Consecuencias tras el atentado terrorista a Charlie Hebdo

Manifestantes con la consigna "Yo soy Charlie"

(Manifestantes mostrando carteles con la consigna “¡Yo soy Charlie!")

Los atentados terroristas a Charlie Hebdo han conmovido al mundo. Es comprensible, que se asesine personas de una manera tan salvaje es lamentable. Lo sé yo porque vivo un país donde diariamente son asesinadas aproximadamente 70 personas al día. También vemos frecuentemente noticias donde cristianos son asesinados en países del medio oriente donde la mayoría de la población es musulmana. Ahora, ¿por qué el mundo demuestra ser más sensible a unas tragedias y no a otras?, eso podría ser tema de otras reflexiones, pero lo que sí me ha llamado la atención a raíz de estos acontecimientos es que el ser humano tiene una tendencia enorme de irse a los extremos aun cuando eso involucre dosis enormes de hipocresía.

En el caso particular de estos atentados hemos visto una euforia colectiva e histérica que para condenar los atentados ha llegado a ensalzar, justificar y casi canonizar la labor blasfema que hacían los responsables de ese pasquín amarillista, en donde ofendían no sólo a la comunidad musulmana, sino a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), a la Santísima Virgen, y a la Iglesia.  

Incluso dentro en nuestra propia Iglesia se vieron enormes muestras de insensatez. Inaceptable por ejemplo que el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo haya tenido el desatino de declarar que las víctimas eran “unos compañeros que ejercen un servicio del humor satírico pero necesario también en una sociedad democrática y libre”. Inaceptable, pero tampoco hablaré mucho de esto, porque ya lo hizo muy bien nuestro director.

Ahora bien, la consecuencia de todo ya comienza a notarse, y es que de aquí en adelante veremos en los distintos medios de comunicación una creciente “licencia” a nombre de “la libertad de expresión” para blasfemar, y difamar colectivos, siempre que sean colectivos religiosos, en especial musulmanes y cristianos.

Fundador de facebook

Allí tienen por ejemplo las declaraciones de Mark Zuckerberg, en las que ha dicho que no permitirá que exista censura de ningún tipo en la red social: “Nosotros nos enfrentamos a esto porque diferentes voces – incluso si algunas ofenden – pueden hacer que el mundo sea un lugar mejor y más interesante”. Miles de cabezas huecas no dudaron en sumarse a la insensatez y al salir la noticia su mensaje había sido compartido 26 mil veces y unas 290 mil personas habían presionado el botón de ‘Me gusta’. Y allí lo tienen, aunque antes de las declaraciones del mandamás de Facebook el sitio web satírico El Mundo Today había denunciado la desaparición de su perfil de Facebook de un artículo ofensivo a la comunidad musulmana, el artículo fue repuesto luego de unas horas y los administradores del sitio publicaron “Facebook acaba de ‘perdonarnos’".

Así como este caso no se extrañen que de aquí en adelante Facebook y muchos otros sitios similares comiencen a hacerse de la vista gorda con las ofensas en lo referente a la religión y a colectivos religiosos, hasta llegar a extremos absolutamente ridículos. Y no es que no lo fueran ya, pues en este sentido Facebook había venido mostrando una hipocresía enorme, por ejemplo, al censurar páginas como “Memés católicos” mientras dejaba en el aire páginas absolutamente insultantes contra el cristianismo. Pero si esa era la situación, ahora la tendencia irá en aumento. Entiendo que no podemos esperar coherencia de parte del fundador de Facebook. Ha llegado a donde está traicionando una tras otra a personas que han puesto su confianza en él, incluyendo sus mejores amigos. Tampoco podemos esperar que el resto de los medios seculares no se sume a la locura.

Y si alguien se pregunta, ¿entonces eso quiere decir que incluso los grupos racistas, antisemitas, negacionistas, homófobos, etc. etc. tendrán absoluta libertad de expresión para difundir su ideología? No, ellos no. Y allí está la hipocresía. Porque  si bien aplaudo que esos grupos no tengan carta blanca para insultar, denigrar y difamar, porque insultan colectivos que merecen respeto, y la libertad no debe ser ilimitada hasta el punto de permitirte irrespetar al otro, entonces no es mucho pedir lo mismo también para los cristianos.

Los terroristas creen que han sido muy listos vengando las ofensas a su religión, pero lo que han logrado es que de ahora en adelante se multiplicarán por mil. Y no sólo a ellos sino también hacia otras religiones incluyendo la nuestra.