El Papa Francisco ha recibido esta mañana del viernes 19 de junio en la Sala del Consistorio a los miembros de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) -que desde hace poco tienen como nuevo presidente al cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo metropolitano de Manila (Filipinas)- con motivo de su décima asamblea plenaria dedicada al tema “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros”. El tema, un pasaje de la primera Carta de san Juan, se enmarca en la reflexión sobre la Sagrada Escritura como fuente de evangelización, al cumplirse el quincuagésimo aniversario de la promulgación de la Constitución dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum.

”Para poder anunciar la palabra de verdad, hemos tenido que hacer nosotros mismos la experiencia de la Palabra: haberla escuchado, contemplado, casi tocado con nuestras manos -escribe el Santo Padre en el discurso que entregó a los presentes – Los cristianos, que son “el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus alabanza”, deben en primer lugar, como sugiere … Dei Verbum, venerar, leer, escuchar , anunciar, predicar, estudiar y difundir la Palabra de Dios. La Iglesia, que proclama la Palabra cada día, recibiendo de ella su alimento e inspiración, se hace beneficiaria y testigo excelente de la eficacia y la potencia inherentes a la misma Palabra de Dios. No somos nosotros, ni nuestros esfuerzos, sino el Espíritu Santo, que actúa a través de los que se dedican a la pastoral y hace lo mismo en los que les escuchan, predisponiendo unos y otros a la escucha de la Palabra anunciada y a la acogida del mensaje de vida”.

Refiriéndose al aniversario de Dei Verbum y a la oportunidad de dedicar la asamblea plenaria a la relación entre las Escrituras y la evangelización, Francisco recuerda que también san Juan Pablo II, en 1986, había invitado a la FEBIC a llevar a cabo una relectura cuidadosa de esa Constitución Dogmática, a la aplicación de sus principios y a la puesta en práctica de sus recomendaciones. Asimismo el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia en 2008 fue otra importante oportunidad para reflexionar sobre su aplicación. ”También hoy -agrega ? me gustaría invitaros a llevar a cabo este trabajo, valorando siempre el tesoro de esa Constitución conciliar, así como el Magisterio sucesivo mientras comunicáis la “alegría del Evangelio” hasta los confines de la tierra, en obediencia al mandato misionero”.

”Pero hay lugares donde la Palabra de Dios aún no ha sido proclamada o, aunque proclamada, no ha sido aceptada como Palabra de salvación -subraya el Santo Padre- Hay lugares donde la Palabra de Dios se vacía de su autoridad. La falta del apoyo y de la fuerza de la Palabra lleva a un debilitamiento de las comunidades cristianas de antigua tradición y dificulta el crecimiento espiritual y el fervor misionero de las Iglesias jóvenes. Todos nosotros somos responsables si “el mensaje corre el riesgo de perder su frescura y no tener el aroma del Evangelio”. Por lo tanto, sigue siendo válida la invitación a un fuerte esfuerzo pastoral para que emerja el lugar central de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, favoreciendo la animación bíblica de toda la pastoral. Debemos asegurarnos de que en las actividades habituales de todas las comunidades cristianas, en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos, haya una preocupación real por el encuentro personal con Cristo que se comunica con nosotros en su Palabra, porque, como enseña San Jerónimo, ”el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”.

”La misión de los servidores de la Palabra – obispos, sacerdotes, religiosos y laicos – es promover y facilitar este encuentro, que despierta la fe y transforma la vida; por eso rezo, en nombre de toda la Iglesia, para que cumpláis vuestro mandato: hacer que ”la palabra del Señor siga propagándose y adquiriendo gloria” hasta el dia de Jesucristo”.