Opinión

Ayuda a la Misericordia

 

«Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret»

29/07/15 2:35 PM | Manuel González López-Corps


«El Padre, «rico en misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos yen tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr jn 14,9). jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios».

Con estas palabras comienza la Bula en la que el Papa Francisco convoca el jubileo de la Misericordia: un misterio divino del que tenemos total necesidad y que hemos de comunicar, especialmente, a los que sufren. La actual Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, que cumple ahora en España sus 50 años, nació con audacia y determinación –con los curas de la mochila a la espalda– para mostrar, tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, el rostro de Dios que «llora en la tierra». Esta obra de ayuda a la Iglesia que sufre persecución pretende –enjugando tantas lágrimas– hacer visible el rostro misericordioso de Dios y, a La vez, manifestar al mundo el rostro generoso de tantos hombres y mujeres. Si «ante La gravedad del pecado, Dios responde con La plenitud del perdón», los hombres pueden, también, responder al amor de Dios orando por sus hermanos, siendo memoria profética de su sacrificio y compartiendo con magnanimidad para remediar sus necesidades.

Un misionero norteamericano, un seglar de la Legión de María, puso en mis manos, hace 40 años, el Libro Dios llora en la tierra. Cuando conocí al P. Werenfried, siendo yo aún un joven presbítero, le revelé la influencia que su escrito había tenido en mi vocación. En efecto, por él supe de la Iglesia perseguida tras el «telón de acero» primero y, luego, de la necesidad y el sufrimiento en tantos lugares de Hispanoamérica y África. Su Lectura me empapó del amor por la Iglesia Oriental y nuestros hermanos ortodoxos. Y, desde la madrileña Ermita de san Isidro, donde se mantenía encendida una lámpara votiva por los cristianos perseguidos, nuestra oración era diaria por aquellos que sufrían por causa de La fe, para que experimentasen el amor de Dios que consuela y ofrece esperanza.

Hoy, vivimos este quincuagésimo aniversario de La presencia en España de Ayuda a la Iglesia Necesitada coincidiendo con la conmemoración de Los 50 años de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II: un evento percibido como un verdadero soplo del Espíritu. Esta doble memoria reclama, por una parte, el compromiso de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe y, por otra, es ocasión para una memoria agradecida a todos los benefactores, voluntarios y trabajadores, para que vean sus nombres escritos en el Libro de la Vida.

En esta Fundación, donde oramos por los que sufren en su carne la misma Pasión de Cristo, queremos –a imagen del Maestro– transmitir misericordia hacia los perseguidos por su Nombre y predicar el perdón para los perseguidores de la Iglesia. Los millares de mártires del siglo XX en Armenia, en Centro-Europa bajo las ideologías totalitarias del nazismo y el comunismo, en España, en México, en los lugares donde el radicalismo yihadista deja sentir su zarpazo en las comunidades cristianas, son un acicate para imitar su arrojo, para pedir perdón y trabajar por la paz.

Esta Iglesia que respira con dos pulmones (Oriente y Occidente) está llamada a la conversión y a la penitencia. Estas dos palabras que se escucharon en Fátima han encontrado un eco sonoro entre nosotros. Así, el Día de oración por la Iglesia perseguida, iniciativa que aprendí del venerable Padre José María García Lahiguera y que propuse en la sección española para el 13 de mayo, memoria de la Virgen de Fátima, se ha convertido en una jornada referente para dar a conocer la situación de la libertad religiosa en el mundo y de oración por nuestros hermanos (católicos, ortodoxos, protestantes, etc.) cuya sangre derramada es la misma sangre de Cristo (cf Hch 9,5). Este día en el tiempo pascual, con otro de ayuno anual a comienzos de curso –que propusimos en torno a la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced en septiembre– serían dos aldabonazos para mantener viva la memoria misericordiosa y eficaz en favor de nuestros hermanos que sufren por la fe. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, Ayuda a la Iglesia Necesitada quiere ser un instrumento en manos del Señor para transmitir misericordia a los que sufren necesidad y persecución por la fe.

Cincuenta años para el agradecimiento, y los que Dios quiera para la responsabilidad, en la plena confianza de sabernos acompañados por el Kyrios Resucitado que sostiene nuestra tarea con la fuerza del Espíritu Santo. Con sentimientos de agradecimiento por AIN y de responsabilidad por la tarea que nos espera, queremos seguir orando por la Iglesia necesitada, alzando nuestra voz profética en su defensa y solicitando ayudas eficaces para la tarea pastoral de la Iglesia, que sólo el dueño de la mies sabrá recompensar en el Reino.

Manuel González López-Corps, sacerdote

(Publicado en ¡Tú eres nuestra esperanza!, AIN España, Madrid 2015)