¿Misa de mesa camilla en San Antón?

Dice un amigo mío que solo faltan las mecedoras y el tapete de ganchillo. Un gato también acompañaría mucho, creo yo. Pero no me negarán que a cosa tiene su maldita gracia.

Uno llega a comprender que en caso de emergencia, ausencia de altar o de ornamentos, haya que celebrar con lo que uno tenga buenamente a mano, y ejemplos de esos los conocemos todos, aunque como digo, siempre en casos de emergencia, que no parece ser la cosa.

El arzobispado de Madrid ha cedido la tradicional y céntrica iglesia de San Antón a “Mensajeros de la paz”, cosa que en principio me parece muy loable. Madrid tiene más iglesias que fieles en el centro y es muy buena solución que las iglesias que no sean parroquia se cedan a instituciones y organismos de la Iglesia. Así se hizo con la antigua parroquia de San Martín, hoy en manos de la adoración nocturna femenina y convertida en templo eucarístico.

Lo que llama poderosamente la atención es la foto de lo que tiene toda la pinta de ser una concelebración de unos cuantos sacerdotes y que preside el P. Ángel. Digo que tiene toda la pinta basándome en que se percibe con toda claridad un cáliz, hay sacerdotes alrededor y uno, con estola sobre su ropa seglar, parece que está rezando algo por la posición de las manos.

Pues qué quieren que les diga. Un hermosísimo templo, un altar de categoría, dotado, estoy seguro de ornamentos suficientes como ya vimos en otras fotos, y resulta que deciden que es mucho más guay, evangélico, evangelizador, comprometido, insertado en la realidad y santificador celebrar misa sentados en la mesa camilla, sin ornamentos ni velas ni nada que prescriban las rúbricas.

Quizá es que hay gente que a estas alturas de la película sigue pensando que lo de estar con los pobres exige impepinablemente cargarse la liturgia como si los pobres, por ser pobres, no tuvieran derecho a una misa como Dios manda, y nunca mejor dicho.

De pobres, mucho más que estos señores, pero que mucho más, saben las Misioneras de la Caridad o las Hermanas de la Cruz, las de Sor Ángela, y ya ven, jamás tuvieron necesidad de celebrar misa en una mesa camilla. Más aún, si quieren ver una casa austera y pobre vayan a cualquier convento de las Hermanas de la Cruz. Eso sí, al llegar a la capilla se sorprenderán: “aquí está el Señor, aquí se acabó la pobreza”. ¡Qué altares, qué manteles, qué floreros, qué liturgia tan cuidada y tan fiel a la Iglesia!

Me sé la respuesta: “a ver si te crees que Jesucristo necesitaba iglesias”. Pues perfecto, ustedes tampoco. Pueden montar una mesa en mitad de la acera en la calle Hortaleza y punto. Pero lo que es una memez es que teniendo templo, altar, ornamentos y todo lo necesario, aún sigamos creyendo que estar con los pobres es cambiar el altar por una mesa camilla. Y digo memez por no decir una irreverencia y una falta de obediencia a la santa madre iglesia, que ya lo he dicho.

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POST DATA:

Mis disculpas al P. Ángel y a Mensajeros de la paz por este post que ha salido especialmente desafortunado. Sé, Ángel, que las aceptas. Me consta y eso te honra. Un fuerte abrazo.