ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de enero de 2015

LA FRASE DEL DOMINGO 25 DE ENERO

La ley de Cristo, que se cumple en el amor, nos obliga a procurar la salvación de las almas más que la del cuerpo. (San Francisco de Asís)

 


Primera Plana

El Papa: la unidad de los cristianos no será el resultado de discusiones teóricas
El Santo Padre ha presidido las ví­speras en la solemnidad de la conversión del apóstol San Pablo

Francisco en el ángelus: Dios tiene sed de nosotros
El Santo Padre ha invitado a rezar para que el Espí­ritu Santo nos una de nuevo. Hace un llamamiento para el fin del conflicto en Ucrania

El papa Francisco

Discurso del Santo Padre en la oración de las ví­speras en la Basí­lica San Pablo Extramuros
El Papa ha señalado que 'para entenderse y crecer en la caridad y en la verdad, es preciso detenerse, acogerse y escucharse'

Iglesia y Religión

El Card. Baldisserri: 'El Espí­ritu Santo asiste al sínodo'
El instrumentum laboris estará disponible en junio. Mons. Bonetti: en las misas dominicales el Sí­nodo tiene que ser bien explicado

Rome Reports

Biografía del sueño americano: El arte de Norman Rockwell (Vídeo)
Exposición en Roma reúne las obras maestras del pintor estadounidense

Comienza el proceso de beatificación de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares (Vídeo)
En seis años, 120.000 personas han pasado ante su tumba

Desde España a Italia para entregar al Papa un rosario hecho por una anciana enferma (Vídeo)
Es de ganchillo y ha tardado un año en realizarlo

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Miguel Kozal - 26 de enero
«Este mártir de la fe, que sucumbió bajo el régimen nazi, mostró una fortaleza verdaderamente admirable. De él se puede afirmar, con toda propiedad, que pasó por este mundo sosteniendo la Iglesia con la propia vida»

Debate

Continuidad del Congreso de las Grandes Ciudades
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona


Primera Plana


El Papa: la unidad de los cristianos no será el resultado de discusiones teóricas
El Santo Padre ha presidido las ví­speras en la solemnidad de la conversión del apóstol San Pablo

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - El Santo Padre ha recordado a los mártires de hoy, a los que dan testimonio de Jesucristo y “son perseguidos y asesinados por ser cristianos, sin hacer distinciones por parte de los perseguidores, de la confesión a la que pertenecen”. El Papa lo ha definido como “el ecumenismo de la sangre”.

En esta tarde de domingo, Francisco ha presidido, en la basílica romana de San Pablo Extramuros, las vísperas de la Solemnidad de la conversión del apóstol san Pablo, al finalizar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que lleva por tema “dame de beber”.

Han participado en la celebración representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales presentes en Roma. Nada más llegar a la basílica, el Papa acompañado por los representantes de las otras iglesias, ha rezado unos instantes frente a la tumba del apóstol de las Gentes.

Durante el discurso pronunciado por el Papa, ha recordado que Jesús no tuvo dificultad en encontrarse con los samaritanos, considerados herejes, cismáticos, separados de los judíos. “Su actitud nos dice que confrontarse con los que son diferentes de nosotros puede hacernos crecer”, ha asegurado Francisco. Y hablando del pasaje de la mujer samaritana en el pozo, el Santo Padre ha explicado que “Jesús es paciente, respeta a la persona que tiene ante él, se revela a ella gradualmente. Su ejemplo alienta a buscar una confrontación pacífica con el otro”. Para entenderse y crecer en la caridad y en la verdad, --ha añadido-- es preciso detenerse, acogerse y escucharse. De este modo, “se comienza ya a experimentar la unidad”.

A propósito, Francisco ha asegurado que muchas controversias entre los cristianos, heredadas del pasado, “pueden superarse dejando de lado cualquier actitud polémica o apologética, y tratando de comprender juntos en profundidad lo que nos une”. Por eso, el Papa ha indicado que “la unidad de los cristianos no será el resultado de refinadas discusiones teóricas, en las que cada uno tratará de convencer al otro del fundamento de las propias opiniones”.

Por otro lado, el Pontífice ha observado que “la existencia humana revela aspiraciones ilimitadas”. Y son deseos satisfechos sólo en parte, “porque desde lo más profundo de su ser el hombre se mueve hacia un ‘más’, un absoluto capaz de satisfacer su sed de manera definitiva”. La respuesta a estas aspiraciones --ha precisado el Papa-- la da Dios en Jesucristo, en su misterio pascual.

Asimismo, ha recordado que por obra del Espíritu nos hemos convertido en uno con Cristo. Y este misterio de amor “es la razón más profunda de unidad que une a todos los cristianos”, y que “es mucho más grande que las divisiones que se han producido a lo largo de la historia”.

Por esta razón, “en la medida en que nos acercamos con humildad al Señor Jesucristo, nos acercamos también entre nosotros”, ha afirmado el Obispo de Roma.

Haciendo referencia a la historia de la samaratina, Francisco ha indicado que el encuentro con Jesús le devuelve “el sentido y la alegría de vivir, y ella siente el deseo de comunicarlo”. Esta es la llamada a ser evangelizadores, ha recordado.

Y para llevar a cabo este cometido con eficacia, hay que “evitar cerrarse en los propios particularismos y exclusivismos, así como imponer uniformidad según los planes meramente humanos”. El compromiso común de anunciar el Evangelio --ha asegurado-- permite superar toda forma de proselitismo y la tentación de la competición.

Además, el Santo Padre ha indicado que el conocimiento mutuo de las diferentes tradiciones de vida consagrada, y un fecundo intercambio de experiencias, “puede ser útil para la vitalidad de todas las formas de vida religiosa en las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales”.

Para concluir el discurso, Francisco ha pedido al Padre celestial que “nos dé el don de la plena comunión de todos los cristianos, para que pueda brillar el sagrado misterio de la unidad de la Iglesia, como signo e instrumento de reconciliación para el mundo entero”.  

Al finalizar las vísperas, y antes de la bendición apostólica, el cardenal Kurth Koch, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos, ha dirigido unas palabras al Papa. De este modo, pidiendo la bendición del Santo Padre, ha recordado la importancia de la misión de los cristianos de comprometerse con la paz en el mundo de hoy.


 

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Francisco en el ángelus: Dios tiene sed de nosotros
El Santo Padre ha invitado a rezar para que el Espí­ritu Santo nos una de nuevo. Hace un llamamiento para el fin del conflicto en Ucrania

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - A las 12 de esta mañana, el santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro.

Hoy estaban en la plaza niños de Acción Católica de la diócesis de Roma, que concluyen con la “Caravana de la Paz” el mes de enero que tradicionalmente dedican a la paz.

Al finalizar el ángelus, un niño y una niña de dos parroquias de Roma, en la ventana junto al Papa han leído un mensaje en nombre de los jóvenes de Acción Católica, mientras que los niños en la plaza han lanzado globos con mensajes de paz.

Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

el Evangelio de hoy nos presenta el inicio de la predicación de Jesús en Galilea. San Marcos subraya que Jesús comenzó a predicar “después de que Juan (el Bautista) fuera arrestado” (1,14). Precisamente en el momento en el que la voz profética del Bautista, que anunciaba la llegada del Reino de Dios, es silenciada por Herodes, Jesús inicia a recorrer los caminos de su tierra para llevar a todos, especialmente a los pobres, “el Evangelio de Dios”. El anuncio de Jesús es parecido al de Juan, con la diferencia sustancial que Jesús ya no señala a otro que debe venir: Jesús es Él mismo el cumplimiento de las promesas; es Él mismo la “buena noticia” para creer, para acoger y para comunicar a los hombres y las mujeres de todos los tiempos, para que también ellos le confíen su existencia. Jesucristo en persona es la Palabra viviente y operante en la historia: quien le escucha y le sigue entra en el Reino de Dios.

Jesús es el cumplimiento de las promesas divinas porque es Áquel que dona al hombre el Espíritu Santo, el “agua viva” que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, de amor, de libertad, de paz: sediento de Dios. ¿Cuántas veces hemos escuchado a nuestro corazón sediento? Se lo reveló Él mismo a la mujer samaritana, que se encontró en el pozo de Jacob, a la que dijo: “Dame de beber” (Jn 4, 7). Precisamente estas palabras de Cristo, dirigidas a la Samaritana, son el tema de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos que hoy concluye. Esta tarde, con los fieles de la diócesis de Roma y con representantes de distintas Iglesias y Comunidades eclesiales, nos reuniremos en la Basílica de San Pablo Extramuros para rezar intensamente al Señor, para que refuerce nuestro compromiso por la plena unidad de todos los cristianos. Es algo feo que los cristianos estemos divididos. Jesús nos quiere unidos, un solo cuerpo, nuestros pecados, la historia nos han dividido y por eso tenemos que rezar mucho para que sea el mismo Espíritu Santo que nos una de nuevo.  

Dios, haciéndose hombre, ha hecho propia nuestra sed, no solo del agua material, sino sobre todo la sed de una vida plena, libre de la esclavitud del mal y de la muerte. Al mismo tiempo, con su encarnación, Dios ha puesto su sed, porque también Dios tiene sed, en el corazón de un hombre: Jesús de Nazaret. Dios tiene sed de nosotros, de nuestros corazones, de nuestro amor, y lo ha puesto en la persona de Jesús. Por tanto, en el corazón de Cristo se encuentran la sed humana y la divina. Y el deseo de la unidad de sus discípulos pertenece a esta sed. Esto se expresa en la oración elevada al Padre antes de la Pasión: “Para que todos sean una sola cosa” (Jn 17,21). Lo que quería Jesús, la unidad de todos. Y el diablo, lo sabemos, es el padre de las divisiones, es uno que siempre divide, siempre hace guerras, hace mucho mal.

¡Qué esta sed de Jesús se convierta cada vez más también en nuestra sed! Continuamos, por lo tanto, rezando y comprometiéndonos en la plena unidad de los discípulos de Cristo, en la certeza de que Él mismo está a nuestro lado y nos sostiene con la fuerza de su Espíritu para que esta meta se acerce. Y confiamos esta nuestra oración a la materna intercesión de la Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia para que ella nos una a todos como buena Madre.

Al finalizar el ángelus. El Papa ha añadido:

Sigo con vivia preocupación la escala de enfrentamiento en Ucrania oriental, que continúan provocando numerosas víctimas entre la población civil. Mientras aseguro mi oración por los que sufren, renuevo un apremiante llamamiento para que se retomen los intento de  diálogo y se ponga fin y toda hostilidad”.

Y ahora seguimos en compañía. (Han salido los dos niños de Acción Católica)

Queridos hermanos y hermanas:

hoy se celebra la Jornada mundial de los enfermos de lepra. Expreso mi cercanía a todas las personas que sufren esta enfermedad, como también a los que les cuidan, a quien lucha para eliminar las causas del contagio, es decir, condiciones de vida no dignas del hombre. ¡Renovamos el compromiso solidario para estos hermanos y hermanas!

Os saludo con afecto a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de distintas parroquias de Italia y de otros países, como también las asociaciones y los grupos escolares.

En particular, saludo a la comunidad filipina de Roma. Queridos, el pueblo filipino es maravilloso, por su fe fuerte y alegre. El Señor os sostenga siempre también a vosotros que vivís lejos de la patria. ¡Muchas gracias por vuestro testimonio! Y muchas gracias por todo el bien que hacéis aquí, porque vosotros sembrais la fe aquí, dais un bonito testimonio de fe. Muchas gracias.

Saludo a los estudiantes de Cuenca, Villafranca de los Barros y Badajoz (España), los grupos parroquiales de las Islas Baleares y las jóvenes de Panamá. Saludo a los fieles de Catania Diamante, Delianuova y Crespano del Grappa.

Me dirijo ahora a los jóvenes y a las jóvenes de la Acción Católica de Roma. Queridos jóvenes, también este año, acompañados por el cardenal Vicario y monseñor Mansueto, habéis venido muchos al finalizar vuestra “Caravana de la Paz”. Os doy las gracias y os animo a proseguir con alegría el camino cristiano, llevando a todos la paz de Jesús. Ahora escuchamos el mensaje que leerán vuestros amigos, aquí junto a mí.

(Mensaje de la joven)

Y esos globos que quieren decir ‘paz’.

¡Gracias, jóvenes! A todos os deseo un feliz domingo y buen almuerzo. Por favor, por favor, rezad por mí. ¡Hasta pronto!

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El papa Francisco


Discurso del Santo Padre en la oración de las ví­speras en la Basí­lica San Pablo Extramuros
El Papa ha señalado que 'para entenderse y crecer en la caridad y en la verdad, es preciso detenerse, acogerse y escucharse'

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - En viaje desde Judea a Galilea, Jesús pasó por Samaría. Él no tiene ninguna dificultad en encontrarse con los samaritanos, considerados herejes, cismáticos, separados de los judíos. Su actitud nos dice que confrontarse con los que son diferentes de nosotros puede hacernos crecer.

Jesús, cansado del viaje, no duda en pedir de beber a la mujer samaritana. Su sed, sin embargo, va mucho más allá de la sed física: es también sed de encuentro, deseo de entablar un diálogo con aquella mujer, ofreciéndole así la posibilidad de un camino de conversión interior. Jesús es paciente, respeta a la persona que tiene ante él, se revela a ella gradualmente. Su ejemplo alienta a buscar una confrontación pacífica con el otro. Para entenderse y crecer en la caridad y en la verdad, es preciso detenerse, acogerse y escucharse. De este modo, se comienza ya a experimentar la unidad. La unidad se hace en el camino, nunca etsá parada, la unidad se hace caminando.

La mujer de Sicar pregunta a Jesús sobre el verdadero lugar de adoración a Dios. Jesús no toma partido en favor del monte o del templo, sino que va a lo esencial, derribando todo muro de separación. Él se refiere a la verdad de la adoración: «Dios es espíritu, y los que adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). Muchas controversias entre los cristianos, heredadas del pasado, pueden superarse dejando de lado cualquier actitud polémica o apologética, y tratando de comprender juntos en profundidad lo que nos une, es decir, la llamada a participar en el misterio del amor del Padre, revelado por el Hijo a través del Espíritu Santo. La unidad de los cristianos no será el resultado de refinadas discusiones teóricas, en las que cada uno tratará de convencer al otro del fundamento de las propias opiniones. Vendrá el Hijo del Hombre y nos encontrará todavía en las discusiones. Debemos reconocer que, para llegar a las profundidades del misterio de Dios, nos necesitamos unos a otros, necesitamos encontrarnos y confrontarnos bajo la guía del Espíritu Santo, que armoniza la diversidad y supera los conflictos. Reconcilia las diversidades.

Poco a poco, la mujer samaritana entiende que quien la ha pedido de beber, puede saciarla. Jesús se le presenta como la fuente de la que brota el agua viva que apaga para siempre su sed (cf. Jn 4,13-14). La existencia humana revela aspiraciones ilimitadas: la búsqueda de la verdad, la sed de amor, de justicia y libertad. Son deseos satisfechos sólo en parte, porque desde lo más profundo de su ser el hombre se mueve hacia un «más», un absoluto capaz de satisfacer su sed de manera definitiva. La respuesta a estas aspiraciones la da Dios en Jesucristo, en su misterio pascual. Del costado traspasado de Jesús fluyó sangre y agua (cf. Jn 19,34): Él es la fuente de la que brota el agua del Espíritu Santo, es decir, «el amor de Dios derramado en nuestros corazones» (Rm 5,5) el día del Bautismo. Por obra del Espíritu, nos hemos convertido en uno con Cristo, hijos en el Hijo, verdaderos adoradores del Padre. Este misterio de amor es la razón más profunda de unidad que une a todos los cristianos, y que es mucho más grande que las divisiones que se han producido a lo largo de la historia. Por esta razón, en la medida en que nos acercamos con humildad al Señor Jesucristo, nos acercamos también entre nosotros.

El encuentro con Jesús transforma a la mujer samaritana en una misionera. Al haber recibido un don más grande e importante que el agua del pozo, la mujer deja allí su cántaro (cf. Jn 4,28) y corre a decir a sus conciudadanos que ha encontrado al Cristo (cf. Jn 4,29). El encuentro con él le ha devuelto el sentido y la alegría de vivir, y ella siente el deseo de comunicarlo. Hoy existe una multitud de hombres y mujeres cansados y sedientos, que nos piden a los cristianos que les demos de beber. Es una petición a la que no podemos sustraernos. En la llamada a ser evangelizadores, todas las Iglesias y Comunidades eclesiales encuentran un ámbito fundamental para una colaboración más estrecha. Para llevar a cabo este cometido con eficacia, se ha de evitar cerrarse en los propios particularismos y exclusivismos, así como imponer uniformidad según los planes meramente humanos (cf. Exhort. ap., Evangelii gaudium, 131). El compromiso común de anunciar el Evangelio permite superar toda forma de proselitismo y la tentación de la competición. Todos estamos al servicio del único y mismo Evangelio.

Y en este momento de oración por la unidad, quisiera recordar a nuestros mártires de hoy. Ellos dan testimonio de Jesucristo y son perseguidos y asesinados por ser cristianos, sin hacer distinciones por parte de los perseguidores de la confesión a la que pertenecen. Son cristianos y por esto perseguidos. Esto es, hermanos y hermanos, el ecumenismo de la sangre.

Con este gozoso testimonio de nuestros márrites de hoy, y con esta gozosa certeza, dirijo mi saludo cordial y fraterno a Su Eminencia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante personal en Roma del Arzobispo de Canterbury, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales reunidos aquí en la Fiesta de la Conversión de San Pablo. Además, tengo el placer de saludar a los miembros de la Comisión Mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales, a quienes deseo un trabajo fructífero para la sesión plenaria que tendrá lugar los próximos días en Roma. Saludo también a los estudiantes del Ecumenical Institute of Bossey y a los jóvenes que se benefician de las becas ofrecidas por el Comité de Colaboración Cultural con las Iglesias ortodoxas, que actúa en el Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

También están hoy presentes aquí religiosos y religiosas pertenecientes a diferentes Iglesias y Comunidades eclesiales, que han participado estos días en un encuentro ecuménico, organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en colaboración con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con ocasión del Año de la vida consagrada. La vida religiosa, como profecía del mundo futuro, está llamada a ofrecer en nuestro tiempo el testimonio de esa comunión en Cristo que va más allá de toda diferencia, y que está hecha de decisiones concretas de acogida y de diálogo. En consecuencia, la búsqueda de la unidad de los cristianos no puede ser prerrogativa sólo de alguna persona o comunidad religiosa particularmente sensible a esta problemática. El conocimiento mutuo de las diferentes tradiciones de vida consagrada, y un fecundo intercambio de experiencias, puede ser útil para la vitalidad de todas las formas de vida religiosa en las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales.

Queridos hermanos y hermanas, hoy nosotros, que estamos sedientos de paz y fraternidad, invocamos con corazón confiado que el Padre celestial, por medio de Jesucristo, único Sacerdote y mediador, y la intercesión de la Virgen María, el apóstol Pablo y todos los santos, nos dé el don de la plena comunión de todos los cristianos, para que pueda brillar «el sagrado misterio de la unidad de la Iglesia» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, 2), como signo e instrumento de reconciliación para el mundo entero.

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Iglesia y Religión


El Card. Baldisserri: 'El Espí­ritu Santo asiste al sínodo'
El instrumentum laboris estará disponible en junio. Mons. Bonetti: en las misas dominicales el Sí­nodo tiene que ser bien explicado

Por H. Sergio Mora

ROMA, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - El congreso internacional de movimientos familiares con el tema “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo” que se realizó en Roma, concluyó el sábado 24 en el Church Palace, con la presencia de 80 movimientos familiares de treinta países. Organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, tuvo la finalidad de profundizar las temáticas del sínodo de la familia y los desafíos pastorales.

Una de las novedades la dio a conocer el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos sobre al familia: el Instrumentum laboris, de la próxima asamblea sinodal sobre la familia estará listo en la segunda mitad de mayo y deberá ser publicado en junio.

Entrevistado por ZENIT, el cardenal Baldisseri recordó la importancia de entender que en el Sínodo “el Espíritu Santo para nosotros es la guía, la luz, el que da inspiración y que acompaña a la Iglesia”.

Y quiso precisar que “en el fondo nuestra vida está en relación constante con el plan universal de Dios. Después nosotros no sabemos cómo irán las cosas. Pongámonos en este camino, Sínodo, caminar juntos, vamos adelante, no es un parlamento porque está el consenso que viene a través del consenso del Espíritu”.

“No hay intereses, no hay poderes u objetivos particulares” precisó el cardenal, si bien reconoció que “pueden existir como dice el Papa defectos como 'el carrerismo', o incluso otros defectos, como el egocentrismo, pero son defectos humanos. La opción de fondo no es la de "hacer dinero, ni la de querer estar en el primer lugar”. Por ello, concluyó que “la opción de fondo de un cristiano y de un padre sinodal es la de llegar a la comunión y el consenso y poder dar algún resultado positivo, a los problemas y temáticas de hoy”.

En otra entrevista, Mons. Bonetti, presidente de la fundación 'Famiglia dono grande', consultor del Consejo Pontificio para la Familia, le indicó a ZENIT: “El Papa quiere llegar a una propuesta pastoral para insertar la familia en la nueva evangelización, que sea fruto de un camino y de una Iglesia que crece junta, y no de una Iglesia que recibe indicaciones”. O sea que “lo que saldrá es una Iglesia preparada que reflexiona sobre la propia pastoral y doctrina y como se puede llegar a determinados objetivos”.

El presidente de 'Famiglia dono grande' italiano recordó que “la primera cosa delante de un sínodo de obispos es renovar nuestra fe y saber que la Iglesia está guiada por el Espíritu Santo. Y en la fuerza del Espíritu Santo se pueden registrar momentos en los que hay menos luz para ver una opción u otra. Pero el Espíritu más allá de los hechos sabe encontrar el bien de la Iglesia. La Iglesia está en la mano del Espíritu y no de los hombres”.

“Si nosotros perdemos --precisó de nuevo el cardenal-- esta conciencia de la Iglesia misterio, de la Iglesia misterio de Cristo que quiere operar a través de la Palabra y de los sacramentos, si perdemos esta conciencia, la Iglesia será paragonada a cualquier forma asociativa o agregativa”.

Subrayó la necesidad de entender el concepto de Iglesia, porque "no podemos pretender que la Eucaristía haga lo que la comunidad cristiana no sabe hacer".

Y alertó sobre una falsa alternativa: "Visto que nosotros, comunidad cristiana, encontramos dificultad en aceptar a los separados y vueltos a casar, y a hacerlos sentir hermanos y hermanas en comunión con nosotros, dejemos que lo haga Jesús, si hacen la comunión y la confesión como todos estarán en la Iglesia". Y concluyó que "esto no es la Iglesia". 

Interrogado sobre las informaciones que llegan a través de los medios, y que muchas veces focalizan aspectos particulares reduciendo la amplitud del Sínodo a algún problema determinado, como los separados y vueltos a casar, Mons. Bonetti precisó: “Esto es una realidad, y hemos visto que la gente corre el riesgo de razonar según las informaciones que llegan de los medios, y no según las inspiraciones del Espíritu”.

Entretanto consideró que la Iglesia debería comunicar mejor: “Si pienso que la mayoría de los cristianos se encuentran para la misa dominical, ¿es posible que no se pueda comunicar lo esencial del Sínodo de manera que se pueda aclarar lo que se escucha a través de los medios? Nos falta esta fuerza de comunicación directa con el pueblo”.

Porque “el Sínodo a nivel mediático corre el riesgo de hacer pensar que fue convocado solamente para las parejas separadas y vueltas a casar. En cambio el Sínodo quiere hacer una propuesta de camino espiritual. Cuando en la relatio final dice que la indisolubilidad es un don, bastaría esta expresión para hacer entender que la indisolubilidad no es solamente un recinto que obliga a estar juntos sino que es un camino de santidad”.

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Rome Reports


Biografía del sueño americano: El arte de Norman Rockwell (Vídeo)
Exposición en Roma reúne las obras maestras del pintor estadounidense

Por Rome Reports

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Comienza el proceso de beatificación de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares (Vídeo)
En seis años, 120.000 personas han pasado ante su tumba

Por Rome Reports

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Desde España a Italia para entregar al Papa un rosario hecho por una anciana enferma (Vídeo)
Es de ganchillo y ha tardado un año en realizarlo

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Miguel Kozal - 26 de enero
«Este mártir de la fe, que sucumbió bajo el régimen nazi, mostró una fortaleza verdaderamente admirable. De él se puede afirmar, con toda propiedad, que pasó por este mundo sosteniendo la Iglesia con la propia vida»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - No existe ningún integrante de la vida santa que haya puesto en duda, ni siquiera someramente, la grandeza de la Iglesia fundada por Cristo; esta flaqueza no anida en sus corazones. Habrán podido atravesar situaciones complejas, sufrir ciertas actitudes tomadas contra ellos por alguno de sus miembros, pero han tenido claro, sin tener que detenerse a reflexionarlo, que existe una clara disociación entre estos deslices de mayor o menor gravedad infligidos por personas concretas, y la Iglesia como tal, que es santa. Lucharon por ella unidos a los pontífices del momento y se avinieron a padecer las contrariedades que les salieron al paso sabiendo que sobre sus hombros debía descansar el preciado legado que Cristo había ofrecido al mundo. Incontables hombres y mujeres de todos los siglos han mostrado fehacientemente su fidelidad, y muchos la han llevado al extremo entregando de forma literal su vida, como hizo Miguel Kozal, un martirio al que en no pocas ocasiones, como le sucedió a él, les han conducido razones de índole política.

Nació el 25 de septiembre de 1893 en una localidad polaca cercana a Poznan. Su infancia se caracterizó por una inclinación natural a lo religioso. Además, sus padres inculcaron a su numerosa prole el amor a Dios. Como se había criado en una familia pobre, sabía lo que era la abnegación y el valor del esfuerzo. Fue uno de esos alumnos ejemplares que a veces pueblan las aulas, y se integró activamente en la organización católica clandestina «Asociación Tomás Zen». Inquieto por la injerencia del estado alemán en la educación, puso sus dotes al servicio de la defensa de ésta, y fue nombrado presidente de la organización. En 1914 ingresó en el seminario Leonium de Poznan, aunque la Primera Guerra Mundial le obligó a recluirse en Gniezno, donde concluyó los estudios eclesiásticos. Fue ordenado sacerdote en 1918. Ejerció un ejemplar ministerio pastoral como párroco en distintos lugares. Fue prefecto de una escuela femenina de humanidades, director espiritual del Seminario Mayor de Gniezno y su rector, pese a no contar con la titulación académica pertinente.

En junio de 1939 Pío XII le encomendó la sede de Wloclawek, a la que fue enviado como obispo auxiliar. Era un lugar altamente comprometido y peligroso, ya que el Führer desplegaba desde allí todo su poder militar con objeto de invadir Rusia. De hecho, el 1 de septiembre los nazis ocuparon Polonia. Y las gentes, aterradas por la situación, acudían al beato en busca de consuelo. Para los fieles las dificultades aún eran mayores, y Miguel no estaba dispuesto a encajar el trato injusto y discriminatorio que recaía sobre todos ellos. Habían cercenado de raíz las actividades pastorales, clausuradas las publicaciones católicas, se apoderaron de los bienes patrimoniales de la Iglesia y fueron encarcelando a los sacerdotes. En estas penosas condiciones, Miguel seguía asistiendo a todos y negándose a abandonar la ciudad, pese a que así lo reclamaban las autoridades. Su enérgica oposición a la intervención nazi, que despojó a la Iglesia de todo derecho, y su insistente defensa de la fe y de la libertad, amén de su negativa a aceptar las directrices que le dieron, supuso su arresto domiciliario por parte de la Gestapo en noviembre de 1939. Con él detuvieron a otros compañeros sacerdotes. Ya entonces fue sometido a torturas y lo mantuvieron aislado. Pero su fe era imbatible y al proseguir la obligada reclusión domiciliaria en Lad, como tenía cerca a otros seminaristas y sacerdotes del Instituto salesiano, volvió a reconstruir el seminario dentro de la clandestinidad. Precisamente allí haría entrega a Dios de su vida, pensando en la Iglesia y en su amada Polonia.

Los nazis fueron diezmando el clero en los campos de concentración, y Miguel contemplaba impotente y lleno de aflicción la tragedia que acontecía ante sus ojos. Ni siquiera los esfuerzos diplomáticos de la Santa Sede fueron capaces de trocar ni un ápice la sinrazón del ejército invasor. A primeros de abril de 1941 siguió los pasos de los sacerdotes que le habían precedido en el martirio. Fue deportado al campo de concentración de Inowroclaw. Las torturas le causaron graves lesiones en los miembros inferiores y en la oreja izquierda. Y a finales de ese mismo mes y año fue enviado al campo de concentración de Dachau. Le esperaban otros años de periódicos suplicios. Finalmente, cuando ya estaba aquejado de tifus, el 26 de enero de 1943 uno de los médicos le aplicó una dosis de veneno en el brazo, y este mártir de la fe entregó su alma a Dios. Un integrante del grupo de médicos dijo: «Así será más fácil el camino a la eternidad». Su cuerpo fue incinerado en el horno crematorio de Dachau el 30 de enero de 1943. Es uno de los miles de mártires polacos que testificaron su fe dando su vida. Fue beatificado por Juan Pablo II el 14 de junio de 1987.

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Debate


Continuidad del Congreso de las Grandes Ciudades
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Cardenal Lluís Martínez Sistach

BARCELONA, 25 de enero de 2015 (Zenit.org) - Dos mensajes envió el papa Francisco al Congreso sobre Pastoral de las Grandes Ciudades. El primero fue un mensaje leído en el acto celebrado el 25 de noviembre pasado en la basílica de la Sagrada Familia; el segundo, el discurso espontáneo que nos dirigió a todos los que participamos en la segunda fase, a quienes nos recibió en audiencia el 27 de noviembre. Eran días muy intensos para el Santo Padre, con sus viajes al Parlamento Europeo dos días antes y a Turquía al día siguiente. Nos hizo un discurso muy suyo comunicándonos su larga experiencia de pastor de Buenos Aires, un conjunto urbano que incluye 11 diócesis y 13 millones de habitantes.

En la audiencia, de casi una hora de duración, Francisco nos hizo un diseño de cómo ve él la Iglesia en una gran ciudad. Lo primero que pide a esta Iglesia es un cambio de mentalidad, una conversión a una actividad evangelizadora que dialogue con la multiculturalidad de la gran ciudad, que no tema el pluralismo y el hecho de que el mensaje de la Iglesia ya no sea el único referente cultural de la ciudad y a menudo tampoco sea el más escuchado.

Pide también el papa Francisco una Iglesia sensible a la religiosidad del pueblo, con la lectura profunda que hace de este hecho la reflexión de las diócesis latinoamericanas, sobre todo en el documento de Aparecida, en el que el cardenal Bergoglio tuvo un papel muy destacado, ya que fue el jefe del grupo de redacción de este documento que resume el pensamiento de la última conferencia general de los obispos de América Latina y del Caribe.

Francisco contempla, en la gran ciudad, una iglesia en salida, que no espera sólo que las personas vengan, sino que sale al encuentro de todos, en la medida de sus posibilidades; una Iglesia samaritana –aludiendo a la famosa parábola del Evangelio– que quiere estar en medio de la ciudad, al servicio de todos y sobre todo de los más pobres y marginados, de los que más sufren.

En el mensaje papal que se leyó en la Sagrada Familia, dice el Papa: "Me alegro de los esfuerzos realizados y animo a todos a seguir reflexionando creativamente sobre la manera de afrontar la misión evangelizadora en los grandes núcleos urbanos, cada vez en mayor expansión". El Santo Padre nos invita a seguir trabajando en la pastoral de las grandes ciudades. En mi saludo del inicio de la audiencia hice referencia a este punto de su mensaje y le dije que tomábamos nota y que estábamos dispuestos a continuar. De eso se trata, que no sea un hecho aislado sino el inicio de un proceso. Tengo en este sentido dos previsiones: la constitución de una fundación que se dedique a fomentar el estudio de las grandes ciudades para ofrecer elementos y medios para la pastoral de las grandes concentraciones urbanas; y, en segundo lugar, la celebración este curso de una jornada diocesana dedicada sobre todo a ver cómo el contenido del Congreso y las enseñanzas que nos ha ofrecido el Papa nos interpelan como pastores –sacerdotes y laicos– de nuestra archidiócesis, que es eminentemente urbana.

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