Forzar a los médicos a renunciar a su respeto a la vida humana o a dejar la profesión

Las matronas del Reino Unido, obligadas a supervisar abortos

 

El Tribunal Supremo del Reino Unido ha sentenciado que las matronas en cuyos servicios se practican abortos no pueden objetar en conciencia a supervisarlos. La entidad provida que ha apoyado a las dos matronas afectadas teme que los responsables sanitarios fuercen «a los médicos que tienen reparos ante el aborto a renunciar a su respeto a la vida humana o a dejar la profesión».

28/12/14 12:03 PM


(Alfa y Omega/InfoCatólica) Las matronas en cuyos servicios se practiquen abortos, los médicos a los que se les pide que receten fármacos abortivos y el personal administrativo de los hospitales del Reino Unido no pueden ejercer la objeción de conciencia al aborto. Es el veredicto del Tribunal Supremo de este país en el caso de las matronas Mary Doogan y Connie Wood.

En 2007, el Hospital General del Sur de Glasgow decidió que los abortos de niños discapacitados se practicaran en el paritorio, en vez de en la planta de ginecología. Desde entonces, estas dos profesionales intentaron que se las eximiera no sólo de participar activamente, sino también de supervisar la labor de otras matronas menos experimentadas durante los abortos. Como sus esfuerzos no dieron fruto, en 2011 demandaron al Servicio Nacional de Salud (NHS), con la ayuda de la Society for the Protection of Unborn Children (SPUC). El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, cuya Vicepresidenta, lady Hale, argumentó que la objeción de conciencia al aborto sólo está pensada para quienes participan en el aborto con sus propias manos.

Las matronas Mary Doogan y Connie Wood se han mostrado, en declaraciones a la BBC, «extremadamente decepcionadas». Su unidad practica muy pocos abortos y podría haber respetado su conciencia «con un esfuerzo mínimo», explican. Por el contrario, la sentencia del Tribunal hace que las cláusulas de la ley del aborto británica que protegen la objeción de conciencia queden, en la práctica, sin efecto para las matronas supervisoras. «Sólo podemos imaginarnos las consecuencias negativas que seguirán a la decisión», añaden.

Paul Tuly, Secretario General de SPUC, explica cuáles pueden ser estas consecuencias. Temen que «esto lleve a nuevos esfuerzos por parte de los responsables sanitarios de forzar a los médicos que tienen reparos de conciencia ante el aborto a renunciar a su respeto a la vida humana o a dejar la profesión». Esto se aplica a las matronas que actúan como supervisoras, pero también a las menos experimentadas, que «podrían ver cómo sus superiores proabortistas las colocan en una posición imposible, y no podrían ser ascendidas a un puesto de mayor rango sin miedo a que se les pida violar su conciencia». Por tanto, la decisión «afectará a cualquiera que objete al aborto, de cualquier religión o de ninguna. Creará un estatus de segunda clase para las matronas que sólo quieren traer bebés al mundo y no matarlos».