Falsedades acerca de la Iglesia católica – ¡Ay el celibato sacerdotal!

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos… 

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

 

¡Ay el celibato sacerdotal!

 

El tema del celibato sacerdotal es algo que puede acabar por molestar al fiel católico. Queremos decir no el mismo como tal sino que, de forma recurrente, la existencia del mismo es denunciada por todos los progres eclesiales que en el mundo hay.

 

Sin embargo, nosotros lo tenemos claro. Es decir que sabemos que el celibato sacerdotal es más que necesario porque que el sacerdote sea célibe no es capricho ni de la Iglesia católica ni del sacerdote.

 

Por eso, puede resultar interesante traer, aquí y ahora mismo, algo de lo dicho por la Iglesia católica al respecto.

 

Documentos significativos

 

Algo, mínimo pero importante, sobre el celibato, en el seno de la Iglesia católica, es lo siguiente:

1.-En el libro II, Parte I, Título III, Capítulo III del Código de Derecho Canónico (“De las obligaciones y derechos de los clérigos”), concretamente en el c. 277.1 se dice:

“1 Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios, mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres”

Y esto parece una, digamos, explicación, aceptable.

2.-En la encíclica Ad catholici sacerdotti, Pío XI dejó escrito el entonces Santo Padre:

“Íntimamente unida con la piedad, de la cual le ha de venir su hermosura y aun la misma firmeza, es aquella otra preciosísima perla del sacerdocio católico, la castidad, de cuya perfecta guarda en toda su integridad tienen los clérigos de la Iglesia latina constituidos en órdenes mayores obligación tan grave que su quebrantamiento sería además sacrilegio. Y si los de las Iglesias orientales no están sujetos a esta ley en todo su rigor, no obstante, aun entre ellos es muy considerado el celibato eclesiástico, y en ciertos casos, especialmente en los más altos grados de la jerarquía, requisito necesario y obligatorio” (47)

3.-En la Exhortación apostólica Menti nostrae, Pío XII manifestó, sobre el celibato, lo siguiente:

“El sacerdote tiene como campo de su propia actividad todo lo que se refiere a la vida sobrenatural, y es órgano de comunicación y de incremento de la misma vida en el Cuerpo místico de Cristo. Por eso es necesario que renuncie a todo lo que es del mundo para cuidar solamente aquello que es del Señor. Y, precisamente porque debe estar libre de preocupaciones del mundo para dedicarse por entero al servicio divino, la Iglesia ha establecido la ley del celibato, para que fuese siempre más manifiesto a todos que el sacerdote es ministro de Dios y padre de las almas. Con la ley del celibato, el sacerdote, más que perder el don y el oficio de la paternidad, lo aumenta hasta el infinito, porque, si no engendra hijos para esta vida terrena y caduca, los engendra para la celestial y eterna.

Cuanto más refulge la castidad sacerdotal, tanto más viene a ser el sacerdote, junto con Cristo, hostia pura, hostia santa, hostia inmaculada” (17)

4.-En la Encíclica Sacerdotii nostri primordia, san Juan XXIII dice lo siguiente al respecto del celibato sacerdotal:

“¡Cuánta gracia atraen para la Iglesia los sacerdotes fieles a esta virtud excelsa! Con Pío XI, Nos la consideramos como la gloria más pura del sacerdocio católico, y ‘por lo que se refiere al alma sacerdotal, nos parece que responde de la manera más digna y conveniente a los designios y deseos del sacratísimo Corazón de Jesús’ Pensaba el Cura de Ars en este designio del amor divino cuando exclamó: ‘El sacerdocio: he aquí el amor del Corazón de Jesús’ (31)

Y escribe sobre gracia y gloria… algo bastante difícil de entender hoy día.

5.- En la Exhortación apostólica Pastore dabo vobis, san Juan Pablo II dijo, sobre el celibato que:

 “Ahora bien, la educación al amor responsable y la madurez afectiva de la persona son muy necesarias para quien, como el presbítero, está llamado al celibato, o sea, a ofrecer, con la gracia del Espíritu y con la respuesta libre de la propia voluntad, la totalidad de su amor y de su solicitud a Jesucristo y a la Iglesia. A la vista del compromiso del celibato, la madurez afectiva ha de saber incluir, dentro de las relaciones humanas de serena amistad y profunda fraternidad, un gran amor, vivo y personal, a Jesucristo”

Por último, En el discurso del Santo Padre (emérito) Benedicto XVI, al Primer Grupo de Obispos de La República Democrática del Congo en Visita “Ad Limina” (El Viernes 27 de enero de 2006) dijo lo siguiente:

“Viviendo fielmente la castidad en el celibato, el sacerdote manifestará que todo su ser es entrega de sí mismo a Dios y a sus hermanos”

Por tanto, no puede decirse (aún siendo poco lo que aquí traído) que el celibato sea una realidad material y espiritual de poca importancia para el católico y, así, para el sacerdote católico. Muy al contrario, es una virtud importante y necesaria.

 

Otra cosa que se considere contraria a lo, brevemente, expuesto aquí es, simplemente, pura mundanidad porque a costa de los casos de pederastia que, convenientemente aireados, están siendo utilizados para desprestigiar a la Iglesia católica, este tema se abre paso o, mejor, le abren paso, a marchas forzadas.

 

Aquellos que tratan, siempre, de poner en entredicho lo que la Esposa de Cristo lleva a cabo, la doctrina que transmite y todo lo que, en definitiva, hace, se están agarrando como a un clavo ardiendo a lo que, en verdad, no es, sino, un ejemplo de hasta dónde puede llegar la entrega de un hombre que decide ser sacerdote.

 

Resulta que, a lo mejor, el celibato no es algo sano sino que, al contrario, puede producir malas consecuencias en las personas que lo siguen.

 

Es, dicen, insano.

 

Esto lo que, en general, ha de querer decir, es que puede producir, en las personas que lo cumplen, algún tipo de enfermedad porque no otra cosa se entiende cuando se dice que algo no es sano, que no produce salud.

 

Sin embargo, lo que no son capaces de entender aquellos que así piensan es que el celibato sacerdotal es algo más que no entregarse a ningún tipo de relación sexual y que supone algo que, en sí mismo es, más bien, de carácter sobrenatural.

 

Seguramente por eso personas llevadas por su mundanidad no son capaces de comprender lo que es y significa el celibato sacerdotal y, por eso, seguramente, tratan de zaherirlo tanto si viene a cuento como si no viene a cuento.

 

Esto lo digo porque, bien sabemos que en la vida ordinaria hay muchos hombres que son célibes y, no por eso, se les puede acusar de tener todas las papeletas para ser pederastas. Tan sólo se les puede acusar, eso sí, de no tener una actitud, predominantemente hedonista.

 

Y eso, claro, a ciertos tipos de pensamientos, les cuesta mucho entender. 

  

Eleuterio Fernández Guzmán