Mons. Doeme, un obispo de los de verdad

De entre las muchos testimonios impactantes del reciente congreso sobre cristianos perseguidos celebrado en Madrid, hubo uno que dejó boquiabiertos a los participantes. Mons. Oliver Dashe Doeme, obispo de Maiduguri (Nigeria) nos contó una visión que tuvo en un sueño. En la misma, un hombre con una espada se le acercó. El obispo sintió miedo porque pensaba que le iba a atacar, e incluso decapitar, con el arma, pero el hombre se le acercó y le puso la espada en sus manos. En ese momento, la espada se convirtió en un rosario. Y el obispo entendió que era la oración, especialmente la del Rosario, el arma para combatir a Boko Haram y a cualquier demonio que busque aniquilar la fe.

Mons. Doeme, dicho sea de paso, no niega que haya que hacer uso de la fuerza para acabar con el grupo terrorista islámico. Tanto él como el otro obispo nigeriano que participó en el congreso, explicaron que no se puede pretender que el ejército de su país proteja a los cristianos cuando es incapaz de protegerse a sí mismo. Es por eso que pidieron la intervención de la comunidad internacional que, de hecho, se está dando. Pero no por parte de Occidente, sino por parte de Sudáfrica y Rusia, que ya ha conseguido hacer retroceder a los islamistas en algunas zonas del país.

Pero evidentemente los cristianos nigerianos no tienen capacidad militar de oponerse a quienes buscan su aniquilación. “Sólo” cuentan con la oración y con la fidelidad a Cristo. Nos decía Mons. Doeme que exhortaba a sus fieles a no dejarse robar la fe. Escribo de memoria pero dijo algo muy parecido a esto: “Os pueden quitar las casas, os pueden hacer huir a las montañas o a los bosques, pero no os pueden robar la fe. Y si tenéis la fe, lo tenéis todo“.

Precisamente esa fidelidad es una formidable fortaleza contra la que Boko Haram, y el resto de grupos fundamentalista islámicos, no puede hacer absolutamente nada. La sangre de los mártires es semilla de cristianismo auténtico. No hay ejército humano en este mundo que pueda derrotar a la gracia eficaz de Dios obrando en sus elegidos.

Y es por ello muy importante que resulta fundamental entender el mensaje que el obispo de Maiduguri nos lanzó a los allí presentes: “Vuestro Boko Haram, vuestros demonios son el aborto, el gaymonio, la secularización. Debéis combatir contra ellos también por medio de la oración“.

Él no lo dijo pero lo digo yo. Son igualmente demonios las herejías, la secularización interna de la Iglesia o el intento de pisotear la misericordia de Dios convirtiéndola en un salvoconducto para vivir en pecado público, en un indulto aberrante para comulgar en pecado mortal. De hecho, creo que es más peligroso para la fe las hordas de pastores mundanos que quieren quebrar la fe de la Iglesia en este tiempo, que todos los Boko Haram e Isis que puedan existir. Pero si nuestros hermanos en la fe en África y Oriente Medio son capaces, por la gracia de Dios, de ser fieles a Cristo a costa de su propia vida, ¿vamos a permitir que Satanás haga trizas la Iglesia por la falta de fidelidad nuestra a las palabras de Cristo y a los mandamientos más elementales? ¿y vamos a disfrazar esa infidelidad bajo un discurso de falsa piedad que niega la eficacia de la gracia de Dios para convertir a sus hijos en fieles y santos? No tendríamos perdón de Dios si tal cosa ocurriera.

Al terror se le combate con la oración. Al error, también. Es necesario más que nunca predicar la verdad, tanto oralmente como por escrito. Pero sobre todo, debemos implorar de Dios por medio de la oración que salve a su Iglesia de quienes quieren convertirla en una ramera que fornica con los valores de un mundo que vive sometido todavía al imperio de Satanás. Y eso, estimados hermanos, lo podemos hacer todos. Que la oración sea nuestra principal arma. Que la Virgen María interceda para que dicha oración sea poderosa. Que ella obtenga de su Hijo para nosotros el vino nuevo de Caná, que no es otro que la fidelidad y la firmeza en nuestra fe.

Santidad o muerte.

 

Luis Fernando Pérez Bustamante