Recibió a deportistas de la Federación Italiana de Tenis

El Papa condena el dopaje en el deporte

 

El Papa recibió ayer en el Vaticano a la Federación Italiana de Tenis y les recordó a los deportistas que la victoria que se obtiene haciendo trampas y engañando a los otros es fea y estéril. «La presión por querer conseguir resultados significativos no debe empujar nunca a tomar atajos como sucede en el caso del dopaje» advirtió el Santo Padre. «¡Qué fea y estéril esa victoria que se obtiene haciendo trampas y engañando a los otros», sentenció.

9/05/15 9:15 AM


(Zenit) «El deporte es un camino educativo”. Así lo ha recordado el santo padre Francisco en su discurso a los miembros de la Federación Italiana de Tenis, a quienes recibió ayer en el Aula Pablo VI.

El Papa indicó que hay tres pilares fundamentales para los niños y los jóvenes: la educación escolar y familiar, el deporte, y el trabajo. «Cuando están estos tres, escuela, deporte y trabajo, entonces existen las condiciones para desarrollar una vida plena y auténtica, evitando así esas dependencias que envenenan y arruinan la existencia».

Asimismo, Francisco aseguró que la Iglesia se interesa por el deporte porque en su corazón está el hombre, todo el hombre, y reconoció que la actividad deportiva incide sobre la formación de la persona, sobre las realizaciones, sobre la espiritualidad. A los atletas presentes les aseguró que tienen una misión que cumplir: «Poder ser, para quienes les admiran, modelos válidos para imitar». Y también a los dirigentes, entrenadores y operadores deportivos, les dijo que están llamados a dar buen testimonio de valores humanos, maestros de una práctica deportiva que sea siempre leal y limpia.

No al dopaje

Por otro lado, Francisco ha reconocido que el tenis es un deporte muy competitivo, pero «la presión por querer conseguir resultados significativos no debe empujar nunca a tomar atajos como sucede en el caso del dopaje”. Por eso, el Pontífice exclamó: "¡Qué fea y estéril esa victoria que se obtiene haciendo trampas y engañando a los otros”.

Finalmente, exhortó a cada uno de los presentes a ponerse en juego «no solo en el deporte» sino «en la vida, en la búsqueda del bien, del verdadero bien, sin miedo, con valentía y entusiasmo». Les aconsejó ponerse en juego con los otros y con Dios, dando lo mejor de uno mismo, empleando la vida por lo que de verdad vale y dura para siempre. «Hay que poner los talentos al servicio del encuentro entre las personas, de la amistad, de la inclusión», concluyó el Pontífice.