Breves reflexiones (III)

Si te propones ser buena gente por tus propias fuerzas, no lo vas a lograr. Si por gracia dejas que Dios te haga santo, serás santo. Y una vez santo, obviamente serás buena gente.

Pretender la santidad sin dedicar mucho tiempo a la oración es como pretender respirar bajo el agua sin botella de oxígeno.

Es Cristo quien te hace un favor cuando te pones en su presencia ante el Sagrario.

Si Moisés se arrodilló ante una zarza ardiendo, ¿qué haces tú de pie ante Cristo sacramentado?

Todo el oro del Arca de la Antigua Alianza no vale lo que una mirada de amor de nuestra Madre, Arca de la Nueva Alianza.

El dolor que sufres con tus cruces no es sino amor purificador de Dios que te santifica. Que tus lágrimas de dolor sean también lágrimas de gratitud.

Quien huye de la prueba y de la cruz será incapaz de huir del pecado.

Si el Señor te muestra pecados que te eran ocultos, es porque quiere liberarte de ellos por su gracia.

Si te abandonas en los brazos de Dios, te encontrarás.

Confía en la intercesión de la Madre si te quedas sin el vino del gozo de la vida en Cristo. Más eres tú que una boda en Caná.

El Espíritu Santo convierte el cemento de tu alma, sobre la que resbala la lluvia de santidad, en tierra abonada que se empapa de sus dones.

El cielo entero está esperando a celebrar la fiesta por tu conversión.

Tomos hemos sido la oveja perdida. Si lo sigues siendo, déjate encontrar por el Señor.

Querer evangelizar sin llamar a la conversión es como querer sembrar sin echar semillas al campo.

Si estás seco por tus pecados, empápate por gracia del Espíritu Santo para ser barro moldeable en manos del Alfarero.

Serás rico en el espíritu si se te concede ver y amar a Cristo en los pobres. Anhela ese don.

Déjate abrasar por el fuego del Espíritu Santo que reduce a cenizas todo lo que te aleja de Dios.

El anciano sabio es aquel que se sabe un niño en brazos del Padre.

¿A qué esperas para subir con Zaqueo al árbol desde el que verás al Salvador que quiere entrar en la casa de tu alma?

No temas tocar el manto de Cristo. Te sanará del flujo infecto de tus pecados.

Entierra al Jonás que llevas dentro y conviértete en instrumento gozoso para la salvación de los impíos.

 

Santidad o muerte.

 

Luis Fernando Pérez Bustamante