La dignidad humana, la ecología Humana y la
cuestión ambiental son los temas afrontado en esta entrevista
al padre Joseph Tham, LC, decano de la Facultad de Bioética
del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma.
¿Cuáles son algunos de los desafíos a la
dignidad humana que provienen de ciertos movimientos
ecologistas?
-- Padre Tham: Paradójicamente, algunos grupos
ecologistas que abogan contra la crueldad animal apoyarían la
destrucción de vidas humanas, especialmente en sus primeras
etapas. Una de las causas de esta visión es el materialismo
científico que reduce al ser humano al nivel de las cosas. Una
concepción materialista y mecanicista del hombre y la
naturaleza postula un universo donde no puede haber
diferencias entre los seres humanos y los animales. Tampoco
hay lugar para el alma humana. Esta línea de pensamiento se
encuentra en las teorías de la evolución de Darwin y sus
seguidores, que sugieren que no somos sustancialmente
superiores a los animales, pues los comportamientos humanos
son simplemente variaciones más complejas que evolucionaron de
culturas animales primitivas. Richard Dawkins, un discípulo
moderno de esta teoría, explica la evolución de la moral en el
libro El gen egoísta (The Selfish Gene). Los
comportamientos son interpretados en términos de
estímulo-respuesta de los apetitos y aversiones propios del
ser humano.
Otra concepción materialista del hombre que
plantea un desafío a la dignidad humana es el transhumanismo.
En lugar de la evolución al azar, los transhumanistas proponen
la evolución auto-dirigida de los seres humanos mediante la
superación de nuestras limitaciones actuales con la tecnología
moderna. Ellos sostienen que podemos rediseñar la raza humana
a través de la inteligencia artificial, la cibernética, la
nanotecnología, la criopreservación, la medicina regenerativa,
la terapia con células madre, la clonación, la creación de
híbridos y quimeras y otras tecnologías similares. Este
planteamiento considera la naturaleza humana como fluctuante y
cambiante en lugar de estable y universal. De hecho, la
tecnología se convierte en una herramienta para manipular
nuestra naturaleza humana, pero con el gran riesgo de perder
nuestra humanidad en el proceso.
Además de los derechos humanos,
¿deberíamos estar hablando más sobre los derechos de los
animales y el medio ambiente?
-- Padre Tham: En la tradición judeo-cristiana, los humanos
son seres especiales por encima de todas las criaturas, ya que
son creados a imagen y semejanza de Dios. Los críticos
consideran estas ideas demasiado antropocéntricas y desean
ampliar este estatus especial a todos los animales, las
plantas y la naturaleza como portadores de dignidad y
derechos. El bioeticista Peter Singer es quizás el más claro
en este sentido, y considera que la idea de que los seres
humanos sean superiores a cualquier otra especie no humana es
una forma de discriminación. Los humanos en realidad no son
diferentes a los animales, sólo una especie más de los grandes
simios. Y si los seres humanos no son especiales, entonces no
tienen ninguna dignidad especial.
¿Deberíamos ser optimistas o pesimistas
sobre nuestro futuro ecológico?
-- Padre Tham: El que los seres humanos tengan o no una
dignidad especial puede tener grandes implicaciones en la
cuestión ecológica. Como hemos visto, las visiones seculares
que descartan la dignidad humana tienden a fluctuar entre el
optimismo y el pesimismo con respecto a nuestro futuro
ecológico. Los optimistas son excesivamente presuntuosos al
concebir una perspectiva utópica donde la tecnología podría
transformar a la humanidad y a su medio ambiente. Esto lo
vemos en la propuesta transhumanista, pero esta visión
optimista la encontramos también entre pensadores cristianos
como Teilhard de Chardin (1881-1955), cuya filosofía está
fuertemente influenciada por el idealismo de Hegel.
Los pesimistas, por el contrario, a menudo se
alarman por los peligros que la humanidad representa para su
ambiente por su codicia e irresponsabilidad. Los ecologistas
extremos acusan a los seres humanos de explotación y abuso al
medio ambiente, provocando contaminación, deforestación,
cambios climáticos, extinciones de especies animales,
superpoblación, etc. Como resultado, la Tierra está
superpoblada y no hay recursos suficientes para el desarrollo
sostenido, con consecuencias desastrosas. En este paradigma,
Alan Gregg afirma: “El mundo tiene cáncer y el cáncer es el
hombre.”
Una vez más, tanto el optimista como el pesimista pierden
objetividad debido a sus prejuicios materialistas. Al negar la
finalidad en la creación y nuestra capacidad espiritual, las
predicciones de un “bienestar tecnológico” o distopía
desesperada son deficientes. En este sentido, la respuesta
cristiana ofrece una alternativa sorprendente al dilema
moderno.
¿Qué papel deben jugar los cristianos en
la cuestión del medio ambiente?
-- Padre Tham: Es lamentable que algunas escuelas
ambientalistas consideran el cristianismo como un enemigo en
lugar de un aliado. La caricatura que hace del cristianismo un
antropocentrismo egoísta es inadecuada. Una lectura cuidadosa
del libro del Génesis, y los últimos pronunciamientos del
Magisterio revelan un panorama muy diferente. Aunque la
cuestión del medio ambiente ya fue una preocupación en el
Concilio Vaticano II y el pontificado de Pablo VI, fue Juan
Pablo II quien desarrolló y popularizó el lenguaje de la
“ecología humana,” que entró en los escritos magisteriales en
los pontificados posteriores.
El lenguaje de la ecología humana es un intento de recuperar
el sentido de las acciones humanas dignas en favor de su medio
ambiente. La teología cristiana hace hincapié en la relación
armoniosa entre los seres humanos, la naturaleza y Dios. Dios
Creador ha dado a la humanidad el don de la naturaleza, algo
que se tiene que cuidar y cultivar. La relación entre el
hombre y su medio ambiente no debe ser de poder de dominación,
sino que debe estar modelada por la armonía y la
responsabilidad. Incluso el filósofo no creyente, Jürgen
Habermas, observa que nuestra condición común como criaturas
es la base de nuestra igualdad radical. Él está preocupado por
las prácticas de la eugenesia liberal que pueden socavar esta
igualdad y al fundamento de la democracia occidental.
¿Qué está haciendo como Facultad de Bioética para
abordar la cuestión del medio ambiente?
-- Padre Tham: El 14º Curso Internacional de Verano en
Bioética se titula “Bioética, Medio Ambiente y Ecología
Humana” y se llevará a cabo del 30 de junio al 10 de julio de
2015 en nuestra universidad Regina Apostolorum en
Roma. Nuestra Facultad de Bioética espera colaborar con varias
organizaciones internacionales y dar la bienvenida a
estudiantes, jóvenes y adultos, de todas partes del mundo.
Como es típico de nuestra facultad, vamos a abordar la
cuestión compleja del medio ambiente con una metodología
interdisciplinaria. Este enfoque interdisciplinario nos
permitirá dar sentido a las preocupaciones que dominan los
titulares de los medios, como la contaminación, la gestión de
recursos, la cuestión energética, el cambio climático, la
biodiversidad, la biotecnología ambiental y el cuidado de los
animales. Como hemos aprendido de nuestros 13 cursos de verano
anteriores, es esencial integrar conocimientos científicos de
vanguardia con la sabiduría perenne de unas sanas filosofía y
teología.
¿A quiénes va dirigido este curso?
-- Padre Tham: El curso de verano está dirigido a una amplia
gama de personas que influyen en la formación de la sociedad
en estos temas tan importantes. Por tanto, invitamos a los
médicos, trabajadores de la salud, personas relacionadas con
la biotecnología, profesores de ciencias, sacerdotes y
religiosos, juristas y todos aquellos interesados en los
debates culturales a unirse a nosotros para un periodo
estimulante de estudio y enriquecimiento mutuo.
¿El curso es sólo para italianos?
-- Padre Tham: No. El curso se ofrecerá en
italiano e inglés con traducción simultánea al italiano,
inglés y español. Consideramos esta experiencia internacional
especialmente enriquecedora. Los interesados en participar
pueden encontrar más información en nuestro sitio oficial:
http://www.uprait.org/index.php?option=com_eventlist&view=details&id=368&lang=es&Itemid=0
y pueden enviar preguntas específicas a info.bioetica@upra.org.
¿Hay una relación entre la espiritualidad y la
cuestión del medio ambiente?
-- Padre Tham: Los exégetas bíblicos
concuerdan en que en el primer capítulo del Génesis el relato
de la creación es litúrgico, con el hombre colocado en el
centro de la creación como un sacerdote. Por lo tanto, su
deber sacerdotal consiste en el culto litúrgico a Dios a
través del templo de la naturaleza. Sobre este aspecto de la
santificación del templo cósmico del mundo, se hace hincapié
en la espiritualidad ortodoxa. El cristianismo occidental se
ha centrado en la parte del Génesis, donde el hombre se
considera la corona de la creación y donde se le confía la
tarea de dar nombre a las cosas creadas, gobernándolas y
cultivándolas de manera responsable. Es a la vez una misión de
realeza y una misión de ser guardianes de las propiedades del
Amo mientras él está ausente. Los movimientos monásticos y la
espiritualidad franciscana han adoptado este espíritu de
convivencia armónica y la mayordomía de la naturaleza.
Recientemente, las tradiciones reformadas han subrayado la
dimensión profética de anunciar la necesidad de una
solidaridad radical y de justicia en el cuidado del medio
ambiente.
¿Somos culpables de arruinar la belleza y el
esplendor del entorno natural?
-- Padre Tham: Si bien es cierto que los
seres humanos somos en parte responsables de muchas heridas
infligidas al medio ambiente, también es cierto que podemos
ser la solución a estos problemas una vez que exista la
conversión del corazón. Este cambio implica reconocer que la
ecología es ante todo una cuestión ética y que la humanidad no
puede ser dominada por el utilitarismo, el consumismo o las
soluciones tecnológicas. Mientras que el daño al medio
ambiente proviene de nuestras acciones, es sólo a través del
crecimiento en la virtud y la fuerza moral que podemos reparar
este daño.