El arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez Sistach, ha
participado este martes por la mañana en una
conferencia internacional, organizada en la ciudad
italiana de Florencia por la Comunidad de San Egidio y la
Universidad de Al-Azhar, que promueve la cooperación
internacional para favorecer unas buenas relaciones entre
Oriente y Occidente.
Junto al purpurado español, han
intervenido el profesor Oliver Roy; el expresidente de la
República de Sudán, Abdel Rahman Siwar Al-Dahab, y el gran
mufti de Dubai, Ahmed Abdelaziz Al Haddad. En su discurso,
titulado “Convivir
en un mundo global”, el cardenal Martínez Sistach ha
propuesto algunas pistas sobre como deben ser “las relaciones
entre el cristianismo y el islam”.
En primer lugar, ha invitado a retornar “a las fuentes, a
los textos inspirados por Dios, a los textos fundacionales,
que son norma y contenido fundante y fundamental de nuestras
creencias”. En una palabra, ha añadido, “ir a los místicos de
cada religión”. “Los místicos son los más valiosos intérpretes
del sentido de cada creencia y de cada una de las tradiciones
religiosas, porque ellos las miran desde su profundo sentido y
su experiencia de Dios”, ha explicado.
En esta línea, el arzobispo de Barcelona ha señalado que
“los teólogos musulmanes tienen la tarea de reinterpretar el
Corán desde el contexto cultural actual”. A su modo de ver,
“se pueden distinguir tres tipos de islam: el islam
identitario, el islam político y el islam espiritual”.
Actualmente, a través de los acontecimientos
internacionales, “aparece sobre todo el islam político, es un
islam de ruptura, de oposición a Occidente y con una voluntad
de organizar desde la religión la vida de la sociedad en su
totalidad. O eres musulmán, o eres un infiel”, ha afirmado.
Por su parte, “el islam identitario se manifiesta como una
voluntad de mantener la propia cultura frente a la fuerza
niveladora de la globalización”.
Finalmente, hay el islam espiritual: “Son hombres y mujeres
que quieren vivir su religión, pero que están contentos de
vivir en Europa. No quieren invadir nada, sino que aspiran a
vivir en paz su fe y en paz con los cristianos o los fieles de
otras religiones. Un mundo de paz, en el que podamos vivir
juntos en la diversidad. Demandan tener sus imanes, sus
mezquitas, y su demanda es razonable”.
Para el purpurado, una segunda pista sería que “las
creencias se esfuercen en explicarse”. “La Iglesia católica
somos una institución que tenemos una cabeza, el Papa. Y
podemos decir que cuando el Papa habla lo hace en nombre o
para todos los católico-romanos”, ha apuntado.
“En el islam --ha proseguido-- la gran dificultad es que no
hay una autoridad interpretadora oficial y vinculante. Cada
musulmán es responsable de sus actos delante de Dios y los
imanes actúan más bien como consejeros”. Por eso, “no podemos
hablar de un solo islam, sino de muchos islam. Hay muchas
corrientes y muchas formas de entender y de vivir el islam”.
Después de los atentados de París, ha recordado, “muchos
imanes han hecho una llamada a la paz y han abierto las
puertas de las mezquitas para hablar y encontrarse con la
gente”. “La clave es que nos podamos conocer”, ha subrayado.
Una manera para “hacer caer los prejuicios” es emprender
acciones conjuntas. “Hay muchas cuestiones a nivel local, pero
también internacional que nos preocupan a las dos comunidades
y que pueden reflexionarlas y trabajarlas unidas”, ha
insistido.
A continuación, el cardenal arzobispo ha exhortado a “crear
una tradición de convivencia”. Para conseguir este propósito,
ha enfatizado, “es absolutamente necesario que en cada país
del mundo se respeten los derechos fundamentales de la persona
humana y, especialmente el derecho a la libertad religiosa”.
“Me parece que una de las prioridades de este momento es
hacer posible una verdadera civilización de la convivencia”,
ha asegurado. En este sentido, “el papel de Europa es
fundamental. Porque ella misma es una comunidad humana plural,
y porque a través del Mediterráneo ha heredado unos antiguos
intercambios con los otros dos mundos presentes en las riberas
de este mar, África y Asia”.
“Respetar las identidades --ha dicho-- indica una nueva
vivencia del camino de la fraternidad interreligiosa”. Y para
conseguir un auténtico diálogo “se requiere que los
dialogantes tengan conciencia de su propia identidad. Si uno
de los dos no conoce sus raíces y no conoce ni valora su
identidad, es fácil que se den por parte de éste dos posibles
reacciones: o acoger todo lo nuevo que ofrece el otro
dialogante sin integrarlo en su propia identidad o bien
rechazarlo todo que es una actitud de xenofobia”.
“La convivencia entre personas de diversas culturas no
puede subestimar las creencias religiosas y los valores que se
desprenden de esas creencias. Por esto en nuestro mundo,
marcado por el fenómeno de la movilidad humana, el diálogo
interreligioso es cada día más necesario también para
facilitar la convivencia auténtica”, ha destacado.
Por último, Mons. Martínez Sistach ha recomendado “ayudar a
las autoridades civiles en la gestión del pluralismo religioso
de nuestras sociedades”. En su opinión, “las autoridades han
de encontrar en las religiones una actitud de franca
colaboración en el marco de la libertad religiosa y del
principio patrimonio de la humanidad pronunciado por
Jesucristo: 'Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que
es de Dios'”. “A ello --ha añadido-- pueden ayudar en gran
medida las instancias de diálogo interreligiosas creadas por
las mismas instituciones religiosas”.
“El islam y el cristianismo han de trabajar juntos para
proteger y defender la dignidad de la persona humana,
amenazada por el materialismo y el secularismo. El trabajo
conjunto que hay que realizar es descomunal. Está en juego la
dignidad de la persona humana y el respeto a sus derechos
fundamentales. Está en juego el hombre y la mujer creados a
imagen y semejanza de Dios. Es una misión común al islam y al
cristianismo”, ha concluido.