La señora Cifuentes, mi "Socio" y el aborto

 

Que yo quiero a mi “Socio” está fuera de duda. Los que lo conocen saben que es un perrillo encantador que hasta remata de cabeza y todo. Bien es verdad que poco piadoso, pero es que está sin bautizar y por más que pregunté incluso al P. Iraburu, que lo conoce personalmente, no vemos salida a ese asunto.

Dicho esto de “Socio”, y salvando todo lo salvable, no deja de ser una majadería la ocurrencia de la candidata del PP a la comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, de prohibir los sacrificios de mascotas.

Cualquiera podría pensarse que doña Cristina es una mujer tan sensibilizada con la vida, con todo tipo de vida, que ni siquiera es capaz de soportar una inyección letal en un perro con un deterioro insufrible o que sea necesario el sacrificio de mascotas cuando exista una superpoblación en perreras municipales que haga inviable su cuidado. Es pasarse un pelo, pero bueno, que haya gente capaz de estremecerse ante una vida que se trunca por muy animal que sea, está bien. Como bien está que dispongamos de una ley contra el maltrato animal, por más que en ese caso uno dude la parte más animal dónde se ubica.

Lo divertido de doña Cristina es que mientras pone ojitos de carnero degollado para hablarnos de cómo se le parte el corazón al pensar en esas mascotas que tienen que ser sacrificadas, a la vez se declara partidaria de una ley de plazos para el aborto que es tanto como decir que hasta la semana X lo que se está gestando en una mujer es una “cosa” desechable a voluntad de la parte acogedora de la nueva vida, y a partir de la semana x + 1 es una personita que tiene casi tantos derechos como el “Socio”.

A mí todo esto me parece una solemne tomadura de pelo, y cortándome un poco en la calificación. Es decir, que cuidado con los perritos, misericordia con los gatitos, amor eterno a las palomas, mimitos a iguanas y salamandras, que a nadie se le ocurra pedir una inyección para su particular “Socio” que está en situación irreversible o sacrificar a tanto animal abandonado y recogido por el ayuntamiento. Con esta ley aquí te recogen a un cachorro en la calle y hasta los quince, dieciséis o diecisiete años que se vaya de este mundo a cuerpo de rey y cueste lo que cueste. Eso sí, el aborto de seres humanos sin problemas. Con tal de que no se llegue a tantas semanas, fuera niño y no ha pasado nada. Pero hablemos de las pobres mascotas.

Doña Cristina, aquí alguien que tiene mascota le dice que esto es un cachondeo. Que yo quiero mucho al “Socio”, pero no deja de ser un chucho por muy de cabeza que remate a puerta. Otra cosa son los niños nacidos o por nacer. Vidas humanas. Y con eso no se juega. Y usted no es que esté jugando, es que da por bueno que se pierdan. Pues no. Ya le digo yo que no.