Bernardo Pérez: a las barricadas

 

Pido perdón de antemano porque me da que este es un post de los que algunos volverán a sacar la cantinela de cura prepotente y chulo. Puede ser, pero es que cuando uno lee ciertas cosas acaba diciendo eso de que “pa chulo, yo”.

No tenía el gusto de conocer a Bernardo Pérez y me da que no me estaba perdiendo nada. Esta mañana leo algo suyo en Religión Digital –dónde si no- y es que solo con los titulares ya se te quedan los ojos a cuadros. Pero lees el primer párrafo del artículo –artículo, que me he levantado generoso- y lo primero que sientes son ganas de vomitar: “Dos años con Francisco como obispo de Roma y ya nos parece que todo lo anterior fue un sueño, una pesadilla larga y profunda de la que no podíamos despertar”.

Ya lo ven. Una pesadilla. El pontificado de san Juan Pablo II, nada menos que una pesadilla para este señor. Y otro tanto el de Benedicto XVI. ¿Razones? Pues los tópicos de siempre que llevan apareciendo en la Iglesia desde Constantino con la inexplicable excepción de Juan XXIII. Sí hombre, si es facilito: autoridad déspota, carrerismo de los clérigos, Iglesia enfrentada al mundo, lejos de lo que predicaba el “nazareno” (jamás Cristo). Tras los tópicos del pasado, los actuales: el olor a oveja, las periferias y estar con los que sufren.

Argumentos que se pueden aplicar igual a Julio II, Gregorio XVI o Pio XII. Es siempre lo mismo: la Iglesia que estaba con los ricos y ahora con los pobres y que huele a oveja como nunca. Y con esto, en aras de una impactante humildad, aquí Bernardo Pérez se permite calificar a todo lo anterior a Francisco como pesadilla larga y profunda. Eso sí, el chulo yo.

Pues no. Hay que estar sobrado de uno mismo para despachar veintitantos años de historia de la Iglesia con esa frasecita de marras. Pero ya se sabe que un teólogo progre no necesita argumentar: su sola palabra tiene categoría de palabra revelada y exacta por obra de sus propias narices.

La conclusión a que llega el señor Pérez, que ya no sé si es conclusión o si iba de premisa, es que “los cristianos estamos legitimados, con Francisco, a tomar las riendas de nuestras iglesias”. Para empezar noten el lenguaje: cristianos, que no católicos. Matices, ya se sabe. A mí esto de las riendas me suena a golpe de estado, qué quieren que les diga. Ni obispos, ni ministerio apostólico ni gaitas. Es el momento de gritar eso tan moderno de “a las barricadas”. Ya se sabe que la gente progresista y de izquierda sufre de cuando en cuando ataques de legitimación popular merced a los cuales, sin necesidad de leyes, democracia, opiniones o contraste de pareceres, uno se lanza a hacer exactamente lo que le apetece y conviene en aras de un desconocido sentimiento popular que solo algunos están capacitados para sentir, desarrollar e imponer como fruto profético del mismísimo Espíritu Santo.

Pues ahí lo tienen: otro amigo y defensor de Francisco. Hace unos días les hablaba de los supuestos enemigos de Francisco. Aquí tienen a otro. A ver si vamos aprendiendo de dónde llegan los peores disparos.