Fiesta de la Facultad de Teología de la UPSA

 

Acabo de regresar de Salamanca, tras haber participado en la Fiesta de la Facultad de Teología de la UPSA (Universidad Pontificia de Salamanca). El motivo de esta fiesta era conmemorar el 75 aniversario de la restauración de esta Facultad en Salamanca. Una fecha, sin duda, digna de ser destacada.

Yo estoy convencido de que la Facultad de Teología de la UPSA hace, no en exclusiva, un servicio impagable a la Iglesia en España. No solo por la actividad – de docencia, investigación y publicaciones - que desarrolla en su Sede, sino también – y desde mi perspectiva casi me atrevía a decir que sobre todo – por el apoyo que presta a una amplia red de Centros asociados o afiliados, bien se trate de Institutos Teológicos – cuyo objetivo es la formación académica de los candidatos al sacerdocio – o de Institutos de Ciencias Religiosas – más orientados a la formación universitaria de seglares - .

Es una labor impagable porque sería prácticamente imposible que un Seminario Diocesano, por ejemplo, contase con los suficientes recursos propios como para que sus alumnos pudiesen obtener, al finalizar sus estudios, el Grado en Estudios Eclesiásticos con efectos civiles – que equivale, en términos canónicos, al Bachillerato en Teología - .

Habrá quien piense que, en lugar de una red de Centros, sería preferible concentrar a todos los alumnos en Salamanca. Y, sumados todos los alumnos vinculados a la Facultad, el resultado es una suma muy respetable, como hoy hemos podido comprobar visiblemente.

Pero, si lo consideramos desde el punto de vista de las diócesis, las cosas no son tan sencillas. En una diócesis es muy importante que haya, si es posible, un Seminario, aunque sea con no muchos alumnos. En él podrán formarse los futuros sacerdotes que se incardinarán en la misma y, a la vez, desde el Seminario se programan múltiples iniciativas en favor de la actualización teológica de sacerdotes, religiosos y seglares.

La afiliación a la Facultad no solo soluciona todo, pero soluciona mucho. Marca unas exigencias que hay que cumplir, supervisa el proceso de estudios y verifica, con la presencia de los profesores de la Facultad en los tribunales del examen de Grado, que las cosas se han hecho medianamente bien.

La Facultad mantiene con los centros afiliados – hablo ahora solo de estos – un contacto continuo y exigente. Se hace presente a la hora de enviar los oportunos informes a Roma para renovar la afiliación. Se ocupa también de que la enseñanza que se imparte esté en línea con el Convenio de Bolonia. Vela por la aplicación de los decretos que emanan de la Congregación para la Educación Católica, como, recientemente, el Decreto de Reforma de los estudios eclesiásticos de Filosofía.

Es una exigencia para los Centros, pero también es una garantía. Aisladamente, los diversos Centros vinculados no podrían cumplir, sin ese apoyo, esas obligaciones.

Pero vayamos a la fiesta de hoy. Muy detalladamente organizada. El acto central ha sido la cuidada celebración de la Santa Misa en la iglesia de la Clerecía, llena de alumnos y de profesores. Presidió la celebración litúrgica el Emmo. Sr. Cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica.

En su homilía comentó el Evangelio de hoy (Mt 21, 33-43. 45-46), insistiendo en que las facultades de Teología diesen, en la viña del Señor, no solos frutos de ciencia, sino también, y no como algo alternativo a lo primero, sino como una consecuencia lógica, frutos de evangelización. Hizo, en este sentido, continuas referencias al magisterio de San Juan Pablo II.

Ya en el Auditorio San Juan Pablo II, al que hubo que recurrir al comprobar la imposibilidad de que el Aula Magna pudiese acoger a tantos asistentes, el Cardenal Grocholweski pronunció una espléndida conferencia sobre las “fascinaciones y los riesgos” de los que enseñan Teología. En esta lección magistral se apoyó en la exhortación apostólica Evangelii gaudium del papa Francisco. Quienes se dedican a la Teología, decía el Sr. Cardenal, pueden dejarse fascinar – seducir – no siempre por el bien.: Por ejemplo, por los cantos de sirena de los nuevos gnosticismos o de los nuevos pelagianismos, olvidando que la fe es un don que Dios da a todos o dejando en segundo plano la primacía de la gracia.

Pero, además de fascinaciones, se puede incurrir en riesgos o peligros. Uno puede dedicarse a la Teología por afán de notoriedad, de prestigio y hasta de ambición. Una Facultad Teológica puede verse tentada de encerrarse en sí misma. Y una Universidad Católica puede llegar a considerar, muy equivocadamente, que lo menos interesante que puede ofrecer al mundo del saber sea la contribución específica, y necesaria, de las ciencias eclesiásticas.

El Sr. Cardenal enmarcó su discurso con oportunas referencias al que, hace 75 años, pronunció el entonces Obispo de Salamanca, Pla y Deniel.

Todos los asistentes fuimos invitados, posteriormente, a un vino español.

El Decano de la Facultad, Jacinto Núñez Regodón, recordó, antes de la conferencia del Sr. Cardenal, tres principios que la Facultad pretende observar: el cuidado de las relaciones humanas, ya que tras las Universidades, y las Facultades y los Centros estamos personas; el ineludible objetivo del rigor académico y el sentido eclesial; de pertenencia a la Iglesia y de servicio a la Iglesia, a la misión evangelizadora.

Un objetivo indicado asimismo por el Sr. Cardenal y por los demás intervinientes: el Gran Canciller de la UPSA y su Rector Magnífico.

Yo he vuelto muy contento y esperanzado. Mis alumnos, que son pocos, pero son los que tengo, también.

Y eso, para mí, y creo que para la Diócesis, es ya mucho.

Así  que no me cabe más que dar las gracias a tantas personas por sus esfuerzos. Que sí merecen la pena.

 

Guillermo Juan Morado.