Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (9-21)

El razonamiento en círculo:

El “argumento circular” (circulus in demostrando) es una especie de falacia de petición de principio que puede incluirse dentro de la modalidad a). Se denomina también círculo vicioso o “dialelo”, y se comete cuando hay dos proposiciones que se pretenden demostrar recíprocamente, es decir se pretende demostrar cada una de ellas a partir de la otra.

 

 

      Generalmente esta demostración recíproca no se hace en el mismo momento, porque el absurdo saltaría a la vista, sino que se efectúa en dos momentos distanciados, y suele producirse in­voluntariamente. Así por ej. suele ocurrir que un autor en un lugar de su obra pretende probar la proposición A partiendo de la proposición B como premisa, y en otro lugar de la misma obra (o de otra obra) advertimos que pretende probar la proposición B partiendo de la proposición A como premisa. Cuando los dos argu­mentos se expresan en libros o escritos distintos, se dice que hay un ra­zonamiento en círculo dentro del sistema del autor. Así por ejemplo hay un paralogismo de esta clase en Platón: en su obra Teeteto pretende probar la espiritualidad del alma fundándose en la inmortalidad de ella; pero el mismo filósofo, en su obra Fe­dón intenta probar la inmortalidad del alma fundándose en la es­piritualidad de ella:

 

[24]      Todo lo que es inmortal es espiritual.

             El alma es inmortal.                                          (A)

                                                                                                     (I) (Teeteto)

             El alma es espiritual.                                         (B)

 

             Todo lo que es espiritual es inmortal.

             El alma es espiritual.                                         (B)

                                                                                                     (II) (Fedón)

             El alma es inmortal.                                          (A)

 

Vemos que en el argumento (I) la conclusión (B) se apoyó en la premisa (A), pero ocurre que en el argumento (II) la proposición (A) se quiere demostrar a partir de (B).

      Por lo general la petición de principio no aparece muy mani­fiesta, sino que suele hallarse escondida. Sea el siguiente ejemplo: A partir de datos estadísticos un investigador deriva como conclusión que el suicidio tiene generalmente como causa alguna enfermedad mental; las premisas son los datos tomados de las memorias de los hospitales y de los archivos policiales; en todos estos registros aparece siempre una falla psíquica en la personalidad de los suicidas, así por ejemplo de los 266 casos registrados en el Departamento de Medicina Forense durante 10 años, 235 de ellos están catalogados como enfermos mentales de alguna especie. El argumento empleado por el investigador a par­tir de tales datos ha sido entonces el siguiente: A intentó el suicidio y padecía tal enfermedad mental; B intentó el suicidio y padecía tal enfermedad mental; C intentó el suicidio y pade­cía tal enfermedad mental…; luego casi todo suicida padece una en­fermedad mental. Pero con respecto a los diagnósticos que se en­contraron en esos registros, puede ocurrir que ellos no se hu­bieran hecho sobre la base de una verdadera comprobación, sino que hubiesen resultado del siguiente razonamiento que habría he­cho el funcionario policial médico que intervino en su oportuni­dad: «Si alguien intenta suicidarse, es porque es un enfermo mental; A ha intentado suicidarse; luego A es un enfermo men­tal», y que luego, a partir de este prejuicio el especialista hubiera diagnosticado la dolencia psíquica más conforme con las circunstancias, y la hubiese puesto en la ficha. Si consideramos ahora el razonamiento del investigador unido con las premisas próximas y remotas que sirvieron de base para su conclusión, en el conjunto podemos advertir una petición de principio:

 

[25]      El que intenta suicidarse es un enfermo mental.               (I)

A ha intentado suicidarse.

 

A es un enfermo mental y tenía la enfermedad x.

 

El que intenta suicidarse es un enfermo mental.

B ha intentado suicidarse.

 

B es un enfermo mental y tenía la enfermedad y.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Luego, a partir de los archivos que dicen A padecía tal enfer­medad, B padecía tal otra, y así los 266 casos, se forma el si­guiente argumento:

 

A ha intentado el suicidio y padecía la enfermedad x.

B ha intentado el suicidio y padecía la enfermedad y.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

             El que intenta suicidarse es un enfermo mental.                    (II)

 

Podemos ver claramente que lo que se afirma en la con­clusión (II) es exactamente lo que se había puesto en la premisa (I)[1].

 

                                      PREM.                                      CONCL.

                        El alma es inmortal                  El alma es espiritual

                                    CONCL.                                    PREM.

       
   
 
     

 

 

 

 

 

                                      PREM.                                      CONCL.

                    Quien intenta suicidarse                AA, BB, CC…. son
                      es un enfermo mental                 enfermos mentales

                                    CONCL.                                    PREM.

 
   

 

 

 

Esquema del razonamiento en círculo

 

 

 


 
[1] Este ejemplo lo trae Pitirim Sorokin. «El argumento prin­cipal en favor de la tesis de que “El suicidio es siempre un acto de enajenación mental” es el supuesto alto porcentaje de anormales mentales entre las personas que cometen suicidio. Se pretende en algunos casos que son casi el 100 por 100 (…) pero ocurre que (…) no es raro que el mismo hecho de cometer suici­dio por parte de la persona conduzca automáticamente a diagnos­ticar su anormalidad» (Sociedad, cultura y personalidad. Agui­lar, Madrid, 1969, ps. 15 s.).