Evitó en una ocasión que los médicos le dejaran morir

La primera mujer de Stephen Hawking asegura que necesitó de la fe para cuidarle

 

La primera mujer de Stephen Hawking acaba de publicar en España 'Hacia el infinito', el libro de memorias en el que narra los 25 años de matrimonio con el célebre astrofísico británico. En una entrevista concedida al diario El Mundo, Jane Hawking revela que, por gracia de Dios, le fe religiosa fue el pilar fundamental que le ayudó a cuidar de su marido ateo. Se da la circunstancia de que los médicos suizos le propusieron desconectar a su marido de la máquina de respiración que la mantenía con vida al sufrir una neumonía que le dejó en estado de coma.

21/01/15 10:03 AM


(El Mundo/InfoCatólica) «¡Por favor, Señor, que Stephen esté vivo!». Atrapada en un agujero negro de terror y angustia cuando le comunicaron por teléfono que su marido, el científico más famoso del mundo, estaba al borde de la muerte, Jane Hawking susurró en voz baja esta desesperada plegaria. Como tantas otras veces, se aferró a Dios, ese Dios en el que ella siempre creyó «para resistir y mantener la esperanza» frente al ateísmo ferviente de su esposo enfermo, que despreciaba e incluso se burlaba de sus «supersticiones religiosas», porque «la única diosa de Stephen Hawking es y siempre fue la Física».

La desgarradora escena -narrada por Jane Hawking en Hacia el infinito (ed. Ariel), su libro de memorias recién publicado en España- tuvo lugar hace casi 30 años en Ginebra. Fue en el verano de 1985 cuando una neumonía virulenta dejó al profesor Hawking en coma y estuvo a punto de matarlo, mientras participaba en una escuela de verano en el CERN. Hasta tal punto fue así, que los médicos suizos le dieron a entender a Jane que no había nada que hacer, y que si ella les daba su autorización, desconectarían la respiración artificial que mantenía vivo a su marido para dejarle morir con el mínimo dolor posible. Jane, sin embargo, se negó en redondo: «Desconectar el respirador era impensable. ¡Qué final más ignominioso para una lucha tan heroica por la vida! ¡Qué negación de todo por lo que también yo había luchado! Mi respuesta fue rápida: Stephen debe vivir».

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