Por Anastasio Gil, Director de OMP en España

Anastasio Gil García, Director Nacional de Obras Misionales Pontificias España, presnta la Jornada Infancia Misionera 2015, que se celebra el 25 de enero, bajo el lema “Yo soy uno de ellos”.

La Obra Pontificia de Infancia Misionera, expandida por todo el mundo, tiene la singularidad de mostrar a los niños qué es la “Iglesia en salida” de la que habla el papa Francisco. Ellos también pueden vivir con gozo el reconocerse como miembros de la Iglesia, que tiene las puertas abiertas para que entren otros niños al recibir la Buena Noticia y el bautismo; y también puertas abiertas para salir al encuentro de los demás y compartir con ellos la alegría del Evangelio. Es una experiencia que comienza al integrarse en los grupos de Infancia Misionera, en el ámbito de la comunidad eclesial. De esta manera, los niños se convierten en “pequeños misioneros”.

Los niños, protagonistas de la misión

Los niños y ancianos necesitan una atención especial, y a ellos se refiere frecuentemente Francisco. Son los más frágiles y, en ocasiones, desgraciadamente algunas legislaciones permiten la vulneración de sus derechos más inalienables, como la vida. Más allá de esta situación, que descalifica por su crueldad al Estado que lo permite, la sociedad se conmueve ante noticias que certifican la muerte de niños por hambre o enfermedad, por falta de asistencia médica o de alimentación adecuada. No menos sangrante es que adultos desalmados abusen sexualmente de los más pequeños, los sometan a trabajos fuera de su edad o incluso les adiestren para la guerra.

Quienes viven del don de la fe se saben especialmente urgidos a “salir a los caminos” para anunciar a esta naciente generación el tesoro escondido de reconocer a Jesús como hermano y a Dios como Padre. Es la labor que realizan los misioneros, cuyo mayor trabajo es con los más pequeños, y que a la vez son los principales proveedores para sus necesidades sanitarias, educativas, familiares y sociales.

Hace casi 172 años, un obispo francés, Mons. Forbin-Janson, conmovido ante la petición de ayuda de sus amigos misioneros para “salvar” a los niños de China, confió en los pequeños de su diócesis para ofrecer una respuesta. Ellos de inmediato se sumaron a una corriente solidaria hacia aquellos niños que no conocían, pero a los que sentían como “otro más”. Fue la piedra tirada al estanque, que pausadamente fue produciendo círculos concéntricos de complicidad. Desde entonces, los niños de Infancia Misionera forman una red de cooperación entre todos, de manera que, sin conocerse, se aman y se ayudan, porque saben que para Dios todos somos iguales.

“Yo soy uno de ellos”

La Dirección Nacional de OMP, a través del Secretariado de Infancia Misionera, inicia un proyecto de cuatro años para ayudar a padres, educadores y catequistas en la maravillosa tarea de desarrollar la dimensión misionera en la iniciación cristiana. Es poner en este itinerario una “música de fondo” que recuerde a niños y formadores que esta experiencia de adhesión a Jesús en la Iglesia implica el reconocimiento de la universalidad. Es una de sus dimensiones esenciales, y no un simple “hacer algo bueno”: es ayudar a los niños a abrir su corazón a toda la humanidad, como hizo Jesús. Ver proyecto Infancia Misionera 2015-2018

La primera etapa es reconocer que en los planes de Dios no hay acepción de personas. Todos somos miembros de la familia humana, llamados a construir una sociedad más justa, a la vez que maduramos como personas. Se pretende mostrar que es malo trazar una raya imaginaria para separar a los niños del Norte, que ayudan y, al haber recibido el Bautismo, tienen más garantías de ir al cielo, y del Sur, que aún no conocen a Jesús y además son tan pobres que les hemos de ayudar con nuestras limosnas. Parece una caricatura, pero puede tener fundamento en la realidad.

Se trata de lo contrario. Todos somos hijos de un mismo Padre Dios y todos estamos llamados a la felicidad eterna. Los que conocemos a Jesús tenemos el deber de llevar a otros esta buena noticia y de ayudarles con nuestros bienes. Es lo que hacen los misioneros. Así, los niños van experimentando que el amor a los demás no es solo dar limosna, sino que lo primero y principal es aceptarles, reconociéndoles como hermanos y reconociendo que “yo soy uno de ellos”. Es el momento de descubrir que la identidad personal es un don de Dios que asegura y garantiza la unidad, dentro de la diversidad.

Para vivir con los niños esta experiencia de universalidad, se ofrecen diversas herramientas. La preparación de la Jornada de Infancia Misionera se inicia el primer domingo de Adviento; se puede ir construyendo la correspondiente corona desde la dimensión misionera, para concluir con “Sembradores de Estrellas”. A través del DVD Yo soy uno de ellos, los pequeños pueden confrontar su vida con la de los niños de otros continentes. Los educadores (profesores de religión, padres o catequistas) disponen de unos guiones didácticos para niños de 6-8 y 9-12 años. A esto se ha sumado la convocatoria especial de un concurso de cuentos.

Anastasio Gil
Director de OMP en España