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Servicio diario - 29 de junio de 2015

Papa y Santa Sede

"Enseñar rezando, anunciar la fe creyendo, dar testimonio viviendo"
El papa Francisco en la festividad de san Pedro y san Pablo recuerda que han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo permanece fiel al depósito de la fe. Texto completo de la homilía

¿Quiénes son los arzobispos que recibieron el palio?
Esta banda de lana blanca colocada sobre la casulla simboliza la comunión con el Papa

El Papa en el Ángelus: 'María, Pedro y Pablo son nuestras guías en el camino de la fe y la santidad'
Texto completo. Francisco pidió este lunes que nuestro corazón esté siempre abierto a las sugerencias del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos

Francisco pide oraciones por su próximo viaje a Latinoamérica
El Pontífice expresó a la población de Ecuador, Bolivia y Paraguay su 'alegría por estar en su casa', en un continente tan querido por él, del 5 al 13 de julio

Espiritualidad y oración

Beato Gennaro María Sarnelli - 30 de junio
«El misionero santo. Apóstol de Nápoles, defensor de las mujeres prostituidas. Era miembro de las Misiones Apostólicas, y al conocer a san Alfonso María de Ligorio compartió con él sus afanes apostólicos convirtiéndose en redentorista»  

Mundo

El desafío del Islam hoy
Entrevista con el rector del Pontificio Instituto Oriental sobre el Islam, Ramadán, religión, paz y violencia


Papa y Santa Sede


"Enseñar rezando, anunciar la fe creyendo, dar testimonio viviendo"
 

El papa Francisco en la festividad de san Pedro y san Pablo recuerda que han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo permanece fiel al depósito de la fe. Texto completo de la homilía

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

  1. En la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el papa Francisco presidió los ritos en la basílica de San Pedro, bejdijo los palios para los 46 arzobispos metropolitanos nombrados durante el año.  El mismo será impuesto a cada arzobispo por el nuncio apostólico o representante pontificio en la respectiva sede metropolitana. 
  2. El Papa presidió la misa con los nuevos arzobispos metropolitanos. Y como es habitual en la fiesta de los apostoles Pedro y Pablo, estuvo presente una delegación del Patriarcado ecuménico de Constatinopla enviada por su santidad Bartolomé I, guiada por su eminencia Ioannis Zizioulas, metropolita de Pergamo; acompañado de su eminencia Maximos, metropolita de Silyvria; y del padre  Heikki Huttunen, de la Iglesia Ortodoxa de Finlandia.  
  3. La misa fue acompañada con la polifonía del Coro pontificio de la capilla sixtina, que cantó junto al coro anglicano del New College de Oxoford. 
  4. Tras la lectura del Evangelio el papa pronunció la homilía que reproducimos textualmente a continuación.
     
La lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles nos habla de la primera comunidad cristiana acosada por la persecución. Una comunidad duramente perseguida por Herodes que «hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan» y «decidió detener a Pedro... Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel» (12,2-4). 

Sin embargo, no quisiera detenerme en las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones, que desgraciadamente perduran todavía hoy en muchas partes del mundo, a menudo bajo la mirada y el silencio de todos. En cambio, hoy quisiera venerar la valentía de los Apóstoles y de la primera comunidad cristiana, la valentía para llevar adelante la obra de la evangelización, sin miedo a la muerte y al martirio, en el contexto social del imperio pagano; venerar su vida cristiana que para nosotros creyentes de hoy constituye una fuerte llamada a la oración, a la fe y al testimonio. ​

Una llamada a la oración, la comunidad era una Iglesia en oración: «Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5). Y si pensamos en Roma, las catacumbas no eran lugares donde huir de las persecuciones sino, sobre todo, lugares de oración, donde santificar el domingo y elevar, desde el seno de la tierra, una adoración a Dios que no olvida nunca a sus hijos.

La comunidad de Pedro y de Pablo nos enseña que una Iglesia en oración es una iglesia en pie, sólida, en camino. Un cristiano que reza es un cristiano protegido, custodiado y sostenido, pero sobre todo no está solo.

Y sigue la primera lectura: «Estaba Pedro durmiendo... Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro... Las cadenas se le cayeron de las manos» (Hch 12,6-7).

¿Pensamos en cuántas veces ha escuchado el Señor nuestra oración enviándonos un Ángel? Ese Ángel que inesperadamente nos sale al encuentro para sacarnos de situaciones complicadas, para arrancarnos del poder de la muerte y del maligno, para indicarnos el camino cuando nos extraviamos, para volver a encender en nosotros la llama de la esperanza, para hacernos una caricia, para consolar nuestro corazón destrozado, para despertarnos del sueño existencial, o simplemente para decirnos: «No estás solo».

¡Cuántos ángeles pone el Señor en nuestro camino! Pero nosotros, por miedo, incredulidad o incluso por euforia, los dejamos fuera, como le sucedió a Pedro cuando llamó a la puerta de una casa y una sirvienta llamada Rosa, al reconocer su voz, se alegró tanto, que no le abrió la puerta.

Ninguna comunidad cristiana puede ir adelante sin el apoyo de la oración perseverante, la oración que es el encuentro con Dios, con Dios que nunca falla, con Dios fiel a su palabra, con Dios que no abandona a sus hijos. Jesús se preguntaba: «Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?» (Lc 18,7). En la oración, el creyente expresa su fe, su confianza, y Dios expresa su cercanía, también mediante el don de los Ángeles, sus mensajeros.

La segunda lectura es nna llamada a la fe. En la segunda lectura, San Pablo escribe a Timoteo: «Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje... Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo» (2 Tm 4,17-18). Dios no saca a sus hijos del mundo o del mal, sino que les da fuerza para vencerlos. Solamente quien cree puede decir de verdad: «El Señor es mi pastor, nada me falta» (Sal 23,1).

Cuántas fuerzas, a lo largo de la historia, ha intentado –y siguen intentando– acabar con la Iglesia, desde fuera y desde dentro, pero todas ellas pasan y la Iglesia sigue viva y fecunda, inexplicablemente a salvo para que, como dice san Pablo, pueda aclamar: «A Él la gloria por los siglos de los siglos» (2 Tm 4,18).

Todo pasa, solo Dios permanece. Han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo, a través de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados, permanece fiel al depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia no es de los Papas, de los obispos, de los sacerdotes y tampoco de los fieles, es única y exclusivamente de Cristo. Solo quien vive en Cristo promueve y defiende a la Iglesia con la santidad de vida, a ejemplo de Pedro y Pablo.

Los creyentes en el nombre de Cristo han resucitado a muertos, han curado enfermos, han amado a sus perseguidores, han demostrado que no existe fuerza capaz de derrotar a quien tiene la fuerza de la fe.

Y finalmente, una llamada al testimonio. Pedro y Pablo, como todos los Apóstoles de Cristo que en su vida terrena han hecho fecunda a la Iglesia con su sangre, han bebido el cáliz del Señor, y se han hecho amigos de Dios.

Pablo, con un tono conmovedor, escribe a Timoteo: « Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su manifestación».

Una Iglesia o un cristiano sin testimonio es estéril, un muerto que cree estar vivo, un árbol seco que no da fruto, un pozo seco que no tiene agua. La Iglesia ha vencido al mal gracias al testimonio valiente, concreto y humilde de sus hijos. Ha vencido al mal gracias a la proclamación convencida de Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo», y a la promesa eterna de Jesús (cf. Mt 16,13-18).

Queridos Arzobispos, que hoy reciben el palio, éste es un signo que representa la oveja que el pastor lleva sobre sus hombros como Cristo, Buen Pastor, y por tanto es un símbolo de vuestra tarea pastoral, es un «signo litúrgico de la comunión que une a la Sede de Pedro y su Sucesor con los metropolitanos y a través de ellos, con los demás obispos del mundo».

Hoy, junto con el palio, quisiera confiaros esta llamada a la oración, a la fe y al testimonio. La Iglesia os quiere hombres de oración, maestros de oración, que enseñéis al pueblo que os ha sido confiado por el Señor que la liberación de toda cautividad es solamente obra de Dios y fruto de la oración, que Dios, en el momento oportuno, envía a su ángel para salvarnos de las muchas esclavitudes y de las innumerables cadenas mundanas. También vosotros sed ángeles y mensajeros de caridad para los más necesitados.

La Iglesia os quiere hombres de fe, maestros de fe, que enseñéis a los fieles a no tener miedo de los muchos Herodes que los afligen con persecuciones, con cruces de todo tipo. Ningún Herodes es capaz de apagar la luz de la esperanza, de la fe y de la caridad de quien cree en Cristo.

La Iglesia os quiere hombres de testimonio. Decía san Francisco a sus hermanos: Predicad siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras (cf. Fuentes franciscanas, 43). No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tanto maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo, a ejemplo de Pedro y Pablo y de tantos otros testigos a lo largo de toda la historia de la Iglesia, testigos que, aun perteneciendo a diversas confesiones cristianas, han contribuido a manifestar y a hacer crecer el único Cuerpo de Cristo. Me complace subrayarlo en la presencia –que siempre acogemos con mucho agrado– de la Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, enviada por el querido hermano Bartolomé I.

Es muy sencillo: porque el testimonio más eficaz y más auténtico consiste en no contradecir con el comportamiento y con la vida lo que se predica con la palabra y lo que se enseña a los otros.  Enseñad a rezar rezando, anunciad la fe creyendo, dad testimonio con la vida. 

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¿Quiénes son los arzobispos que recibieron el palio?
 

Esta banda de lana blanca colocada sobre la casulla simboliza la comunión con el Papa

Por Redacción

Roma, (ZENIT.org)

Los arzobispos nombrados por el papa Francisco en el último año han sido 46. Todos han recibido el palio y han concelebrado este lunes con el Santo Padre en la Basílica vaticana, con motivo de la solemnidad de san Pedro y san Pablo.

El palio, que simboliza la unión de los metropolitanos con el Pontífice, es una cinta o banda de lana blanca que se coloca sobre la casulla y que rodea los hombros, en forma de collarín, con dos apéndices que caen sobre el pecho y la espalda. Incorpora, además, seis cruces negras bordadas, una en cada hombro, dos más por delante y otras dos por detrás.

Los palios son confeccionados a partir de lana de corderos jóvenes criados en el convento de vida contemplativa de santa Inés en Roma. Durante la festividad de santa Inés, el 21 de enero, los corderos son llevados ante el Papa para que los bendiga. A continuación, las religiosas extraen la lana en el convento y elaboran los palios. Una vez confeccionados, son depositados bajo el altar principal de la basílica de San Padro hasta el día de la ceremonia de entrega a los arzobispos, en la que son bendecidos por el Santo Padre.  

A continuación la lista completa de los metropolitanos que han recibido este año el palio:

1. Cardenal Antonio Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia (España)
2.  Cardenal Rainer Maria Woelki
Arzobispo de Colonia (Alemania)
3. Mons. Eduardo Eliseo Martín
Arzobispo de Rosario (Argentina)
4. Mons. Carlos Osoro Sierra
Arzobispo de Madrid (España)
5. Mons. Oscar Omar Aparicio Céspedes
Arzobispo de Cochabamba (Bolivia)
6. Mons. José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Durango (México)
7. Mons. Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo de Cuzco (Perú)
8. Mons. Edmundo Ponciano Valenzuela Mellid, S.D.B.
Arzobispo de Asunción (Paraguay)
9. Mons. Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza (España)
10. Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez
Arzobispo de Santiago de los Caballeros (República Dominicana)
11. Mons. Celso Morga Iruzubieta
 Arzobispo de Mérida-Badajoz (España)
12. Mons. Gustavo Rodríguez Vega
 Arzobispo de Yucatán (México)
13. Mons. José Antônio Peruzzo 
Arzobispo de Curitiba (Brasil)
14. Mons. Max Leroy Mesidor
Arzobispo de Cabo Haitiano (Haití)
15. Mons. Sevastianos Rossolatos
Arzobispo de Athenai (Grecia)
16. Mons. Thomas Aquino Manyo Maeda
Arzobispo de Osaka (Japón)
17. Mons. Anthony Pappusamy
Arzobispo de Madurai (India)
18. Mons. Julián Leow Beng Kim
Arzobispo de Kuala Lumpur (Malasia)
19. Mons. Florentino Lavarias Galang
Arzobispo de San Fernando (Filipinas) 
20.  Mons. Eamon Martin
Arzobispo de Armagh (Irlanda) 
21. Mons. Anthony Colin Fisher, O.P.
Arzobispo de Sydney (Australia)
22. Mons. Blase J. Cupich
Arzobispo de Chicago (EEUU) 
23. Mons. Stane Zore, O.F.M.
Arzobispo de Ljubljana (Eslovenia) 
24. Mons. Laurent Djalwana Lompo
Arzobispo de Niamey (Níger)
25.  Mons. Vincenzo Pelvis
Arzobispo de Foggia-Bovino (Italia)
26. Mons. Jean Mbarga
Arzobispo de Yaundé (Camerún)
27.  Mons. Beatus Kin Yaiya, O.F.M. Cap.
Arzobispo de Dodoma (Tanzania)
28. Mons. Kieran O'Reilly, S.M.A.
Arzobispo de Cashel y Emly (Irlanda) 
29. Mons. Filomeno do Nascimento Vieira Dias
Arzobispo de Luanda (Angola)
30. Mons. Martin Musonde Kivuva
Arzobispo de Mombasa (Kenia)
31. Mons. Benjamin Ndiaye 
Arzobispo de Dakar (Senegal)
32. Mons. Menghesteab Tesfamariam, M.C.C.J.
Arzobispo de Asmara (Eritrea) 
33. Mons. Stefan Hesse
Arzobispo de Hamburgo (Alemania)
34. Mons. Juan Edjang Maye Nsue
Arzobispo de Malabo (Guinea Ecuatorial)
35. Mons. Yustinus Harjosusanto, M.S.F.
Arzobispo de Samarinda (Indonesia)
36. Mons. Charles Jude SCICLUNA
Arzobispo de Malta (Malta) 
37. Mons. David Macaires, O.P.
Arzobispo de Fort-de-France (Martinica)
38. Mons. Alojzij Cvikl, S.I.
 Arzobispo de Maribor (Eslovenia)
39. Mons. Fülöp Kocsis
Arzobispo de Hajdúdorog
para los católicos de rito bizantino (Hungría)
40. Mons. John Charles Wester
Arzobispo de Santa Fe (EEUU) 
41.  Mons. Denis Grondin
Arzobispo de Rimouski (Canadá)
42. Mons. Francescantonio Nole, O.F.M. Conv.
Arzobispo de Cosenza-Bisignano (Italia) 
43. Mons. Erio Castellucci 
Arzobispo electo de Modena-Nonantola (Italia)
44. Mons. Heiner Koch
Arzobispo de Berlín (Alemania)
45. Mons. Lionginas Virbalas, S.I.
Arzobispo de Kaunas (Lituania)
46. Mons. Thomas Ignacio Macwan 
Arzobispo de Gandhinagar (India)

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El Papa en el Ángelus: 'María, Pedro y Pablo son nuestras guías en el camino de la fe y la santidad'
 

Texto completo. Francisco pidió este lunes que nuestro corazón esté siempre abierto a las sugerencias del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

En la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el papa Francisco rezó este lunes la oración del Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Como sabéis, la Iglesia universal celebra hoy la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, pero esta se vive con una alegría particular en la Iglesia de Roma, porque en su testimonio, sellado con la sangre, tiene sus propios cimientos. Roma siente especial afecto y reconocimiento por estos hombres de Dios, que vinieron de una tierra lejana a anunciar, a costa de su vida, aquel Evangelio de Cristo al que se habían dedicado totalmente.

La gloriosa herencia de estos dos apóstoles es motivo de orgullo espiritual para Roma y, al mismo tiempo, es una llamada a vivir las virtudes cristianas, de modo particular la fe y la caridad. La fe en Jesús cual Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y que Pablo anunció a la gente; y la caridad, que che esta Iglesia está llamada a servir con horizonte universal.

En la oración del Ángelus, en el recuerdo de los santos Pedro y Pablo, asociamos el de María, imagen viva de la Iglesia, esposa de Cristo, que los dos apóstoles “fecundaron con su sangre”.

Pedro conoció personalmente a María y en su diálogo con ella, especialmente en los días que precedieron Pentecostés, pudo profundizar el conocimiento del misterio de Cristo. Pablo, al anunciar el cumplimiento del plan salvífico “en la plenitud de los tiempos”, no dejó de recordar a la “mujer” de la que el Hijo de Dios había nacido en el tiempo.

En la evangelización de los dos apóstoles aquí, en Roma, también están las raíces de la profunda y secular devoción de los romanos a la Virgen, invocada especialmente come Salus Populi Romani.

María, Pedro y Pablo son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestras guías en el camino de la fe y la santidad; ellos nos impulsan hacia Jesús, para hacer todo lo que Él nos pide. Invoquemos su ayuda para que nuestro corazón esté siempre abierto a las sugerencias del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos.

En la celebración Eucarística, que tuvo lugar esta mañana en la basílica de San Pedro, he bendecido los palios de los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año, procedentes de varias partes del mundo. Renuevo mi saludo y mis felicitaciones a ellos, a sus familiares y a cuantos los acompañan en esta significativa circunstancia, y deseo que el palio, además de acrecentar los lazos de comunión con la Sede de Pedro, sea un aliciente para un servicio cada vez más generoso a las personas encomendadas a su celo pastoral.

En la misma liturgia, tuve el placer de saludar a los miembros de la delegación que ha venido a Roma en nombre del patriarca ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé I, para participar, como cada año, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo. También esta presencia es signo de los vínculos fraternos existentes entre nuestras Iglesias. Recemos para que se refuerce entre nosotros el camino de la unidad.

Nuestra oración hoy es sobre todo por la ciudad de Roma, por su bienestar espiritual y material. La gracia divina sostenga a todo el pueblo romano, para que viva en plenitud la fe cristiana, que testimoniaron con intrépido ardor los santos Pedro y Pablo. Que interceda por nosotros la Santísima Virgen, Reina de los Apóstoles".

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la tradicional oración mariana:

Angelus Domini nuntiavit Mariae...

Al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:

"Queridos hermanos y hermanas,

Saludo a todos, a las familias, parroquias, asociaciones procedentes de Italia y de tantas partes del mundo. Pero sobre todo hoy ¡saludo a los fieles de Roma, en la fiesta de los santos patronos de la ciudad!

Saludo a los estudiantes de algunas escuelas católicas de los Estados Unidos de América y de Escocia.

Me congratulo con los artistas que han realizado un gran y hermoso despliegue floral, allí, y agradezco a la “Pro Loco” de Roma por haberlo promovido. ¡Muchas gracias!

Felicidades también por el tradicional espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en el Castillo del Santo Ángel (Castel Sant’Angelo), cuya recaudación sostendrá una iniciativa caritativa en Tierra Santa y en los países de Oriente Medio".

Francisco se refirió también a su próximo viaje apostólico a Latinoamérica:

"La próxima semana, del 5 al 13 de julio, parto hacia Ecuador, Bolivia y Paraguay. Les pido a todos ustedes que me acompañen con la oración, para que el Señor bendiga este viaje al continente de América Latina tan querido por mí, como se pueden imaginar. Expreso a la querida población de Ecuador, Bolivia y Paraguay mi alegría por estar en su casa, y les pido a ustedes, de manera particular, que recen por mí y por este viaje, para que la Virgen María nos dé la gracia de acompañarnos a todos con su protección maternal".

Como de costumbre, el Obispo de Roma concluyó su intervención diciendo:

"Les deseo a todos una buena fiesta. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"

(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)

 

 

 

 

 

 

 

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Francisco pide oraciones por su próximo viaje a Latinoamérica
 

El Pontífice expresó a la población de Ecuador, Bolivia y Paraguay su 'alegría por estar en su casa', en un continente tan querido por él, del 5 al 13 de julio

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco recordó este lunes que en unos días realizará su segundo viaje a América Latina, un continente “tan querido” por el Pontífice, y expresó a la población de Ecuador, Bolivia y Paraguay su “alegría por estar en su casa”.

Así lo afirmó el Santo Padre durante las palabras pronunciado tras el rezo del Ángelus en el Vaticano.

“La próxima semana, del 5 al 13 de julio, parto hacia Ecuador, Bolivia y Paraguay. Les pido a todos ustedes que me acompañen con la oración, para que el Señor bendiga este viaje al continente de América Latina tan querido por mí, como se pueden imaginar”, dijo el Papa desde la ventana del Palacio Apostólico.

“Expreso a la querida población de Ecuador, Bolivia y Paraguay mi alegría por estar en su casa, y les pido a ustedes, de manera particular, que recen por mí y por este viaje, para que la Virgen María nos dé la gracia de acompañarnos a todos con su protección maternal”, añadió.

Francisco realizó su primer viaje a Latinoamérica en julio de 2013, cuando visitó Brasil. En esta ocasión, viajará primero a Ecuador, luego a Bolivia y finalmente a Paraguay, países a los que llevará un mensaje de unidad y reconciliación.

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Espiritualidad y oración


Beato Gennaro María Sarnelli - 30 de junio
 

«El misionero santo. Apóstol de Nápoles, defensor de las mujeres prostituidas. Era miembro de las Misiones Apostólicas, y al conocer a san Alfonso María de Ligorio compartió con él sus afanes apostólicos convirtiéndose en redentorista»

 

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

Esta alma gemela de san Alfonso María de Ligorio, desde que se encontraron en el camino persiguiendo juntos el mismo ideal, cuando aguardaba ser liberado de este mundo para volar al cielo prometido, manifestó: «La criatura vuelve ya al Creador, el hijo al Padre. Si te place, deseo ir a verte cara a cara; pero no quiero ni morir ni vivir, quiero sólo lo que tú quieres. Tú sabes que cuanto he hecho, cuanto he pensado, todo ha sido para tu gloria». Vivió tan desembarazado de sí, volcado incansablemente en remediar las turbias jornadas de los oprimidos, dedicando especial atención a las mujeres inmersas en la sordidez de los bajos fondos, tan ajeno a los riesgos que corría, y con tal afán por llegar a tiempo, que su salud se desplomó irremisiblemente cuando tenía 42 años.

Nació en Nápoles, Italia, el 12 de septiembre de 1702. Su padre Angelo Sarnelli era un prestigioso jurista napolitano, sagaz para los negocios con los que obtuvo el título nobiliario de barón de Ciorani, localidad en la que Gennaro pasó algunas temporadas. Era el cuarto de ocho hermanos. En su adolescencia un hecho marcó el ritmo que iba a seguir su vida: la beatificación de Francisco de Regis ya que, impactado por ella, decidió hacerse jesuita. Dos circunstancias indujeron a su padre a negarle el permiso: su endeble organismo y la edad. Tenía 14 años y su padre juzgaba que debía centrarse en los estudios; después, podría reconsiderar su decisión. Aceptó su consejo y, siguiendo la tradición familiar, cursó leyes.

Después de doctorarse en 1722, ejerció la abogacía durante unos años. Sin relegar al olvido la fe, meditaba y seguía yendo a misa en la que diariamente recibía la Eucaristía, de la que era devoto. Se integró en una congregación formada por abogados y médicos regida por los Píos Operarios, una de cuyas acciones apostólicas se desarrollaban en el hospital de Incurables. Otro ilustre jurista, que iba a ser una de las glorias de la Iglesia y fundador suyo, Alfonso María de Ligorio, había tenido la misma idea. Y en este centro se conocieron entablando una entrañable amistad que se iría consolidando a su tiempo con nuevos y profundos lazos. La llamada al sacerdocio se tornó apremiante para Gennaro. Tan perentoria llegó a sentirla, que en 1728 ingresó en el seminario. El arzobispo de Nápoles, cardenal Pignatelli, lo destinó a la parroquia de Sant’Anna di Palazzo.

No hallaba el sosiego necesario para el estudio en su domicilio, y se trasladó al colegio de la Santa Familia (denominado también de los Chinos), donde permaneció hasta abril de 1729. Alfonso, residente del mismo, lo había dejado antes que él para instituir su fundación. En junio de ese año el beato ingresó en la sociedad de las Misiones Apostólicas, asociación de sacerdotes napolitanos que estaban bajo la autoridad del arzobispo; tenían como objetivo primordial atender las zonas marginales de la diócesis. Empleó gran parte de su tiempo en esta tarea misionera y solidaria. Visitaba a los que se hallaban ingresados en el hospital, a los ancianos del geriátrico de san Gennaro y a los marineros enfermos en el hospital del puerto. También impartía catequesis a los niños obligados a ganarse el sustento como obreros.

Alfonso había fundado su Orden en Scala el año 1732, el mismo en el que Gennaro se ordenó sacerdote. El cardenal Pignatelli puso al beato al frente de la formación religiosa en la parroquia de los santos Francisco y Mateo. El lugar en el que estaba ubicada era un auténtico lupanar donde muchas jóvenes eran vilmente explotadas en malsanos tugurios. Y se dedicó a luchar contra esta antigua lacra social. Cuando en 1733 las críticas se cebaron en el fundador de los redentoristas, Gennaro se unió a él y le ayudó en Ravello. Así inició su colaboración. La forma de apostolado que impulsaba Alfonso despertó su interés. Ambos unieron sus fuerzas catequizando a laicos y promoviendo acciones apostólicas realizadas al caer la tarde en las denominadas «capillas del atardecer». Poco después Gennaro se convirtió en redentorista, pero nunca dejó de ser miembro de las Misiones Apostólicas.

Idealista, soñador, altamente creativo, llegó con un sinfín de proyectos y trabajó junto al fundador sin desfallecer, mostrando la urgencia apostólica que le animaba. Predicó misiones por la provincias de Calabria y de los Abruzzos. Vivía en un constante estado de oración, por eso pudo escribir por experiencia: «Dios está más cerca de nosotros que nosotros mismos». Seguía preocupado por el destino de las prostitutas y escribió Ragioni cattoliche pensando en el peligro que corrían numerosas jóvenes.

Extenuado por tanto esfuerzo, hubo un momento en que su salud decayó seriamente, y autorizado por Alfonso regresó a Nápoles a fin de restablecerse. Se trasladó a Scala. Luego volvió nuevamente a Nápoles. Allí siguió luchando para devolver la dignidad a las mujeres descarriadas, al punto de suscitar la atención de las autoridades. Paralelamente escribía con exclusiva finalidad espiritual, evangelizadora. Su legado se compone de una treintena de obras dedicadas a la meditación, dirección espiritual, teología mística, derecho, pedagogía, moral y temas pastorales. Hasta su muerte solía viajar periódicamente desde Roma a Nápoles, donde seguía ejerciendo la labor catequética misionera, sin descuidar su apostolado en pro de la mujer; ello le impuso permanecer en la ciudad para atenderlas convenientemente. Lo denominaban «el misionero santo».

La intensidad de su entrega consumió sus escasas fuerzas. En junio de 1744 se hallaba muy enfermo, y se alojó en la casa de su hermano Domenico, en Nápoles. Cuando Alfonso tuvo noticias de su gravedad, inmediatamente le envió dos redentoristas para que le asistieran. Y el 30 de junio de ese año entregó su alma a Dios. Humilde y desprendido hasta el final, había pedido al religioso que le acompañaba: «Hermano, prepare los vestidos más viejos para amortajarme, a fin de que no se pierdan los mejores conmigo». Juan Pablo II lo beatificó el 12 de mayo de 1996.

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Mundo


El desafío del Islam hoy
 

Entrevista con el rector del Pontificio Instituto Oriental sobre el Islam, Ramadán, religión, paz y violencia

Por Sergio Mora

Roma, (ZENIT.org)

Ha iniciado el mes del Ramadán para los musulmanes. Para entender mejor qué significa esta fiesta en el contexto musulmán y de los cristianos de oriente, hemos entrevistado al padre Samir Khalil SAMIR SJ, pro-rector y interim del Pontificio Instituto Oriental, que ha explicado a los lectores de ZENIT lo que publicamos a continuación.

                                                                                                ***

¿Qué es el Ramadán?
-- Padre Samir: El Ramadán es un mes de ayuno y oración que los musulmanes hacen cada año, durante un mes lunar como en los calendarios antiguos. Se ayuda desde el amanecer hacia las 5 de la mañana, hasta el anochecer.

¿Es un ayuno como el de Cuaresma?
-- Padre Samir: Exactamente como los cristianos de Oriente hacen hoy el ayuno, no solamente los monjes sino también las familias. En Egipto, en la Iglesia copta, los cristianos no se llevan nada a lo boca, ni de comer ni de beber, desde la media noche hasta las dos de la tardes, y los monjes hasta el anochecer. Y después hay una cena muy ligera, y nada de carne, ni mantequilla ni queso, nada que se haya producido con animales. Para los cristianos la cuaresma son unos 47 días, porque el domingo no cuenta como ayuno.

Por tanto, ¿tiene un significado muy similar?
-- Padre Samir: Sí, es muy parecido, una penitencia que uno hace para purificarse, y normalmente la tradición espiritual musulmana invita a los fieles a utilizar la noche para meditar el Corán. En verdad pocas personas del pueblo lo hacen, solo algunos imanes sufí, que corresponden a los místicos.

Para los musulmanes y los cristianos, pero también para los judíos y otras religiones, es un tiempo para estar cada vez más cerca de los pobres y los que sufren. La diferencia con el ayuno cristiano es que en el Ramadán se come más que en cualquier otro periodo de año, y es un periodo festivo. En algún sentido se podría decir que se recupera la tarde lo que no se ha comido durante el día, también cuando va a la cama o media noche o a las dos de la mañana. Esta es la costumbre normal de los musulmanes en los países árabes que conozco.

¿Los musulmanes ven la religión como un mensaje de paz?
-- Padre Samir: En el Corán existen fragmentos que hablan de paz y otros que hablan de guerra, contra los enemigos de la fe. Contra los incrédulos, el Corán dice: apresadles y matadles dondequiera que les encontréis” (Corán 4, 89) y “apresadles y matadles donde deis con ellos” (Corán 4, 91).

Según la tradición, en la segunda parte de su vida, entre el 622 y el 632, fecha de su muerte, Mahoma emprendió unos sesenta ataques contra las caravanas, de saqueos (palabra que proviene del árabe ghazwa) por varios motivos. El Corán también dice a los musulmanes: “Tenéis en el Mensajero de Dios un modelo perfecto (uswatun hasanatun)" (33,21).

El motivo de esta violencia es vario: de un lado puede ser para garantizar la sobrevivencia, o para robar, o para comprar esclavos y esclavas, etc. En una palabra: por el botín. Por lo tanto ha sido 'revelada' a Mahoma el capítulo 8, llamado “El botín” (al-Anfâl), por el cual Dios revela a su mensajero ¡que tiene derecho al quinto de todo el botín en la primera elección! (Corano 8, 41). Los ataques pueden tener como finalidad la conversión de las tribus árabes que no creyeran en el único Dios.

Tenemos dos dos biografías musulmanas de Mahoma escritas entorno al 750: a una le llaman la Biografía del Profeta (al-Sīrah al-Nabawiyyah) de Ibn Ishaq, y a la otra El Libro de las Saqueos (Kitāb al-Maghāzī) de al-Wāqidī, en donde describe unos sesenta. No se puede decir que el islam no conosca la guerra y no invite a la guerra. Pero no se puede decir que el islam sea solamente guerra. Existe la una y la otra, según el momento de la vida de Mahoma.

Y este es uno de los grandes problemas de nuestros hermanos musulmanes. Porque es fácil para algunos decir que es islam es una religión de guerra, para convertir todo el mundo a la única y verdadera religión entre las tres reveladas (judaísmo, cristianismo e islam) y en nombre de esto hacer la guerra. Lo vemos por desgracia con el ISIS, con Boko-Haram, con Al-Qaeda, y con muchos otros. 

¿Pero qué piensa la mayoría de los musulmanes?
-- Padre Samir: Creo que la mayoría de los musulmanes no esté de acuerdo con esta guerra. No es que excluyan cualquier guerra: algunos dirán que se puede hacer solamente una guerra defensiva. Nunca los textos proponen también guerras agresivas. De hecho el califa Abū Bakr, el primer sucesor de Mahoma, poco después de su muerte, decidió hacer las guerras que nosotros en árabe llamamos «ḥurūb ar-riddah», las guerras para traer de vuelta a quienes se habían alejado del pacto con los musulmanes en el seno del islam

Por tanto, esto crea problemas porque cada uno puede reivindicar una citación basada tanto en el Corán, como en los hechos de Mahoma, o los dichos (i Hadīth) de Mahoma.

¿Y entonces?
-- Padre Samir. El islam necesita una reforma profunda, y esto lo dicen muchos musulmanes. Recientemente, el presidente de Egipto, Abd al-Fattah al-Sissi, en su famoso discurso del 28 de diciembre de 2014, retomado con más fuerza el 11 de enero de 2015, en el Cairo, pronunciad delante de cientos de imanes de la universidad islámica más famosa del mundo, Al-Azhar, dijo: “debemos hacer una revolución en el islam para interpretar correctamente el Corán y la tradición”.

Eso es dar el contexto histórico...
-- Padre Samir. La guerra no resolverá nada porque mañana vendrán otros a hacerla. El problema es replantearse el islam y decir: es verdad que el profeta hizo guerras, es verdad que el Corán tienen pasajes que son, no solo defensivos sino también agresivos, es verdad que el Corán invita a hacer la guerra a quien no cree en el Dios verdadero. Pero eso era en el siglo VII, en una tradición beduina, donde los ataques a las caravanas y las guerras estaban muy difundidas.

Para nosotros sirve con la Biblia...
-- Padre Samir: En el Antiguo Testamento tenemos pasajes donde Dios incita a la guerra a través de Moisés, su profeta, (Deuteronomio 20, 10-14) o el terrible pasaje de la conquista de Tierra Santa, en Josué 11, 16-20. Pero la mayoría de nuestros hermanos judíos no lo ve como ipsis litteris, y dice “esto es un hecho histórico de hace tres mil años”.

En cuanto a Cristo, no solo no ha retomado estos discursos bélicos, sino que ha mandado justo lo contrario: “Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a sus enemigos, rogad por sus perseguidores; así seréis hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si amáis solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”. (Mateo 5, 43-48).

O: “Pero yo os digo a vosotros que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian. Bendecid a los que os maldicen, rogad por los que os difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Haced por los demás lo que quieren que los hombres hagan por vosotros” (Lucas 6, 27-28). Hay decenas de otros textos que invitan no solo a la violencia, sino a destrozar la violencia aceptándola.

¿Se ven intenciones de cambio o las declaraciones contra las violencias son por la ocasión?
-- Padre Samir: Muchos musulmanes lo ven y hacen un llamamiento a favor de este cambio profundo de la actitud. Muchos entre los intelectuales lo dicen abiertamente, pero son visto como influenciados por occidente. Yo estoy convencido que muchos musulmanes están a favor de no usar la violencia en nombre de Dios, por no se atreven a decirlo y los imanes están casi bloqueados, no osan decir un palabra valiente.

¿Y en esta situación de violencia y guerra en Oriente Medio?
-- Padre Samir: Esta guerra horrenda está fundado en el fanatismo religioso, y está sostenida y mantenida gracias a los petrodólares de Arabia a las armas de occidente. El dinero viene principalmente de Arabia Saudí y de Qatar. Las armas provienen de Europa y de Estados Unidos (y para los chiís de Irán), pasando a través de Turquía. El dinero sirve para adquirir armas y para pagar y animar a los yihadistas. A fin de cuentas, muchas naciones se aprovechan de esta guerra que está destruyendo Oriente Medios y sobre todo estas guerras están matando decenas de miles de familias.

La causa de todo esto es ideológica, una forma ideológica islámica, radical, que decreta que quien no piensa y practica un cierto tipo de islam debe ser eliminado. En árabe, se llama takfīr, es decir, declarar que el otro es kāfir, no creyente. Sobre la base de la tradición islámica (incluido el Corán), el kāfir debe ser eliminado. Este pensamiento que se remonta a hace 14 siglos se ha difundido cada vez más en ciertos ambientes en los últimos 40 -50 años (aún si se remonta a antes), tomando como modelo el pensamiento de Arabia del siglo VII.

¿Qué punto importante deberían subrayar?
-- Padre Samir: Que los musulmanes son nuestros hermanos, como los judíos, como los ateos o no creyentes. Todos, cada ser humano es mi hermano, también si no comparto su visión. Hemos visto estos días en los periódicos que el ISIS ha atacado una mezquita del Yemen del sur, donde han muerto unas treinta personas. Se matan también entre ellos, porque consideran que quien no piensa como ellos es un no creyente y debe ser asesinado.

La única respuesta a esta ideología es la del Evangelio, la de la fraternidad universal, en términos laicos la del humanismo.

¿La oración que organizó el papa Francisco en el Vaticano tuvo repercusión?
-- Padre Samir: Tenía este fin también si se manipuló por el imán que vino de Jerusalén y que recitó un versículo coránico interpretado como un versículo agresivo, que no estaba previsto en el texto.

Mahmoud Abbas, como el presidente Shimon Peres, que estaban allí presentes, seguramente buscan la paz como tantas personas tanto en Israel como en el mundo árabe.

Es hora de salir de la idea de venganza y de guerra. La prueba está en que la guerra y la violencia no solo no resuelven los problemas, sino al contrario, crean más problemas y son la fuente de nuevas violencias. 

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