Fco. Javier Avilés, profesor del Instituto Teológico de Albacete y párroco de Santo Domingo, participó en la presentación en Albacete de la encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común, Laudato Si´, dedicada a la protección del medioambiente, que busca sacudir las conciencias de todos.

-Lo primero, ¿Qué es una encíclica?

Es uno de los documentos en los que se expresa el magisterio de los papas, los obispos de Roma. Su temática varía, su ámbito es universal, y su rango de autoridad magisterial es de los máximos. O sea, estamos hablando de un documento muy importante, y es la primera encíclica del papa Francisco, con el asesoramiento y la colaboración de expertos y teólogos, claro está, pero con su sello propio. Al comienzo de su pontificado, él ya firmó una encíclica, la Lumen Fidei, el 29 de junio de 2013,  si bien ésta en su mayor parte era obra del papa emérito Benedicto XVI, y Francisco la hizo suya en sintonía con su predecesor.

-¿Qué puntos claves tiene esta nueva encíclica?

Laudato Si enriquece la doctrina social de la Iglesia dedicada al problema medioambiental con un enfoque de la realidad yo creo que serio y audaz, porque denuncia situaciones que arrastramos desde hace décadas; también con una orientación interpretativa original en la parte bíblica, y desde unas propuestas que abarcan todos los espectros: desde el individual a la comunidad internacional. Puede convertirse en una herramienta de verdad muy útil y muy práctica para aumentar la conciencia sobre el problema ecológico. No es que anteriormente no se haya dicho nada al respecto, pero sí que es verdad que merecía la pena una palabra más profunda, más amplia en los contenidos, y de hecho, en el compendio de la doctrina social de la Iglesia que está editado por Justicia y Paz, ahí hay un capítulo, el décimo, dedicado a la cuestión ecológica.

-El papa Francisco tiene mucho interés en que se conozca la encíclica y sus propuestas. ¿Por qué?

Por la gravedad de los problemas medioambientales, por la injusticia tan grave que supone que unos se beneficien y otros simplemente paguen siempre los platos rotos. El papa, fiel a su magisterio ya expresado en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, une el problema ecológico con el problema de justicia social y apunta hacia una concepción de ecología integral, que incluya lo humano en el lugar central sin poner en peligro la supervivencia del conjunto del planeta.

-Es llamativo también el hecho de que Laudato Si haya sido presentada antes de la próxima cumbre del clima que se va a celebrar en París a finales de año, que persigue cerrar un acuerdo mundial que sustituya al protocolo de Kioto.

Sí. Esta cumbre es un encuentro muy importante en un momento en que la comunidad internacional está dividida, porque los países más contaminantes como son EEUU y China no asumen las decisiones de los protocolos internacionales para reducir la emisión de gases contaminantes, que afectan a ese problema tan grave del calentamiento global. A mí me parece que el papa mide sus tiempos, teniendo en cuenta que una palabra oportuna podría ayudar a tomar respuestas frente a ese calentamiento global y a afrontar así las consecuencias antes de que sean irreversibles.

-Dicen algunos medios que es una encíclica sin pelos en la lengua.

Sí, porque efectivamente denuncia los intereses económicos, los silenciamientos y solapamientos de parte de quienes conocen los datos y no los quieren comunicar; también el retraso -cuando no la auténtica carencia de respuestas- por parte de los políticos. Sí, es una encíclica valiente. Eso no quita que siempre habrá quien eche de menos algún aspecto, algunas situaciones y planteamientos que las personas más comprometidas en la defensa de la naturaleza, los movimientos ecologistas, están trabajando, profundizando y comunicando a través de su compromiso ecologista. El papa les reconoce su trabajo en dos momentos de la encíclica, al principio y al final, y, como muy bien decías, no se muerde la lengua a la hora de denunciar.

-Habrá que leer esta encíclica en profundidad, para un compromiso más en serio y eficaz por la ecología.

Merece la pena leerla, y así, de paso, empezamos a poner en práctica algo que es muy importante: ralentizar nuestros ritmos, porque la lectura exige que uno se pare y deje el ritmo frenético que está muy en consonancia con el tipo de industria, de economía y de tecnología que como dominio y explotación es la verdadera causa de parte de los problemas medioambientales. Y junto a la lectura, hay algo que el papa propone, que es el diálogo: hablar, debatir comunicar y compartir con quienes tienen diferentes enfoques, para que de este modo se vaya creando esa conciencia común de la necesidad de que demos respuestas ante problemas urgentes. Leer, dialogar, debatir y por último, asumir compromisos a nivel personal y colectivo.

-Dentro del magisterio de Francisco, ¿qué futuro podemos esperar para esta Iglesia?

Pues un futuro de una Iglesia yo creo que más en sintonía con la realidad que le rodea e interiormente más revitalizada, porque hemos pasado etapas de una cierta apatía y pesimismo. También podemos ver un despertar de las conciencias: el papa es muy optimista y a mí me parece que eso se lo contagia a los actores de la Iglesia, es decir, a todas las comunidades: a laicos, a sacerdotes a la vida consagrada. También podemos esperar un futuro más en armonía con nuestro interior y con lo que nos rodea, de mayor simplicidad, como nos da ejemplo San Francisco de Asís, de quien el papa eligió su nombre para su ministerio petrino.

-Francisco Javier, denos un titular que resuma la encíclica.

Un titular podría ser: De la Tierra que formamos parte, todos somos responsables. Sus principales víctimas son los pobres, sus principales beneficiarios debemos ser siempre todos.

(Diócesis de Albacete)