Ensañándose con los cristianos

¿Quién está tras la masacre de Kenia?

 

Kenia sigue llorando a los 148 jóvenes muertos en el ataque terrorista en la universidad de Garissa, mientras su aviación bombardea las bases del grupo yihadista Al Shabab, responsable de la matanza, en una zona fronteriza con Kenia al sur de Somalia. El presidente keniano, Uhuru Kenyatta, declaró el domingo tres días de luto nacional y pidió a los ciudadanos que permanezcan unidos. En un discurso televisado el presidente keniano condenó el ataque, que calificó de bárbaro, y prometió hacer todo lo posible para defender a los kenianos.

12/04/15 1:22 PM


(Más Libres/Antonio Velázquez) Kenyatta aseguró que las fuerzas de seguridad están haciendo todo lo que está en sus manos para capturar al cerebro del ataque, Mohamed Kuno, que el Gobierno keniano ha identificado como el líder de Al Shabab en la región somalí de Juba, fronteriza con las zonas más afectadas por los ataques del grupo islamista. Nairobi ofrece cerca de 50.000 euros de recompensa para quien facilite cualquier información que sirva para arrestarlo. Kuno se encuentra en paradero desconocido desde diciembre pasado.

Al-Shabab ha llevado a cabo numerosos ataques en Kenia. El del jueves en la Universidad de Garissa es el peor desde el atentado contra la embajada de Estados Unidos en Nairobi en 1998, en el que murieron 213 personas. En 2013, un ataque terrorista contra el centro comercial Westgate de Nairobi dejó 68 muertos.

En Westgate, y en otros ataques similares, los yihadistas perdonaron la vida a los musulmanes, mientras que mataron a los que no podían recitar versos del Corán. El relato de los supervivientes de la universidad de Garissa indica que el modus operandi fue el mismo: separar por religión a los rehenes, y a los de credo cristiano, acribillarlos en el acto. Según narran, se dio el caso de algunos estudiantes que trataron de hacerse pasar por musulmanes para salvar la vida, pero no lo lograron al no conocer los versículos del Corán que les exigían los terroristas.

El pasado 2 de diciembre, al-Shabab reivindicó el asesinato de 36 cristianos que trabajaban para una empresa minera, decapitando a cuatro de ellos. También se atribuyen a al Shabab ataques con armas automáticas y granadas en las zonas fronterizas, donde viven muchos kenianos de etnia somalí, y en Nairobi.

Kenya tiene tropas destacadas en territorio somalí, donde combaten a las milicias de Al-Shabab junto a las fuerzas de la Unión Africana. En represalia por esta alianza, los terroristas han matado a más de 400 personas en Kenia desde abril de 2013.

Al-Shabab ha establecido también una red de reclutamiento en Kenia, especialmente alrededor de la ciudad portuaria de Mombasa, que tiene una gran población musulmana. Kenia tiene dificultades para detener el flujo de yihadistas y armas de al-Shabab a través de la extensa y permeable frontera de 700 kilómetros que comparte con Somalia. Esto ha permitido que, en el último año, se hayan incrementado los ataques contra ciudades fronterizas, como Mandera o la propia Garissa.

La milicia islamista al-Shabab tiene su zona de operaciones en Somalia, contra cuyo gobierno, apoyado por la ONU, mantiene una guerra desde hace años. A pesar de haber sido expulsados de la mayoría de las ciudades que han llegado a controlar, al-Shabab, aliado de al Qaeda, sigue siendo una gran amenaza en la región, con sangrientos ataques dentro y fuera de Somalia, como el del jueves en Kenia.

Al-Shabab significa La Juventud en árabe. Surgió como el ala radical juvenil de la ahora extinta Unión de Tribunales Islámicos de Somalia, que controlaba Mogadiscio en 2006, antes de ser expulsados ​​por las fuerzas etíopes. El grupo yihadista aboga por instaurar un estado de corte wahabí en Somalia, inspirado en Arabia Saudí, mientras que la mayoría de los somalíes son sufíes. El wahabismo es una corriente dentro del sunnismo partidaria de la expansión del Islam y de aplicar una sharía estricta, que incluye lapidaciones hasta la muerte de las mujeres acusadas de adulterio, de amputar las manos de los ladrones, y otro tipo de bárbaros castigos.

Somalia no ha tenido un Gobierno nacional efectivo desde hace más de 20 años, durante los cuales, gran parte del país ha sido una zona de guerra. Al-Shabab comenzó su andadura garantizando la seguridad de las personas en medio del caos y la guerra. Pero su credibilidad se fue a pique cuando rechazó la ayuda alimentaria occidental para combatir la sequía de 2011 y la hambruna.

Se sabe que numerosos yihadistas extranjeros, tanto de los países vecinos como de EEUU y Europa, van a Somalia a combatir en sus filas. Está en la lista negra de grupos terroristas internacionales y se cree que tiene entre 7.000 y 9.000 combatientes.

A pesar de que ha perdido el control de la mayoría de pueblos y ciudades, todavía domina en muchas zonas rurales. Al-Shabab fue expulsada de la capital somalí, Mogadiscio, en agosto de 2011 y del importante puerto de Kismayo, en septiembre de 2012. La pérdida de Kismayo afectó a las finanzas de al-Shabab, pues una de sus fuentes de financiación era el lucrativo comercio del carbón de la ciudad.

Aunque las fuerzas de la Unión Africana (UA) están tratando de asfixiar a al-Shabab cada vez más, el grupo sigue siendo capaz de llevar a cabo ataques suicidas en Mogadiscio y en otras partes.

En un vídeo publicado en febrero de 2012, el ex líder de Al-Shabab, Ahmed Abdi Godane, prometió obediencia al jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri. Los dos grupos trabajan juntos desde entonces. Algunos informes apuntan a vínculos entre al-Shabab y Boko Haram en Nigeria, y la filial de al-Qaeda en el Magreb Islámico, en el desierto del Sahara.