Como antiguo alumno escolapio os digo que sois unos traidores

Hace casi cinco años escribí uno de los artículos que más alegría me ha deparado desde que soy bloguero. Se titulaba “Aquellos escolapios…” Gracias al post han podido reecontrarse antiguos alumnos del colegio de los Padres Escolapios en Getafe (Madrid). Solo por eso habría merecido la pena

Ni que decir tiene el cariño que tengo a las Escuelas Pías y a la figura de San José de Calasanz. Siendo alumno escolapio recibí algo que se le parecía mucho a una llamada a la vocación sacerdotal, que luego, por circunstancias de la vida, no se concretó, aunque no puedo decir que esa llamada al servicio al Señor no la esté llevando a cabo, por pura gracia, de otra manera. Seamos seglares o seamos sacerdotes, el caso es dejar que la voluntad de Dios impregne nuestras vidas.

Es por todo esto que no puedo evitar indignarme hasta extremos difícilmente soportables al leer que las Escuelas Pías en Cataluña han pisoteado, vejado, abandonado y ocultado el carisma de San José de Calasanz. Es más, presumen de ello. El santo aragonés quiso fundar una escuela católica, en la que los niños fueran educados en todos los sentidos, pero, faltaría más, también en la fe de la Iglesia. No en un sincretismo laicista heredero de la mentalidad de la Ilustración y de las escuelas netamente masonas.

Ahora que los obispos, por fin, han decidido que en clase de religión católica se enseñe la fe católica y no otras religiones, los escolapios catalanes dicen que ellos llevan años sin enseñar el hecho religioso desde un punto de vista confesional. Hay que ser miserable para pretender ser una escuela católica y renunciar a la confesionalidad católica. Hay que ser muy Judas Iscariote para traicionar a Cristo con el beso de la aconfesionalidad y la secularización interna.

Esta gente ha convertido el evangelio en algo a lo que llaman “el proyecto de Jesús” y buscan, ojo al dato, “empoderar a los alumnos ante el hecho religioso para que se relacionen desde el espíritu crítico, evitando todo tipo de integrismos (creyentes y no creyentes)". Si Dios permitiera a San José de Calasanz salir del cielo por un tiempo, regresaría para echar a patadas a estos traidores de los valores sobre los que él basó su labor apostólica. Debe de estar llorando por la suerte de los pobres chavales que han caído en manos de esas escuelas profanadas.  

De todas formas, esto no es solo un problema de los escolapios. Salvo excepciones que confirman la regla, la Iglesia Católica en España ha logrado el grandioso hito de que la inmensa mayoría de los alumnos que pasan por colegios católicos salgan tan descristianizados o más que los que pasan por la escuela pública. Y eso se lo debemos, en gran medida a las gloriosas órdenes religiosas, que llevan medio siglo buscando, y logrando, la manera de destrozar todo aquello que quisieron llevar a cabo sus fundadores.

De una Iglesia de santos y mártires a una Iglesia en la que se ha permitido la promoción de la secularización y la apostasía, empezando por la escuela. Esa es la evolución del catolicismo español en el último medio siglo. Nos merecemos lo que nos pase. Y claro, si dices esto, eres un profeta de calamidades, un cara vinagre, un amargado al que hay que tratar como si fuera el nuevo leproso. Pues miren, por pura gracia, antes leproso en la verdad que arrodillado ante el Baal del modernismo y la herejía.

¡¡Santidad o muerte!!

Luis Fernando Pérez Bustamante