En su catequesis de la audiencia general, celebrada el miércoles de ceniza en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco continuó sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los hermanos.

Fraternidad valor esencial

Tras recordar que la fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, el Papa Bergoglio afirmó que su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. De ahí que la pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” –dijo – no cesa de resonar a lo largo de la historia.

También destacó que en la familia aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.

Y añadió que con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión.

Por eso decir “es como un hermano para mí” –afirmó el Santo Padre– es el mayor elogio que se puede hacer, puesto que sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.

Además el Papa recordó que esta virtud brilla cuando en la familia hay un hermano más débil del que cuidan los demás miembros. Y pidió que también los cristianos veamos de este modo a los pobres y a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón, tal como nos los enseñó el Señor.

(María Fernanda Bernasconi - RV)

Resumen de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento.

Su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” no cesa de resonar a lo largo de la historia.

Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.

Con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión. Qué mayor elogio puede haber que decir: Es como un hermano para mí.

Sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.

Cómo brilla esta virtud cuando en la familia hay un hermano más débil, con qué afecto los demás cuidan de él.

También los cristianos debemos ver así a los pobres, a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón como nos enseñó Jesús.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los numerosos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos.

Pidamos al Señor que en esta Cuaresma, que hoy iniciamos, bendiga a las familias y su generosa entrega. Que en ellas aprendamos a ser siempre hermanos. Muchas gracias.