisión. Una decisión tomada en conciencia. Por tanto, ¿cuál es el elemento clave para determinar si un acto es o no pecado? No la Palabra de Dios. No el Magisterio de la Iglesia. Es la conciencia al margen precisamente de la Palabra de Dios y el Magisterio. O sea, una conciencia no formada para el bien. Una conciencia al margen incluso de la ley natural, que también es enseñada por la Escritura y la Iglesia. 

Ciertamente todo hombre debe seguir su conciencia, que es llamada por el Beato Newman como el primero de los vicarios de Cristo. Nadie debería ser forzado a obrar en contra de ella. Pero igual de cierto es que el hombre tiene el deber ineludible de formar su conciencia adecuadamente. Y para eso está la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Es decir, si yo creo en conciencia que puedo matar al vecino del quinto porque se opone a que cambiemos de ascensor, nadie pretenderá que he actuado bien. 

De igual manera, si yo me burlo las palabras de Cristo sobre el adulterio y la fornicación, que es exactamente lo que el P. Masiá propone que se haga, nadie podría decir que no estoy pecando. La ignorancia puede ser atenuante e incluso eximente en una situación objetiva de pecado. Pero lo que se pretende no es que la gente sea ignorante, sino que rechace claramente el mandato de Dios del que da testimonio su Iglesia. En otras palabras, se pide que la Iglesia traicione a Dios y se ponga del lado de quienes justifican el pecado.

¿Y qué es lo que se busca con ello? Pues que los cristianos se comporten como el mundo quiere. Si el mundo quiere divorcio, que se divorcien los cristianos. Si el mundo quiere fornicación y amancebamiento, que los cristianos forniquen y se amanceben. Si el mundo desea anticoncepción, que los cristianos usen anticonceptivos. Si el mundo quiere sodomitas y lesbianas, que los cristianos puedan ser sodomitas y las cristianas lesbianas. Y ya puestos, si el mundo quiere aborto, permitamos al menos cierto tipo de abortos. Si el mundo quiere manipulación de embriones humanos, manipulemos los embriones. Si el mundo quiere eutanasia, aboguemos por la eutanasia.

Cuando el beato Pablo VI dijo que el humo de Satanás había infiltrado la Iglesia, seguramente no se imaginaba que tal hecho seguiría presente, de forma aún más visible, cuarenta años después. El drama, a punto de que entremos en el año 2015, no es que haya  un jesuita que plantea esas cosas. El drama es que multitud de bautizados, y no pocos de los católicos practicantes, está de acuerdo con él. El drama es que muy pocos hacen algo para evitar que esas ideas se infiltren en la Iglesia en amplísimas zonas del orbe. El drama es que estamos en plena apostasía y pocos son los que alzan la voz de forma permanente -no basta con alguna declaración de cuando en cuando- para indicarlo.

Dijo ayer el Papa que los cristianos debemos “ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir soy cristiano y vivir como pagano". Lo que propone Masiá es que el cristianismo no se distinga del paganismo en prácticamente nada. O sea, que los cristianos sean simplemente “buenos paganos", que se limiten a no matar -excepto si es al no nacido o al enfermo terminal-, no robar y poco más. Pero un cristiano pagano es peor que un pagano a secas, ya que aquel ha tenido que apostatar previamente. Y como enseña San Pedro:
 

Si, pues, una vez retirados de las corruptelas del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y se dejan vencer, sus postrimerías se hacen peores que los principios. Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia que, después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados.
En ellos se realiza aquel proverbio verdadero: “Volvióse el perro a su vómito, y la cerda, layada, vuelve a revolcarse en el cieno”.

2ª Pe 2,20-22

¿No vemos que Masiá quiere que nos convirtamos en perros y cerdos para revolcarnos otra vez en el barro del pecado y la apostasía?

Y ante eso uno se pregunta: si el Papa pide que seamos coherentes, ¿no habrá que pedir a la Iglesia que lo sea ella misma y expulse de su seno a quienes piden a los cristianos que se comporten como paganos?

Porque, ¿de qué vale pedir a los fieles que acojan las enseñanzas de Cristo si se permite que los que las esconden, las niegan y las atacan campen a sus anchas dentro de la Iglesia? En el Antiguo Testamento Dios llama precisamente adúltero al Israel idólatra, ¿y vamos a admitir la idolatría de que la Iglesia acepte el adulterio y la fornicación?

Cristo criticó con dureza a escribas y fariseos, pero al mismo tiempo pidió al pueblo que acogiera sus enseñanzas

En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen.
Mt 23,2

Lo que hoy se pretende es que ni siquiera se guarde y se haga lo que dicen los que están sentados en la cátedra de los apóstoles, especialmente en la cátedra de Pedro. Si Cristo y los apóstoles dicen no al divorcio y consiguiente adulterio y no a la comunión de los que están en pecado mortal, se propone que se niegue el carácter pecaminoso del adulterio para así poder comulgar. Les da lo mismo que Pedro y la Iglesia ya se hayan pronunciado sobre esa cuestión en repetidas veces. Quieren torcer la voluntad del Señor y de sus vicarios, con el Papa al frente. Corresponde precisamente a Pedro -hoy el papa Francisco- confirmar a los demás en la fe. Esperamos y confiamos por fe en que lo hará de nuevo. El Santo Padre ha dicho que es hijo de la Iglesia y como tal actuará. Lo ha hecho ayer mismo en lo ya citado en este mismo post. Y si hablamos de confirmar, se trata de ratificar lo ya enseñado, no de cambiarlo. Como han recordado obispos y cardenales, eso no puede hacerlo ni siquiera Pedro, porque Cristo está por encima de él. Como bien dijo Joseph Ratzinger siendo Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: 

El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley. Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.

30 de septiembre de 1988, Cardenal Joseph Ratzinger


¡Santidad o muerte!

Luis Fernando Pérez Bustamante