El Papa Francisco recibió en la mañana del jueves 7 de mayo en audiencia a los miembros del Comité Conjunto de la Conferencia de las Iglesias Europeas (CEC) cuyo objetivo es facilitar el ecumenismo en el continente donde nacieron muchas de las divisiones y luchas entre los cristianos. La situación actual es muy diferente; gracias al movimiento ecuménico las comunidades eclesiales han dado grandes pasos en el camino de la reconciliación y la paz, como demuestran las recientes Asambleas Ecuménicas Europeas y la Carta Ecuménica redactada en Estrasburgo en 2001 que marcan hitos en la colaboración entre la Conferencia de Iglesias Europeas y el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa y hacen esperar en el logro de la comunión plena y visible entre todos los creyentes en Cristo.

El Santo Padre que observó que el camino ecuménico, incluso con todas sus dificultades, es ya parte integrante del proceso de reconciliación y comunión, recordó que el decreto conciliar ”Unitatis Redintegratio” afirma que la división entre los cristianos “daña la causa santísima de predicar el evangelio a toda criatura”. ”Esto es evidente -comentó- cuando, por ejemplo, las Iglesias y comunidades eclesiales de Europa tienen diferentes puntos de vista sobre importantes cuestiones antropológicas o éticas. Por lo tanto, espero que no falten y que sean fructuosas las ocasiones de reflexión conjunta a la luz de la Sagrada Escritura y de la tradición compartida ? y que podamos encontrar respuestas comunes a las preguntas que la sociedad contemporánea plantea a los cristianos. Cuanto más cerca estemos de Cristo, más unidos estaremos entre nosotros”.

”Hoy las Iglesias y las comunidades eclesiales de Europa se enfrentan a retos nuevos y decisivos, a los que puedan responder eficazmente solamente hablando con una única voz -señaló el Pontífice- Pienso, por ejemplo,en el desafío que plantean las legislaciones que, en nombre de un principio de tolerancia mal interpretado, acaban impidiendo a los ciudadanos que expresen con libertad y practiquen pacíficamente sus creencias religiosas. Además, frente a la actitud con que Europa parece abordar la migración dramática y a menudo trágica de miles de personas que huyen de guerras, persecuciones y miseria , las Iglesias y comunidades eclesiales de Europa tienen el deber de colaborar para promover la solidaridad y la acogida. Los cristianos de Europa -concluyó- están llamados a interceder con la oración y a trabajar activamente para llevar paz y solidaridad a los conflictos en curso”.