El obispo de Huesca, Mons. Julián Ruiz Martorell, comenzó el pasado mes de enero su Visita Pastoral por las 10 parroquias del Arciprestazgo de Huesca-Ciudad, que finalizó el pasado domingo, 19 de abril. Esta es la primera vez que el Obispo lleva a cabo una Visita pastoral por este arciprestazgo por lo que, con el fin de conocer cómo se ha desarrollado, Pueblo de Dios lo ha entrevistado.

¿Cuál es el balance que realiza?

Se trata de un balance todavía provisional, puesto que hace pocos días que hemos celebrado la Eucaristía de clausura de la Visita pastoral a la Parroquia de la Encarnación. El primer elemento que hay que considerar es la acción de gracias al Señor. Él me ha concedido la oportunidad de visitar las diez parroquias del Arciprestazgo de Huesca-Ciudad. Él me ha permitido compartir jornadas de convivencia, encuentros de oración, momentos de reflexión. Él me ha abierto los corazones de muchos cristianos. También debo expresar mi personal agradecimiento a todas las personas que han preparado la visita por su dedicación, sacrificio y disponibilidad. Son muchas las personas (sacerdotes, consagrados y consagradas, seglares) que, desde su condición y edad (ancianos, adultos, jóvenes, adolescentes, niños), han entregado su tiempo para intercambiar experiencias y testimonios. He repetido con frecuencia tres palabras que resumen la visita: gracias, felicidades y ánimo. Gracias por el trabajo y la entrega; felicidades porque seguir a Jesucristo es la mejor opción, y ánimo, porque las circunstancias no son fáciles.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de estas visitas? ¿Cómo han respondido los grupos de las diferentes parroquias?

Lo que más me ha llamado la atención es la entrega silenciosa de quienes, desde cualquier tarea y responsabilidad, se toman en serio su condición de cristianos y colaboran con enorme generosidad en las parroquias.

También he conocido más de cerca a las comunidades religiosas que trabajan entre nosotros y que se sienten y son una porción muy querida de nuestra Diócesis. El testimonio de la vida consagrada, especialmente en este año, nos permite expresar nuestro agradecimiento por los carismas que el Señor ha suscitado y que Él acompaña con su fuerza.

En las parroquias hay muchos grupos: los catequistas, los equipos de liturgia, los consejos de pastoral, los consejos de economía, los grupos de limpieza, los que trabajan en Cáritas, los visitadores de enfermos, los que se reúnen para leer y estudiar la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, los que acompañan a niños y adolescentes en los clubes de tiempo libre, grupos de oración, etc. Hay movimientos, asociaciones, cofradías, hermandades, colegios, guarderías, hospitales que son signo de una gran vitalidad. Hay muchos nombres que quedan en el corazón.

En este proceso de evaluación e intercambio de experiencias imagino que también ha podido aprender mucho de la realidad pastoral y parroquial de Huesca-Ciudad. 

Siempre es más estimulante el conocimiento directo. La realidad pastoral es diferente en cada parroquia, según el número de habitantes la edad media de la población, los recursos humanos, la historia peculiar, su inserción en el barrio.

De las personas he aprendido muchas lecciones de entrega, de sacrificio, de generosidad, de amor a Cristo y a la Iglesia, de dedicación constante, de testimonio fiel e incansable, de vivencia apasionada del presente, de apertura al futuro con esperanza.

Ahora puedo decir que conozco este arciprestazgo más a fondo, con sus valores y posibilidades, con sus límites y expectativas.

¿Prevé planificar nuevas Visitas Pastorales a otros arciprestazgos o repetir en un futuro la realizada en Huesca?

Puesto que comparto servicio episcopal en dos diócesis, ahora hay que programar la visita del Arciprestazgo de Jaca-Berdún, comenzando por las tres parroquias de la localidad de Jaca y siguiendo con los pueblos limítrofes. Es preciso buscar las fechas más adecuadas y preparar los horarios con la distribución de encuentros. Posteriormente visitaré, Dios mediante, los arciprestazgos rurales de la Diócesis de Huesca y, finalmente, las parroquias de los demás arciprestazgos de la Diócesis de Jaca. Se trata de un proceso desarrollado a lo largo de varios cursos. El Código de Derecho Canónico establece: “El Obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera” (can. 396 §1). No es simplemente una obligación externa, sino un acontecimiento de gracia, una ocasión favorable de oración y convivencia, una oportunidad para conocer, valorar y agradecer.

(Diócesis de Huesca)