Oración y cercanía del Papa Francisco ante la tragedia causada por el naufragio de un barco de pasajeros, con numerosas víctimas mortales, en el que más de 400 personas resultan desaparecidas:

«Expreso mi cercanía al pueblo chino en este momento difícil, por el desastre del barco en el río Yangtsé. Rezo por las víctimas, por sus familiares y por todos aquellos que están trabajando en los equipos de socorro. Sobre todos y sus seres queridos invoco bendiciones abundantes de paz y de alegría».

En su primera audiencia general de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, este miércoles 3 de junio, y en la proximidad de la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, invitó a renovar nuestra alabanza y adoración a Jesús, presente en la Eucaristía, para que ilumine nuestras vidas, nuestras sociedades y nuestras familias.

El Obispo de Roma deseó a los peregrinos que llegan de tantas partes del mundo, que su visita a la Ciudad Eterna suscite un renovado compromiso en favor de la paz y de lasolidaridad hacia los más necesitados, con especial atención a las familias más pobres.

El Papa Francisco se dirigió en especial a los miles de jóvenes reunidos, también este año, enLednica, en Polonia, para expresar su adhesión a Cristo y a su Iglesia.

Y se unió espiritualmente, desde la Plaza de San Pedro, a este lugar histórico, Lednica, donde el año 966 el primer rey polaco Mieszko I fue bautizado, permitiendo la evangelización de este país, por lo que se considera la fuente bautismal  de Polonia.

¡Abran sus corazones al Espíritu Santo! Con el poder de su amor, que es más fuerte que la muerte, transformen el mundo, fue la exhortación del Papa Francisco impulsando el diálogo con Dios, con el hombre y con el mundo, en esta etapa de la historia:

«Queridos amigos jóvenes, con todo el corazón comparto su alegría, entusiasmo y anhelo de recibir el Espíritu Santo. Es Él el que los anima y les   dona su amor. Es creativo, dona la vida, las fuerzas necesarias y el impulso. ¡Todos tenemos una gran necesidad de Él!

La vida de ustedes, como la vida de los hermanos y hermanas de Jesús, como la de sus discípulos, no puede ser vacía, banal, sin objetivos. ¡Abran sus corazones al Espíritu Santo, para que los colme de sus dones! Acójanlo como huésped especial, llenen sus corazones con la presencia del Espíritu Santo. Pídanle que los acompañe cada día en el trabajo, mientras estudian, en la oración, en las decisiones, en la superación de sí mismos y en el hacer el bien. ¡Sean fuertes con su poder! ¡Con Él transformen el mundo!

Es el Espíritu Santo el que dona la verdadera vida, sana nuestra soledad, nos acompaña constantemente y nos guía. Propónganse llegar a ser maduros en la plenitud de la vida, en la plenitud del amor. Asuman la responsabilidad de sus vidas, no se conformen con las apariencias.

Recibirán al Espíritu Consolador como en la confirmación. ¡Abran sus corazones a su santidad y poder! Que Él los fortalezca en la fe, en la esperanza y los lleve a un amor maduro y responsable, que es más fuerte que la muerte. Que los ayude a asumir el gran diálogo con Dios, con el hombre y con el mundo, en nuestra etapa de la historia. Llenos con el poder del Espíritu Santo irán donde los envíe. ¡Ánimo! ¡Emprenderán el camino con Él! ¡Que Él los conduzca! Los bendigo de corazón».

Una vez más, el Santo Padre recordó la importancia de la tutela de la dignidad humana del trabajo y se refirió a las dificultades de una fábrica en Italia:

«Dirijo un pensamiento especial a los obreros de la Fábrica Whirplpool de Carinaro y anhelo que su grave coyuntura ocupacional pueda encontrar una solución rápida y justa, en el respeto de los derechos de todos, en particular de las familias. La situación de todo el país es particularmente difícil. Es importante que haya un compromiso decidido para abrir los caminos de esperanza».

En sus saludos a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, destacó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en el mes de junio:

«El mes de junio está dedicado a la devoción al Sagradísimo Corazón de Jesús. Que Él les enseñe, queridos jóvenes, la belleza de amar y de sentirse amados. Que sea su apoyo, queridos enfermos, en la prueba y en el sufrimiento. Y que los sostenga a ustedes, queridos recién casados, en su camino conyugal».

El Santo Padre bendijo asimismo la antorcha de la paz y a los jóvenes atletas que la llevan en la anual peregrinación a pie desde la ciudad italiana de Macerata al santuario mariano de Loreto.

(CdM – RV)