Taller de liturgia y trascendencia

 

Sé que mi gran amigo, el agustino José María Torrijos, se va a tronchar de risa al ver este título que nos retrotrae a los años noventa.

Servidor entonces era un joven profesor de religión en el colegio Valdeluz. Además de las labores estrictamente docentes, también me tocaba la responsabilidad de coordinar e impulsar el trabajo pastoral y uno intentaba hacer lo que buenamente podía y como podía. Empezaban los momentos complicadillos, aunque en honor a la verdad nunca tuve que enfrentarme al más mínimo problema por parte de los padres.

No obstante, en la comunidad hablábamos de estas cosas y de la preocupación por si alguna familia ponía dificultades al hecho de que alguna de las horas complementarias se dedicara a un trabajo pastoral directo con los chicos. Era el momento en que se habían puesto de moda los talleres para todo, hasta el punto de que cualquier memo o poco ilustrado ante la palabra taller directamente agachaba la cabeza y aceptaba todo lo que pudiera venir con la misma receptividad que un sacerdote -de los de antes- acogía una sugerencia de su obispo.

¿Problemas con el trabajo pastoral entre los chicos? ¿Y quién ha dicho que estemos utilizando alguna hora complementaria para catequesis o similar? Nada hombre, nada de nada. En caso de cualquier mínima dificultad basta con cambiar la terminología y poner en el horario que lo que tenemos es un “Taller de liturgia y trascendencia". Creo que el P. Torrijos aún se sigue riendo.

Me pasó también en una ocasión en que decidí llevar a mis alumnos a la capilla y celebrar la misa con ellos. Ya saben: cuidado, porque claro, una cosa es la clase de religión y otra la misa, y a ver si alguna familia… Mi respuesta fue rápida: ¿y quién ha llevado a los chicos a misa? Yo simplemente los he llevado al laboratorio de liturgia. Naturalmente. ¿Qué es mejor, la explicación teórica de una reacción química o que lo puedan experimentar en el laboratorio? Igual con la misa. ¿Qué es mejor, explicar la teoría o que lo vean en directo? Pues eso…

Somos demasiado timoratos y cualquier cosa nos quita el sueño. Que si la misa, que si el crucifijo, que si qué van a decir, que a lo mejor… Nada. Taller de liturgia y trascendencia y laboratorio litúrgico. Anda que no nos queda por aprender.