Aquí alguien, con nombre y apellidos, no está en sus cabales

 

- Y vuelta la burra al trigo… 

-Me parece que se pasa usted un poco con este señor.

-Es que es sacerdote.

-¡Anda ya…!

 

Ciertamente es bien cierto que el ser humano puede sorprender al resto de seres humanos con lo que dice y hace.

No podemos negar, por tanto, que lo que aquí traemos a nadie puede extrañar. Es más, seguramente, más de uno dirá que, siendo como es la persona a la que acompañamos a estas líneas, tampoco es para tanto.

Sin embargo, no porque una persona no deje de decir sandeces y cosas verdaderamente inapropiadas para su estado y para su “fe” vamos a dejar de manifestar que lo que no puede ser… es que no puede ser.

¡Qué decir de Juan Masiá Clavel!

Sí, que ya sabemos que la cabra siempre tira al monte y que el monte, a más de uno, gusta mucho. Que allí se vive la libertad más absoluta y se puede hacer lo que se quiera. Pero, vamos, lo de ahora es para nota. ¡Otra vez para nota!

Lo que algunos, aquí Masiá, entienden por apoyar es un misterio de lo más misterioso. Y es que uno cree que apoyar es estar al lado de quien se quiere ayudar,

Varias de las acepciones de la palabra “apoyar”  son las que siguen:

“1. tr. Hacer que algo descanse sobre otra cosa. Apoyar el codo en la mesa.

2. tr. Basar, fundar.

3. tr. Favorecer, patrocinar, ayudar.

4. tr. Confirmar, probar, sostener alguna opinión o doctrina.”

Esto lo decimos porque ha dicho, al respecto del resultado del referéndum irlandés que ha aprobado el gaymonio que lo que supone, en realidad no es

“una amenaza para la institución matrimonial, sino un apoyo”.

Como diría aquel: ¡Ojo al dato!

Es decir, ¿Se puede basar el matrimonio en el gaymonio?, ¿Se puede fundar el matrimonio en el gaymonio?, ¿La Iglesia católica puede favorecer, patrocinar o ayudar al gaymonio?, ¿La Iglesia católica puede confirmar, con su doctrina, el gaymonio o sostener que es algo bueno según la misma?

Es más, ¿Puede hacer la Iglesia católica que el matrimonio descanse en el gaymonio, que se apoye en él?

Fácilmente ha de responder a todo esto: No. Por tanto, si la respuesta a estas sencillas preguntas es “No” es evidente que el gaymonio no es un apoyo ni para la institución matrimonial ni nada de nada.

Pero, como el jesuita Masiá no se para ante nada porque nadie con la autoridad suficiente le para los pies y los pone fuera de la Iglesia católica (en caso de merecerlo, claro está)… pues sigue, don erre que erre, con lo suyo.

Así, por ejemplo, no tiene en cuenta lo que importa lo divino en el matrimonio. A él le basta con saber que aprobando el gaymonio lo que se hace es alcanzar una “formalización social y jurídica del enlace”. Y lo dice como si fuera más importante lo que hace el hombre que lo que hace y dice Dios (hombre y mujer los creó… y los enlazó) Por eso le trae al fresco la doctrina católica (que es la propia de una Tradición y de un Magisterio evangélicos totalmente claros y diáfanos).

Y dice, además, una gran falsedad. Al respecto de lo que supone el enlace matrimonial. Y es que aduce que en lo referente al próximo Sínodo de los Obispos del mes de octubre de este año 2015 que

“definición católica del enlace como ‘comunidad de vida y amor abierta a la vida’ puede aplicarse tanto a una pareja heterosexual como a una pareja no heterosexual”.

¡Otra vez, ojo al dato!

Comprendemos que el P. Juan Masiá no tenga un completo conocimiento de lo que significa  el concepto “abierto a la vida”. Él goza, según su estado, del celibato, y, claro está, eso no lo puede conocer por la práctica pero, debe saber que para que la vida se abra, en materia humana, hace falta un hombre y una mujer y que no es posible entre dos hombres y dos mujeres.

Alguno dirá que eso es posible si existe manipulación genética a la que la Iglesia católica también se opone por ser contraria a  propia naturaleza humana.

Pero también podrá decir otro, y con él quien esto escribe, que el P. Juan Masiá, por su comportamiento y sus antecedentes, seguramente está a favor de tal manipulación genética para que sea posible que en un gaymonio entre dos mujeres pueda haber vida humana nueva. Entre hombres, eso, imposible del todo.

¿Ve, usted, P. Masiá que lo suyo no tiene remedio?

Pero lo mejor viene al final.

Como es de suponer que sabe que lo que dice no tiene sentido alguno desde el punto de vista católico hace lo que más le gusta: interpretar las Sagradas Escrituras como le peta, como le da la gana y, sobre todo, como le viene bien (criterio perfectamente subjetivista y mundano que se aplica siempre que puede)

El caso es que dice que nuestros Primeros Padres (Él los llama “pareja primordial” aunque tampoco cree en la misma porque dice que es una “narración mitipoética”) lo que, en verdad, hacían eran reconocerse mutuamente como “compañía digna”. Y que

“Los contrayentes se prometen fidelidad para ‘acompañarse mutuamente en el camino de ir construyendo una comunidad íntima de vida y amor que haga de dos personas una’”.

¿Lo ven, ustedes? Lo diluye todo tanto, tanto, tanto, que no queda nada del matrimonio sino, en todo caso, algo así como una cercanía entre personas (no entre hombre y mujer) como mero acompañamiento. Una nada con gaseosa.

Repetimos lo de antes: ¿Ve, usted, P. Masiá que lo suyo no tiene remedio?

Bueno, remedio, sí tiene…

Por cierto, traemos aquí esto publicado en esta santa casa de InfoCatólica:

Noticias relacionadas

Lo decimos por si alguien toma ejemplo. Vamos, aunque sea sólo uno.

¡Dios quiera que un día se mida a todo el mundo por el mismo rasero! (véase “rasero” como locución adverbial: “Con rigurosa igualdad, sin la menor diferencia”)

“Sin la menor diferencia…”

  

Eleuterio Fernández Guzmán