Las masacres son «la cara verdadera del Islam»

Los cristianos de Irak necesitan saber que sus hermanos occidentales no los olvidan

 

Oración, acciones concretas y saber que no han sido olvidados, es lo que los cristianos iraquíes necesitan de sus hermanos católicos occidentales, afirmó Raad Salam, católico caldeo nacido cerca de Mosul (Irak), y catedrático universitario durante en el ciclo de conferencias celebrado recientemente en la parroquia de los Padres Carmelitas de Ayala (Madrid), y organizado por la Fundación Tierra Santa.

4/01/15 11:31 AM


(ACI/InfoCatólica) Salam Naaman es profesor universitario y doctor en Filología Árabe y Estudios Islámicos, refugiado político en España desde 1991 y nacionalizado español en 1999.

En su ponencia aclaró que no guarda «odio ni rencor» a los musulmanes, porque es deber del cristiano «perdonar al enemigo y rezar por quienes te persiguen». Recordó que ha sufrido varias detenciones por denuncias de radicales islámicos y palizas. Además fue obligado a participar como soldado en la guerra con Irán y en la del Golfo Pérsico. Asimismo, sufrió el asesinato de hasta 25 personas de su familia y de varios amigos (entre ellos el editor de su tesina de licenciatura, considerada «ofensiva» por los islamistas) y un atentado personal en 1990 en el que murió un primo suyo al interponerse entre él y los disparos.

Su propio padre fue asesinado tras la caída de Sadam Hussein y la implantación del actual régimen chiita. «Todos los cristianos de Irak tienen una historia similar a la mía, o peor», puntualizó.

Raad Salam recordó que los cristianos son «los habitantes originales de Irak, descendientes de los antiguos mesopotámicos, sirios y caldeos». La región fue evangelizada por el apóstol Santo Tomás, llamado Dídimo, y dos de sus discípulos, pero en el siglo III padecieron una cruel persecución por parte de los persas.

«Los musulmanes llegaron en el año 637, cuando el califa Omar conquistó Persia. Se encontraron que allí había judíos y cristianos y para saber qué hacer con ellos acudieron al Corán: los obligaron a pagar tributos y se recrudeció la persecución», señaló.

En ese sentido, dijo que la actual persecución perpetrada por el Estado Islámico no es algo nuevo. «Los cristianos en Irak hemos vivido desde siempre persecuciones y marginación», indicó.

Relató que en su infancia y juventud los cristianos eran denominados «sucios nazarenos» y padecían un estigma social: «Nuestro consuelo al llegar a casa era la lectura de las Escrituras, y en particular el salmo 23: ‘El Señor es mi pastor, nada me puede faltar’…».

Denunció que el régimen chiita instalado tras la caída de Sadam Hussein ha tolerado los atentados, asesinatos y quema de iglesias. Sin embargo, alertó que los kurdos, que han recibido a los cristianos refugiados, «son musulmanes sunitas y también radicales». «Ahora están protegiendo a los cristianos para ganarse a la opinión pública porque desean formar un estado independiente», señaló.

Salam Naaman indicó que «lo que está pasando en Irak es un genocidio en toda regla», no sólo sobre las personas, sino sobre la civilización y la cultura. «Cuando el Estado Islámico (ISIS) entró en Mosul, destruyeron unos mil o mil quinientos manuscritos antiguos».

Sobre el ISIS, señaló que «el problema no es el Califato, el problema es el Islam mismo», pues las masacres son «la cara verdadera del Islam» porque «se limitan a aplicar el Corán y la ley islámica». Lo mismo que hace Estado Islámico «lo hizo también Mahoma», afirmó.

«El Estado Islámico está cortándole el cuello a los hombres, explotando sexualmente a las mujeres, esclavizando niños y vendiéndolos en los países del Golfo», recordó. Todos los cristianos están recibiendo una carta, que leyó en su integridad, en la que el Califato «les hace una ‘última advertencia’ para que salgan del país inmediatamente».

Finalmente, dijo que los cristianos occidentales deben rezar por sus hermanos iraquíes, «pero no sólo hacen falta oraciones, también acciones concretas», entre las que señaló, además de ayuda económica para los refugiados a quienes espera un duro invierno en tiendas de campaña, dar a conocer la verdad: «Que sientan que están acompañados, que lo que les está pasando no cae en el olvido».