¡Cuidado con ciertas ovejas!

 

Hay personas que, por atacar al papado, lo hacen ahora con la persona del Papa Francisco. Y, para eso, aprovechan cualquier ocasión para meterle el dedo en el ojo: que si dice esto o lo otro, que si hace lo de más allá, que si bien, que si mal…

En fin.

El caso es que, no con ánimo de molestar nada de nada al Santo Padre (para eso ya hay otros que lo hacen con gusto y, creen, con acierto) hay algo que debería tenerse en cuenta… por si acaso.

Muy al principio de su pontificado (en concreto en la Santa Misa Crismal del 28 de marzo de 2013), dijo esto:

“Sed pastores con ‘olor a oveja’, que eso se note–; en vez de ser pastores en medio al propio rebaño, y pescadores de hombres.”

No podemos negar que la idea está muy traída al calor de lo que significa, para un discípulo de Cristo, ser oveja del Buen Pastor que es el Hijo de Dios. Nada mejor, por tanto, que quien pastorea a la grey de Dios, el sacerdote, huela a oveja por estar cerca de ella.

Por eso, un poco después dijo el Papa esto otro:

“Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción – y no la función – y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús.”

No queremos negar, porque sería sostener una falsedad, que el Papa Francisco tenga mala intención con eso. Al contrario ha de ser la verdad, es, porque quiere que el sacerdote no se aleje, espiritualmente, de su parroquia o, mejor, de sus parroquianos que deben tener en el presbítero a un hermano en la fe que, además, los conduce hacia el definitivo Reino de Dios.

Pero, como suele ser habitual, todo, todo, tiene un lado algo escabroso o, simplemente, a tener en cuenta. Y esto lo decimos porque, en cuanto a las ovejas, puede pasar esto que aquí ponemos a modo de ejemplo (de ejemplo):

Hay ovejas que apestan… (Teólogos despistados que siembran cizaña en el corazón de los sencillos en la fe…)

Hay ovejas que son, en realidad, lobos disfrazados…

Hay ovejas que hace tiempo no comen algo de doctrina católica…

Hay ovejas que miran para otro lado cuando el pastor las llama…

Hay ovejas que se alejan del redil porque están cansadas de tanto borrego…

Hay ovejas que les gustaría ser cabras y, claro, tiran para el monte espiritual…

Hay ovejas que miran al pastor como enemigo porque les gustaría otro tipo de pastor más “abierto” al mundo (y ya sabemos qué quiere decir eso)…

Hay ovejas…

En fin, no se puede decir que no hayamos traído ejemplos de lo que puede pasar cuando un pastor se acerca a una oveja y la misma no es, exactamente, una oveja mansa y humilde.

Y no es que queramos enmendar al Papa en lo que ha dicho sino, más que nada, plantear que no siempre las ovejas se dejan pastorear porque, en muchas ocasiones, preferirían echar al pastor fuera del redil y dejarse llevar por algún lobo espiritual que, como es de imaginar, tendría unas intenciones no precisamente santas.

Está bien eso de oler a oveja pero tampoco está mal poner los cinco sentidos en ver a qué tipo de oveja se dirige el pastor que, seguramente, ha de hacer todo lo posible para que alguna de las ovejas arriba citadas vuelva al redil pero que debe andar con pies de plomo no vaya a ser que le muerdan la mano que le esté tendiendo. Y es que si el refrán dice “oveja que bala pierde bocado” no es menos verdad que hay ovejas que no paran de dar bocados y no, precisamente, para mantenerse físicamente sino para hacer daño, espiritualmente, al rebaño.

Y si quieren ustedes, ponemos ejemplos…

 

Eleuterio Fernández Guzmán