El respeto a la buena fama y al honor

Hoy en día y por diferentes medios vemos que se falta contra la buena fama y el honor de las personas. Por esta razón he decidido dedicar estas líneas a una breve reflexión sobre la fama y el honor.

Respetar la fama y el honor pertenece al orden de la justicia y consiste en no dar malos testimonios contra otras personas que lesionan o afectan su fama y en ocasiones sus intereses materiales.

La fama es la opinión buena o mala que se tiene comúnmente de una persona. Si su conducta es honrada, adquiere buena fama. Pero si públicamente tiene una conducta mala, adquiere mala fama, aunque en sentido estricto, la verdadera fama es la buena fama porque la mala fama por ser mala, ya no es fama.

De modo que el derecho a la buena fama es un derecho natural de las personas porque, en principio, nadie debe ser considerado como malo mientras no se demuestre que es malo. De aquí se sigue que la difamación de los demás es una falta contra la justicia que obliga por consiguiente a restituir.

En lo que se refiere al honor, este es el testimonio de la excelencia de alguien. Lo cual puede hacerse con palabras, con hechos o con cosas exteriores. Aquí cabe mencionar que los seres humanos necesitamos de los signos exteriores.

Con lo anterior podemos observar que la diferencia entre la fama y el honor es que la fama es la opinión pública de la excelencia de alguien, mientras el honor es el reconocimiento de esa excelencia con palabras, con hechos o con cosas exteriores.

Lamentablemente a la buena fama se puede faltar de diferentes formas:

  1. Con la difamación que consiste en manifestar los errores ocultos de una persona
  2. Con la murmuración que consiste en criticar los defectos públicos de una persona
  3. Con la calumnia que consiste en atribuir a alguien un mal que en realidad no ha cometido.

Estas tres faltas, a saber, la difamación, la murmuración y la calumnia, recaen sobre una persona ausente.

Por su parte, respecto al honor, se falta con la contumelia que consiste en la injuria lanzada contra alguien en su misma presencia.

Además es necesario añadir que a la fama de una persona ausente también se puede faltar con el pensamiento, cuando pensamos mal de la gente; con la sospecha temeraria cuando sin fundamento se duda de la conducta o de las intenciones de alguien; o con el juicio temerario que consiste en asegurar –sin tener suficiente fundamento sobre algo malo o sobre las malas intenciones de alguien.

De todas estas faltas contra la buena fama y el honor de las personas, la peor es la calumnia porque se piensa y hasta se comenta algo malo de una persona cuando en realidad la persona no cometió ese mal y por lo tanto, es inocente.

La difamación, la murmuración, la calumnia, la contumelia, la injuria, la sospecha temeraria y el juicio temerario son faltas contra la justicia que atentan contra la buena fama y el honor al que tenemos derecho todas las personas y por lo mismo todas exigen en justicia, la restitución. Y estas pueden ser más o menos graves dependiendo del crimen divulgado o del daño que se cause a la persona y también dependiendo de sus causas que pueden ser el odio, la envidia, el espíritu de venganza, etc.

Por todo lo anterior debemos estar atentos a evitar pensar o hablar mal de las personas, antes bien debemos cuidar siempre su honor y su buena fama. Debemos pensar y hablar siempre bien de los demás y evitar hablar mal sin causa justificada y sin hacerlo únicamente con la autoridad competente, es decir, a la que compete decir esa cosa mala.

manuel.ocampo.ponce@hotmail.com