Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (4-21)

B) Sofismas de anfibología

 

      Cuando la ambigüedad no está encerrada en un término deter­minado, sino que afecta a toda una proposición, el paralogismo que de allí puede resultar se llama “falacia de anfibología”. Sea el siguiente ejemplo:

 

[12]      Puedo caminar y no caminar,

             pero caminar y no caminar es imposible.

 

Puedo lo imposible.

 

 

 

Éste es un silogismo aparentemente concluyente, de la forma:

 

        M  es  S                                         ( M = caminar y no caminar;

        M  es  P                                           S = cosa que puedo;

                                                                P = cosa imposible.)

        Algún P es S                    

 

La conclusión expresa: «Alguna cosa imposible es una cosa que puedo hacer». Pero aquí la locución “caminar y no caminar” tiene sentidos dis­tintos en cada premisa. En la primera significa cada una de las dos acciones tomadas por separado (puedo caminar y también puedo no caminar); en la segunda, significa ambos comportamientos con­siderados como reali­zándose simultáneamente (caminar y no cami­nar al mismo tiempo).

 

[13]      No debe devolverse mal por mal.                                                 (I)

             Si se castiga un delincuente, se devuelve mal por mal.             (II)

 

No debe castigarse a los delincuentes.

 

Éste es un razonamiento condicional aparentemente concluyente, de la forma:

 

          Si p, es q.                              (II)

          No debe ser q.                     (I)

         

          No debe ser p.

 

Pero en realidad no se ha mantenido constante el consecuente, porque se han confundido dos sentidos diferentes de la expresión “devolver mal por mal”: cuando en la premisa (I) se sostiene que «no debe devolverse mal por mal», se significa que no debe obrarse mal en desquite o venganza de quien obró mal, es decir que no debe hacerse un mal moral contra quien hizo antes un mal moral. Pero cuando en la premisa (II) se dice que en el castigo «se devuelve mal por mal», se refiere a que se infiere un mal físico (por ejemplo la prisión) a quien cometió un mal moral. Además, en la primera premisa se censura la conducta de un indi­viduo que por propia determinación devuelve mal por mal, pero en la segunda se trata de un mal físico que es causado por la auto­ridad pública obrando como tal. Si aclaramos el significado de la frase anfibológica “devolver el mal por mal” en cada premisa, podemos ver que de este antecedente no puede sacarse ninguna conclusión:

 

         Un individuo no debe hacer una mala acción en desquite o venganza de una mala acción de otro.

         Si se castiga a un delincuente, la autoridad pública causa un mal físico al delincuente por causa de una mala acción de éste.

 

 

      Cuando una misma palabra puede recibir diversos sentidos, hay homonimia o equivocidad; si la diversidad de significado ocurre en la reunión de palabras que componen una proposición, existe anfibología. Ambas formas de ambigüedad pueden dar lugar a sofismas, que son los sofismas lingüísticos, los cuales pueden ser tanto involuntarios como intencionales. William Hamilton, en su Lógica parlamentaria, que es una colección de reglas de astu­cia para engañar en las asambleas políticas, aconseja: «Cuando no tengáis razón, emplead expresiones amplias y generales (porque son equívocas)»[1]; y poco después escribe: «Los sofismas más ventajosos en el discurso son aquellos que consisten, no en la ambigüedad de una sola palabra, sino en la sintaxis ambigua de varias palabras reunidas»[2]. El consejo es inmoral, pero debe reconocerse que es un recurso muy eficaz para engañar y confun­dir, y por ello mismo muy utilizado.

 

 

 

II. SOFISMAS DEL ASUNTO O EXTRALINGÜÍSTICOS

 

      Se puede llegar al error de varios modos: raciocinando mal desde premisas ciertas, o raciocinado bien, pero a partir de premisas falsas, o también partiendo de una premisa que nada tiene que ver con la conclusión a la cual se pretende llegar, o también poniendo directamente como premisa aquello que se pre­tende obtener como conclusión. De aquí resulta la primera gran subdivisión de los sofismas extralingüísticos:

      A) Sofismas de premisa falsa o dudosa

      B) Sofismas con premisa no atinente a la conclusión

      C) Sofismas que fallan en el procedimiento

      D) Sofismas en los cuales la supuesta conclusión ya se admitió en la premisa (“petición de principio”).

 


 
[1] William Hamilton, Lógica parlamentaria. La España moderna, Madrid, s/f., párr. LX.
[2] Ibídem, párr. CXC.