Con su bienvenida a los prelados de la Iglesia greco-católica ucraniana y a los de la Conferencia Episcopal de Ucrania, en visita ad limina, el Papa Francisco reiteró su profunda cercanía a la amada población de este país «que vive una situación de grave conflicto, que se viene prolongando desde hace varios meses y  sigue causando numerosas víctimas inocentes y grandes sufrimientos en toda la población».

Como ya aseguró en varias ocasiones, de forma directa, así como a través de los Cardenales enviados, el Sucesor de Pedro renovó su «oración por los difuntos y por todos los que han sido golpeados por la violencia», rogando para que «el Señor conceda pronto la paz». Y reiteró su «llamamiento a todas las partes interesadas para que se apliquen los acuerdos alcanzados» y «se respete el principio de la legalidad internacional; en particular, que se respete la tregua firmada recientemente y se apliquen todos los otros compromisos que son condiciones para evitar la reanudación de las hostilidades».

En el discurso entregado a los prelados de Ucrania – «herederos de dos legítimas tradiciones espirituales, la oriental y la latina» – el Papa Francisco hizo hincapié en «las realidades socio-culturales y dramas humanos, que esperan su aportación directa y positiva». Por lo que es «importante escuchar atentamente las voces del pueblo» para componer las controversias, afianzados en la caridad, el amor divino que mana del corazón de Cristo».

«Deber y honor que se les debe reconocer»

Tras recordar que en ámbito nacional, los Obispos de Ucrania son ciudadanos de pleno derecho, por lo que tienen precisamente derecho a expresar, también de forma común, su pensamiento sobre el destino del país, perseverando en la unidad de la sociedad ucraniana, en la búsqueda infatigable de la concordia y del bien común, aun ante las graves y complejas dificultades, Obispo de Roma recuerda que la Santa Sede está a su lado también ante las instancias internacionales. Para luego señalar las graves repercusiones que la crisis ucraniana ha tenido en la vida de las familias, así como ha generado una inicua pobreza, en una tierra generosa y rica. Por lo que los alienta a que como ministros libres de la Iglesia de Cristo, aun en su pobreza, sean defensores de «las familias, los pobres, los que no tienen empleo, los débiles, los enfermos, los ancianos, jubilados, inválidos y desplazados».

«Se necesita un médico, y es Jesucristo, al que ambos sirven con generosidad»

Sin olvidar que es indiscutible que «ambos episcopados son católicos y son ucranianos», aún en la diversidad de sus ritos y tradiciones el Papa, señala que a él personalmente le causa tristeza que haya incomprensiones y heridas, por lo que renueva las exhortaciones de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI a sostenerse generosamente en sus fatigas apostólicas. Alentando asimismo el compromiso ecuménico e invocando a los numerosos mártires ucranianos.

(CdM – RV)